Índice de La educación activa 2.3 - Sociedades escolares, correspondencia inter-escolar, etc. 2.5 - Orientaciones para la creación de nuevas escuelas Biblioteca Virtual Antorcha

SEGUNDA PARTE
La escuela ideal para la educación activa

2.4 - El ejercicio integral

El educador debe tener en cuenta los elementos que entran en los ejercicios educativos que proponga, para hacerlos predominar, según convenga en la formación total de los individuos. Por esto la escuela activa distingue muy bien las actividades que predominantemente se dirigen al desenvolvimiento de la potencialidad física, de las que tienden más bien al desarrollo intelectual, o a la formación moral. Aunque en la labor escolar no haya una separación entre unas y otras, teóricamente puede muy bien establecerse, y puede hablarse de educación física, de formación intelectual, de educación moral, como también de otros aspectos educativos particulares (educación social, religiosa, etc.). Pero nunca podrán resolverse los problemas parcialmente, considerando un solo aspecto, sino que todo debe referirse al desenvolvimiento integral.

La educación física en la escuela activa encuentra su más importante manifestación en los juegos, en los deportes, en los trabajos de cultivo agrícola y sus anejos, en el trabajo de taller. La gimnasia propiamente dicha queda suprimida o reservada para los casos en que hay que corregir deformaciones o anormalidades de desenvolvimiento. De todas maneras, los ejercicios gimnásticos han de estar animados de los elementos de juego (lucha, competencia); de lo contrario, son una tortura para el niño. El conjunto sistemático de movimientos que se imponen al pequeño sin hacerle sentir un móvil real o ficticio, podrá muy bien responder a la mecánica fisiológica; pero las necesidades vitales del niño son mucho más amplias, y la escuela activa procura que en toda actividad se les dé satisfacción. Si tiene que practicar la gimnasia, recurre a todos los medios para hacerla agradable e interesante a los niños; y, cuando el desenvolvimiento físico normal así lo recomienda, suprime la gimnasia, suficientemente sustituída por la actividad libre y por el trabajo estimulante.

Como prueba de que la escuela activa atiende la parte de educación física, es muy interesante ver como muchos pedagogos piden, por lo menos para los niños débiles, una escuela que participe ampliamente de los caracteres de la escuela activa, a fin de que su régimen de robustecimiento pueda garantizarles una vida plena y la reintegración de su salud. Dice Dupertuis, como final de su memoria en la Tercera Sesión de la Asociación Internacional para la Protección a la Infancia: Que cada cantón o cada departamento pueda fundar en el campo, en lo posible a una cierta altura (600 a 900 metros) una escuela pública que sea a la vez Escuela al Aire libre y Escuela activa, es decir, Escuela Natural por excelencia, para el cuerpo y para el alma. (1)

En la escuela activa los niños corren, saltan, trepan por los árboles, abren caminos, construyen muros, trabajan la madera, cultivan plantas. Todos los movimientos previstos por el mejor sistema gimnástico entran aquí en sus funciones propias, formando parte de actividades completas, dirigidas por el pensamiento, animadas por el interés de una finalidad que se alcanza y de una idealidad que se realiza. La actividad de la vida no es una esquematización de actos impuesta desde fuera, con miras parciales, que pongan en juego funciones particulares desmembradas, sino que es una organización de energías formada por el mismo individuo ante la satisfacción de sus necesidades biológicas y de sus aspiraciones espirituales.

En el juego y en el trabajo de la escuela activa la energía física está asistida por la intelectual, formando un todo orgánico; los actos violentos que han de provocar de un modo especial el desenvolvimiento físico obedecen a necesidades psicobiológicas del momento; la actividad toda pertenece al tipo de la actividad de la vida general y con esto, al mismo tiempo que es intensamente educativa y desenvolviente, efectúa una recta iniciación a la vida del porvenir del individuo. Así, los ejercicios físicos contribuyen a la formación intelectual, como los ejercicios intelectuales contribuyen a la formación física. El trabajo del espíritu está íntimamente unido al trabajo del cuerpo; el mundo de las representaciones y de las elaboraciones intelectuales se hace a base de experiencia y de actos vividos. Las actividades suficientemente informadas de elementos corporales, dirigidas a finalidades sentidas, son excelentes medios para fundamentar las elaboraciones del espíritu, y por esto son muy recomendables en la edad infantil para estimular y dar motivo de experiencias de utilidad inmediata en las adquisiciones intelectuales del momento y de utilización posterior, como base de sucesivas elaboraciones.

De ahí que la escuela activa aproveche los ejercicios físicos más violentos (deportes, juegos, trabajos agrícolas, construcciones), para sacar de ellos el mejor partido posible para la formación intelectual, no con propósitos excesivamente intelectualistas, sino con miras exclusivas a la educación integral. De la misma manera, los ejercicios intelectuales (trabajo de laboratorio, formación de colecciones de historia natural), van acompañados de actividades físicas (construcción de aparatos y dispositivos, excursiones), realizando obra de conjunto, que es del mayor provecho educativo.

La educación moral de la escuela activa no puede ser tampoco un miembro separado de las actividades físico-intelectuales. Un plan de lecciones de moral, una sistematización desmembrada y esquematizada de la acción educativo-moral, no tiene cabida en la escuela activa. Toda la obra escolar estará saturada del sano ambiente moral y en todas sus partes, tanto en los ejercicios de predominio espiritual como en los de predominio fisico, se encontrarán lecciones vivas que llevarán a las prácticas rectas y justas, y al acatamiento de los principios eternos. Los mismos juegos y deportes, con sus reglamentos, sus casos de justicia y sus resoluciones de árbitro, dan excelentes motivos para una iniciación en la vida moral y social. Los actos libres -individuales y colectivos- de los muchachos, debidamente observados y seguidos, dan ocasión para desarrollar prácticamente todas las lecciones que se podrían prever en un amplio programa de moral. Las actividades docentes y los ejercicios educativos de todo orden pueden ser, por la manera como sean organizados, y dirigidos, la mejor introducción a una conducta recta y firme.

Uno de los medios mejores que utiliza la escuela activa en el desarrollo del plan de formación integral consiste en hacer de la actividad escolar una obra de colaboración llena de espíritu de sociabilidad y de ayuda mutua, toda ella presidida por una amplia concesión de self government mesurado y reflexivo. La libertad de acción es de todo punto indispensable en una educación que aspire a ser completa. Jamás se podría esperar que se satisficiesen debidamente las necesidades de expansión de un individuo, mientras se le tuviera sujeto a un plan inflexible de actividad, impuesto desde fuera. Jamás podría llegar a la realización de empresas de iniciativa y de responsabilidad el hombre que viera repetidamente intervenidas y gobernadas sus actividades. El reconocimiento de la personalidad de la asamblea de alumnos, el fomento de las iniciativas en los grupos de escolares, la cesión de atribuciones a las colectividades y el crédito de confianza en la labor de los individuos es absolutamente necesaria en la escuela activa.

El trabajo predominantemente intelectual, como el físico, encuentran, de esta manera, formas originales de producción, los individuos pueden seguir su propio ritmo en el desenvolvimiento de su personalidad y están en pleno dominio de sus acciones y de su responsabilidad moral. Muchacho que se inicie en el libre ejercicio de su voluntad, que se amolde por sí mismo a los principios de la recta conducta, que se acostumbre a discernir y a juzgar sobre la marcha de las cosas de la escuela y que, también por sí mismo, busque las soluciones a los problemas que se le presenten, será el hombre fuerte y justo de mañana, el de las empresas nobles y el de las iniciativas felices.

El ejercicio en colaboración supone la limitación espontánea de la voluntad individual para ponerse al servicio de la voluntad del grupo. El individuo cede voluntariamente su libertad personal para identificarla con la libertad colectiva. Los intereses individuales se ponen acordes con los intereses del grupo. Los actos de cada participante se dirigen a un ideal común. Las iniciativas se reparten, los trabajos se especializan y cada uno aporta lo mejor que tiene a la obra de todos. El individuo vive en el grupo, su libertad de acción se mueve dentro de las necesidades del grupo, que también son necesidades de los individuos que lo integran. Ésta es la forma superior de vida, la que permite realizar empresas que el individuo aislado no podría realizar, la que organiza y combina los elementos individuales para conseguir ideales imposibles de alcanzar de otra manera. Es preciso que el individuo, desde la edad temprana, se inicie en este género de vida, y en la escuela activa han de darse las mayores facilidades para ello.

Libertad para la satisfacción de las necesidades individuales, autonomía de grupo para satisfacer las necesidades colectivas son requisitos indispensables en la escuela activa. El ejercicio verdaderamente integral, el que pone en juego todos los recursos individuales que concurren a la mejor realización de la actividad, encuentra su mejor expresión en el uso debido de esta libertad.

La tarea constante del educador es la organización de la libertad de acción de los niños. El maestro procurará, por todos los medios, que se presenten a los niños motivos nobles de actividad, intereses que les despierten actividades altamente educativas. Así queda garantizada una multiplicidad de ejercicio y la posibilidad de que el niño no se salga de las vías rectas de su formación. Por otra parte, la obra de colaboración estimula y encauza debidamente las energías desplegadas, permitiendo que se establezca una fuerte corriente de influencia entre los diversos individuos, responsables, cada uno por su parte, del buen resultado de la actividad total. Los mismos individuos se educan en muchos puntos que permanecerían inasequibles a la mejor previsión del educador que quisiera intervenir directamente, por propio esfuerzo de enseñanza y por acción de ejercicio regulado y sistematizado de antemano.

NOTA

(1).- Bulletin international de la protection à l'Enfance. Bruselas, febrero de 1924.

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