Indice de Las tentaciones de san Antonio de Gustave Flaubert | CAPÍTULO TERCERO | CAPÍTULO QUINTO | Biblioteca Virtual Antorcha |
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LAS TENTACIONES DE SAN ANTONIO Gustave Flaubert CAPÍTULO CUARTO
Y Antonio ve ante él una basílica inmensa. La luz se proyecta desde el fondo, tan maravillosa como si fuera un sol multicolor. Ilumina las innumerables cabezas de la muchedumbre que atesta la nave, refluyendo después por entre las columnas hacia la parte baja de los laterales donde, en una especie de capillas de madera, se ven altares, camas, cadenas de piedrecitas azules y constelaciones pintadas en las paredes. En medio de la concurrencia hay grupos reunidos aquí y allá. Unos hombres, de pie sobre taburetes, arengan a la gente con el dedo en alto; otros rezan con los brazos en cruz, se tienden en el suelo, cantan himnos o beben vino. Alrededor de una mesa hay fieles que celebran un ágape. También hay unos mártires que se quitan las vendas para mostrar sus heridas, y unos ancianos, apoyados en sus bastones, narran sus viajes. Algunos proceden del país de los germanos, de Tracia, de las Galias, de Escitia y de la India. Llevan nieve en las barbas, plumas en los cabellos, espinas en los flecos de sus atavíos; sus sandalias están negras de polvo y tienen la piel quemada por el sol. Todos los trajes se confunden: los mantos de púrpura y los vestidos de lino, las dalmáticas bordadas, los sayones de pelo, los gorros de marinero, las mitras de los obispos ... Sus ojos poseen un extraordinario fulgor. Tienen aspecto de verdugos o de eunucos. Hilarión se acerca a ellos. Todos le saludan. Antonio, apretándose contra él, los observa. Se fija en que hay muchas mujeres, algunas de las cuales van vestidas de hombre, con el pelo rapado. Siente miedo de ellas. HILARIÓN Son cristianas que han convertido a sus maridos. Además, las mujeres siempre han estado a favor de Jesús. Hasta las idólatras. El ejemplo lo tienes en Prócula, la esposa de Pilatos, y en Popea, la concubina de Nerón. ¡Deja de temblar y adelante! Llegan continuamente más personas. Se multiplican, se desdoblan, ligeras como sombras, produciendo al mismo tiempo un gran alboroto en el que se mezclan aullidos de rabia, gritos de amor, cánticos y reproches. SAN ANTONIO ¿Qué es lo que quieren? HILARIÓN El Señor dijo: Yo tendría que hablaros aún de muchas cosas. Ellos saben esas cosas. Y lo empuja hacia un trono de oro con cinco escalones, en el cual, rodeado de noventa y cinco discípulos, todos ellos untados de aceite, delgados y muy pálidos, se halla sentado el profeta Manés, hermoso como un arcángel, inmóvil como una estatua y ataviado con un traje hindú, con rubíes en sus cabellos trenzados, en su mano izquierda un libro con ilustraciones pintadas y en la derecha un globo. Las ilustraciones representan a las criaturas que dormitaban en el caos. Antonio se inclina para verlas y después Manés hace girar su globo y amoldando sus palabras a los sones cristalinos de una lira, dice: MANÉS La tierra celestial se halla en el extremo superior, la tierra mortal, en el extremo inferior. La sostienen dos ángeles: el Splenditenens y el Omóforo de seis caras. En la cúspide del cielo más alto se halla la Divinidad impasible; debajo y uno frente a otro, están el Hijo de Dios y el Príncipe de las Tinieblas. Habiéndose acercado las tinieblas a su reino, Dios extrajo de su esencia una virtud que dio lugar al primer hombre; y lo rodeó de cinco elementos (1). Pero los demonios de las tinieblas le robaron parte de la misma, y esa parte es el alma. Sólo existe un alma, universalmente derramada, como el agua de un río dividido en varios brazos. Es ella la que suspira en el viento, chirría en el mármol cuando lo sierran, aúlla en la voz del mar y llora lágrimas de leche cuando se le arrancan las hojas a la higuera. Las almas que dejan este mundo emigran hacia los astros, que son seres animados. SAN ANTONIO ¡Ah, ah! ¡Qué imaginación más absurda! Un hombre sin barba y con apariencia austera pregunta: UN HOMBRE ¿Por qué? Antonio va a contestarle, pero Hilarión le dice que aquel hombre es Orígenes el inmenso y MANÉS Primero se detienen en la luna, donde se purifican. Luego suben hasta el sol. SAN ANTONIO No conozco nada ... que nos impida ... creerlo. MANÉS La finalidad de toda criatura consiste en liberar el rayo celestial preso en la materia. Se escapa con mayor facilidad por los perfumes, el aroma del vino cocido, las especias, las cosas sutiles que se asemejan a los pensamientos ... Pero los actos de la vida, en cambio, lo retienen. El asesino renacerá en el cuerpo de un leproso; el que mata a un animal se convertirá en ese animal; si plantas una viña, te verás envuelto en sus ramificaciones. Los alimentos lo absorben. Así, pues, ¡privaos, ayunad! HILARIÓN ¡Son sobrios, como verás! MANÉS Hay mucho del mismo en las carnes, menos en las hierbas. Por lo demás, los Puros, gracias a sus méritos, despojan a los vegetales de esa parte luminosa y ésta asciende a su hogar. Los animales, por medio de la generación, lo aprisionan en la carne. ¡Huid, pues, de las mujeres! HILARIÓN ¡Admira su continencia! MANÉS O más bien, haced de manera que no sean fecundas. ¡Más le vale al alma caer en tierra que languidecer presa de ataduras carnales! SAN ANTONIO ¡Ah, qué abominación! HILARIÓN ¿Qué importa la jerarquía de las liviandades? ¡La Iglesia hizo del matrimonio un Sacramento! SATURNINO ¡Propala cosas funestas! El Padre, para castigar a los ángeles rebeldes, les ordenó crear el mundo. Cristo ha venido con el fin de que el Dios de los judíos, que era uno de esos ángeles ... SAN ANTONIO ¿Un ángel? ¡Él es el Creador! CERDÓN ¿Acaso no quiso matar a Moisés, no engañó a los profetas, sedujo a los pueblos y propaló la mentira y la idolatría? MARCIÓN ¡Ciertamente! ¡El Creador no es el verdadero Dios! SAN CLEMENTE DE ALEJANDRÍA ¡La materia es eterna BARDESANES Fue formada por los Siete Espíritus planetarios. LOS HÉRNICOS ¡Los ángeles crearon las almas! LOS PRISCILIANISTAS ¡Fue el Diablo quien hizo el mundo! SAN ANTONIO ¡Qué horror! HILARIÓN ¡Te escandalizas con demasiada premura! No entiendes bien su doctrina. Aquí tienes a uno que recibió la suya de Teodás, el amigo de San Pablo. ¡Escúchale! Y como si obedeciera a una señal de Hilarión, aparece Valentino vestido con túnica de plata, con voz sibilante y cráneo puntiagudo. VALENTINO El mundo es la obra de un Dios delirante. SAN ANTONIO ¡La obra de un Dios delirante! Tras un largo silencio, pregunta: ¿Cómo es eso? VALENTINO El Abismo, el más perfecto de los Eones, reposaba en el seno de la Profundidad junto con el Pensamiento. De su unión nació la Inteligencia, que tuvo por compañera a la Verdad. La Inteligencia y la Verdad engendraron al Verbo y a la Vida quienes, a su vez, engendraron al Hombre y a la Iglesia. ¡Y con esto ya son ocho Eones! Cuenta con los dedos. El Verbo y la Verdad produjeron otros diez Eones más, es decir, cinco parejas. El Hombre y la Iglesia habían producido otras doce, entre las cuales se hallaba el Paráclito y la Fe, la Esperanza y la Caridad, lo Perfecto y la Sabiduría, Sofía. El conjunto de esos treinta Eones constituye el Pléroma o Universalidad de Dios. De ahí que, al igual que los ecos de una voz que se aleja, como los efluvios de un perfume que se evapora, o como los rayos del sol que se pone, las Potencias emanadas del Principio van siempre debilitándose. Pero Sofía, deseosa de conocer al Padre, se lanzó fuera del Pléroma y el Verbo hizo entonces a otra pareja: Cristo y el Espíritu Santo, quien había unido entre sí a todos los Eones, y todos ellos juntos formaron a Jesús, la flor del Pléroma. No obstante, los esfuerzos de Sofía por huir habían generado en el vacío a una nueva imagen suya, una sustancia nociva: Acaramoth. El Salvador se compadeció de ella, la liberó de sus pasiones y de la sonrisa de Acaramoth liberada nació la luz; sus lágrimas hicieron las aguas, su tristeza engendró la materia negra. De Acaramoth salió el Demiurgo, el que fabrica los mundos, los cielos y el Diablo. Habita mucho más abajo que el Pléroma, sin percibirlo siquiera, tal es su convencimiento de ser él el verdadero Dios, y repite por boca de sus profetas: ¡No hay más Dios que yo! Después hizo al hombre y le puso en el alma una simiente inmaterial que es la Iglesia, reflejo de la otra Iglesia situada en el Pléroma. Algún día, cuando llegue a la región más alta, Acaramoth se unirá al Salvador; el fuego escondido en el mundo aniquilará entonces toda materia, se devorará a sí mismo y los hombres, ya convertidos en espíritus puros, se desposarán con los ángeles. ORÍGENES ¡Entonces, el demonio será vencido y comenzará el Reino de Dios! Antonio ahoga un grito e inmediatamente, Basílides, agarrándolo por el codo, dice BASÍLIDES El Ser Supremo, junto con las emanaciones infinitas, se llama Abraxas, y el Salvador, con todas sus virtudes, Kaulakau, lo que significa línea sobre línea, rectitud sobre rectitud. Es posible obtener la fuerza de Kaulakau con ayuda de ciertas palabras inscritas en esta calcedonia para facilitar la memoria. Y le muestra una piedrecita que lleva colgada al cuello, en la que están grabadas unas líneas extrañas. Entonces, serás transportado a lo Invisible y como serás superior a la Ley, lo despreciarás todo, incluso la virtud. Nosotros, los Puros, debemos huir del dolor siguiendo el ejemplo de Kaulakau. SAN ANTONIO ¿Cómo? ¿Y la cruz? LOS ELQUESAÍTAS ¡La tristeza, la bajeza, la condenación y la opresión de mis padres fueron borradas gracias a la misión del que ha llegado! Se puede renegar del Cristo inferior, del Jesús hombre, pero hay que adorar al otro Cristo, nacido de su persona bajo el ala de la Paloma. ¡Honrad al matrimonio! ¡El Espíritu Santo es femenino! Hilarión ha desaparecido y Antonio, empujado por la multitud, está en primera fila. Los Carpocracianos acostados con mujeres sobre almohadas de color escarlata, dicen LOS CARPOCRACIANOS Antes de entrar en lo único, deberás pasar por una serie de condiciones y acciones. Para librarte de las tinieblas, realiza desde ahora mismo sus obras. El esposo va a decir a la esposa: Sé caritativa con tu hermano, y ella te besará. Los Nicolaitas reunidos en torno a unos manjares que echan humo: LOS NICOLAÍTAS Esta carne es la que se ofrece a los ídolos. ¡Toma! Está permitida la apostasía cuando el corazón permanece puro. Sacia tu carne y dale lo que ella te pida. ¡Trata de exterminarla a fuerza de libertinaje!
Prunicos, la madre del cielo, se revolcó en la ignominia. Los Marcosianos con anillos de oro y empapados de bálsamo. LOS MARCOSIANOS ¡Entra en nuestra casa para unirte al espíritu! ¡Entra en nuestra casa para beber la inmortalidad! Y uno de ellos le enseña, detrás de una colgadura, el cuerpo de un hombre con cabeza de asno. Representa a Sabaoth, el padre del Diablo. En señal de odio, Antonio le escupe encima. Otro abre una cama muy bajita, cubierta de flores, diciendo: Van a consumarse las nupcias espirituales. El tercero sostiene una copa de cristal, hace una invocación y aparece sangre dentro de la misma. ¡Ah, ya está aquí! ¡Ya está aquí! ¡La sangre de Cristo! Antonio se aparta, pero lo salpica el agua que salta de una cuba. Los Helvidianos se arrojan de cabeza en ella mascullando: LOS HELVIDIANOS ¡El hombre regenerado por el bautismo es impecable! Más tarde, Antonio pasa junto a una hoguera muy grande, a la que se calientan los adamitas, completamente desnudos, pues desean imitar la pureza del paraíso. Tropieza con los
Mesalianos que se revuelcan sobre las losas, medio dormidos, estúpidos. LOS MESALIANOS ¡Oh, nos puedes aplastar si quieres! ¡No vamos a movernos! ¡El trabajo es un pecado y cualquier ocupación, nefasta! Tras ellos aparecen los abyectos Paternianos
hombres, mujeres y niños, todos en montón sobre las basuras, alzan sus repulsivos rostros embadurnados de vino: PATERNIANOS Las partes inferiores del cuerpo hechas por el Diablo le pertenecen. ¡Bebamos, comamos y forniquemos! ECIO ¡Los crímenes son necesidades bajo la mirada de Dios! Mas de pronto un hombre ataviado con un manto cartaginés, salta en medio de todos ellos, con unas correas en la mano y golpea violentamente al azar, a derecha e izquierda, mientras dice UN HOMBRE ¡Ah, impostores, bandidos, simoníacos, herejes y demonios! ¡La chusma de las escuelas, la hez del infierno! Ése de allí es Marción, un marinero de Sínope excomulgado por incesto. Carpócrates fue detenido por mago. Ecio robó a su concubina. Nicolás prostituyó a su mujer y Manés, que se hace llamar Buda y cuyo nombre, en realidad, es Cubrico, fue desollado vivo con la punta de una caña, tanto es así que su piel curtida aún se balancea en el aire colgada a las puertas de Ctesifonte. Antonio ha reconocido a Tertuliano y se precipita para reunirse con él. SAN ANTONIO ¡Maestro! ¡Ayudadme! TERTULIANO ¡Haced añicos las imágenes! ¡Ponedle un velo a las vírgenes! ¡Orad, ayunad, llorad y mortificaos! ¡Nada de filosofías! ¡Nada de libros! ¡Después de Jesús, la ciencia es inútil! Todos han huido y Antonio ve, donde antes estaba Tertuliano, a una mujer sentada en un banco de piedra. Está sollozando, con la cabeza recostada en una columna, con el pelo suelto y el postrado cuerpo envuelto en una larga vestimenta parda. Después se encuentran uno junto al otro, lejos de la muchedumbre y reina un gran silencio, un sosiego extraordinario, como en los bosques cuando se para el viento y las hojas, de pronto, ya no se mueven. Aquella mujer es muy hermosa, ya marchita, no obstante, y de una palidez sepulcral. Antonio y ella se miran y se transmiten en la mirada una oleada de pensamientos, mil cosas antiguas, confusas y profundas. Finalmente, Priscila empieza a hablar. PRISCILA Yo me hallaba en los baños, en la última de las estancias y me adormecía con el zumbido que llegaba de la calle. Oí, de repente, unos clamores. Gritaban: ¡Es un mago! ¡ Es el Diablo! Y la multitud se detuvo delante de nuestra casa, frente al templo de Esculapio. Yo logré encaramarme como pude con ayuda de mis manos hasta la altura del tragaluz. Sobre el peristilo del templo había un hombre con una argolla de hierro alrededor del cuello. Tomaba unos carbones de un hornillo y trazaba con ellos largas estelas sobre su pecho al tiempo que clamaba: ¡Jesús, Jesús! El pueblo decía: Eso no está permitido. ¡ Vamos a lapidarlo! Él continuaba. Sucedían cosas inauditas, arrebatadoras. Flores tan grandes como el sol daban vueltas ante mis ojos y yo oía vibrar un arpa de oro en el espacio. Empezó a oscurecer. Mis manos soltaron los barrotes, mi cuerpo desfalleció y cuando él me llevó a su casa ... SAN ANTONIO ¿Pues de quién estás tú hablando? PRISCILA ¡De quién va a ser, de Montano! SAN ANTONIO ¡Montano ha muerto! PRISCILA
En voz baja
Se echa a reír
Prosigue
Lentamente
Con el traje de Siria
Vestido de mago de Babilonia
Se echa hacia atrás
Sujetándolo
Agacha la cabeza
Con trajes color de jacinto, le responden
Prosigue