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TERCERA PARTE
La educación activa en la escuela actual
3.5 - La Geografía y la Historia
La enseñanza de la Geografía y de la Historia se prestan, en cierto modo, para ser dispuestas en agrupación de actividades, gracias a la conjunción de intereses hacia determinados aspectos de la vida humana que se compenetran en el lugar y el tiempo. En la escuela se podrán combinar los programas de ambas materias, buscando centros de interés y objetivos de actividad que den ocasiones e invitaciones para vivir y para comprender diversos puntos de uno y otro. La vida de los primitivos, la localización de diferentes pueblos y civilizaciones de la Antigüedad, las migraciones, son cuestiones de Historia que habrán de ir forzosamente acompañadas de la Geografía; las agrupaciones políticas de los hombres, la distribución de las razas y las religiones, el estado de los diversos pueblos actuales son temas que participan de la Geografía y de la Historia.
Los métodos de la escuela activa facilitan mucho la concentración de materias, y, gracias a ellos, los ejercicios de Historia serán completados con elementos geográficos, y viceversa, siempre que lo recomiende la formación integral de los alumnos y lo permita la índole del tema de que se trate. De la misma manera, el desenvolvimiento de la enseñanza de la Geografía y de la Historia se completará con temas de otras materias escolares que puedan servir para una mayor comprensión de los problemas que se propongan, y para una mejor realización de las actividades emprendidas; igualmente en los ejercicios cuyo objeto predominante sea otra materia, se acudirá a la parte geográfica o a la histórica, siempre que éstas puedan ser un auxiliar, aunque se evitarán las divagaciones que pudieran separar del objetivo de la actividad y amortiguar el interés del niño.
Aunque la Geografía y la Historia tendrán muchas ocasiones de manifestarse en las diversas actividades de la escuela que adopte los métodos activos, será bueno considerar los ejercicios escolares que de una manera más directa han de dirigirse a la parte de formación geográfica y a la histórica. Por esto vamos a examinar las principales adquisiciones que pueden servir para adaptar el programa de estas enseñanzas a las condiciones y exigencias de la educación activa, dentro de las posibilidades de la escuela actual.
La Historia ha de ser vivida en todo lo posible. Será bueno que se reproduzcan por medio del juego y de la presentación escénica los principales hechos característicos de las diferentes épocas. Los niños pasarán con sumo gusto un día junto a una gruta, haciendo vida prehistórica. Esto, que está en concordancia con las necesidades e intereses de la primera edad escolar, ofrece, al mismo tiempo, un gran recurso didáctico. Allí comprenderán los niños, de la mejor manera, las nociones referentes a la vivienda y al vestido de los hombres primitivos, los utensilios, los usos; allí podrán hacer fuego con yesca y pedernal, comer frutos silvestres, e incluso dedicarse a la caza o a la pesca. Toda la preparación que necesitará el objetivo vivir un día prehistórico representará una labor no pequeña en la escuela, buscando documentación, datos, grabados representativos de escenas prehistóricas o de objetos usados en aquellos tiempos remotos. Hay que reconocer que, tanto la preparación como la realización misma del objetivo, habrían de dar un sólido fundamento para la comprensión de la edad prehistórica, y una base de conocimiento y trabajo directos, garantía de una buena formación integal.
Objetivos de esta clase no son tan difíciles de alcanzar por los alumnos de una escuela. Incluso se podría proponer la construcción de una ciudad lacustre, como ha indicado el pedagogo suizo Schneider (1). Cuando se toman motivos de interés de índole tan compleja, el punto concreto del programa de Historia puede constituir un centro de actividad que vivifique enseñanzas de otro orden, y dé ocasión para completar cuestiones que quedarían inacabadas en otros programas. En las escuelas corrientes se dispone de pocos elementos para organizar centros de interés de gran alcance; pero la iniciativa del maestro puede suplir muchas deficiencias.
La representación de cuadros históricos dentro de la misma escuela, dando ocasión a verdaderas fiestas íntimas -en las que tal vez sea conveniente que no intervenga más que la gente de la escuela- permitirá seguir los grandes rasgos de la Historia, con un interés verdaderamente estimulante. Los hechos trascendentales, los usos y costumbres de las diversas épocas, la relación e influencia mutua entre los pueblos, todo reflejado en la vida cuyo cuadro se está formando, ha de colocar al niño en la mejor posición para conocer y juzgar los hechos históricos.
Otro recurso que está, de una u otra manera, al alcance de casi todas las escuelas actuales, consiste en la formación de museos históricos. Los niños pueden buscar toda clase de objetos antiguos que puedan dar algún dato o alguna orientación sobre el pasado; con ellos se pueden hacer estudios y análisis que tengan por objeto clasificarlos y ordenarlos convenientemente, explicando su significación y su valor histórico. Las descripciones, las explicaciones de hechos relacionados con los objetos, los croquis y mapas señalando la procedencia, etc., darán motivo para una actividad intensa. Las fotografías de los grandes monumentos históricos, sacadas de postales, revistas y publicaciones diversas al alcance de los niños, las reproducciones gráficas de los objetos característicos que se guardan en los museos, completarán la labor de preparación y aumentarán las colecciones del museo histórico escolar. Si a esto se añade la narración sintética escrita de los grandes hechos que se han sucedido en la Historia, la exposición de las características de cada edad con la formación de cuadros sinópticos, con gráficos y mapas de migraciones, de dominaciones políticas, de grandes viajes de descubridores, de las rutas históricas del comercio, etc., se tendrá un cúmulo inagotable de ejercicios interesantes para hacer vivir y comprender la Historia. La formación del museo histórico puede ser una obra en la que colaboren varias promociones de alumnos, aportando cada uno lo suyo, y dándose cuenta de lo realizado por las precedentes.
Por lo que se refiere directamente a la Geografía, hay que tener las excursiones como uno de los primeros recursos para dar a los niños motivos sentidos de actividad y una sólida base de experiencia. La preparación de la excursión, con el trazado de itinerarios, el razonamiento de las determinaciones que se tomen al formar el plan, da de antemano una serie de ocasiones para comprender interesantes cuestiones. Para esto es preciso que los planes de excursión y los itinerarios sean formados por los mismos niños, en colaboración con el maestro, que guía y aconseja con su experiencia y sus conocimientos.
Mi primera lección de Geografía, con muchachos de 11 a 14 años, consistió en el proyecto de ascensión a una montaña próxima, que todos los alumnos conocían, y a la que incluso alguno de ellos había subido. Procedentes de diversas escuelas primarias, los alumnos tenían adquiridas nociones de Geografía, distintas entre ellos, pero su insuficiencia y atraso era en todos bien evidente. Era necesario empezar de nuevo y desarrollar un plan completo.
El Cornón -así se llamaba la montaña en cuestión- tenía el pico más alto de los montes de la comarca, imponía a los habitantes el respeto de la superioridad y merecía apreciaciones y dichos de todas clases, en los que ya habían empezado a tomar parte los muchachos, en contacto con sus mayores.
- ¿Vamos a organizar una excursión al Cornón?
- Si, sí, contestan todos.
- Es muy alto y se domina mucho terreno: incluso se llega a ver el mar, si no hay niebla, añade uno.
- ¿Qué altura tendrá sobre el nivel de la escuela? ¿Y sobre el nivel del mar?
Aquí unos cambian de opiniones y de apreciaciones. Se comparan alturas, se calcula en el encerado se consultan las cotas que da un mapa regional, se fijan las cifras pedidas. Cada alumno toma nota, en su cuaderno, de los datos que podrán serle útiles para trazar el plan de la excursión, o para realizar ésta, sin dejar pasar las citas que se han hecho referentes a las cosas que le interesan por diversos motivos.
Caminos que se pueden seguir para llegar hasta el pico, distancia, tiempo necesario, medios (algunos proponían ir en caballería hasta las cabañas o hasta la laguna). Todo se tiene que analizar, midiendo sus ventajas e inconvenientes, haciendo que domine el punto de vista de una excursión práctica e instructiva.
Se conviene en que hay que pasar por la cantera, seguir una serie de altas cascadas del río, pasar junto a un monte que se desmorona, las cabañas, unas fuentes abundantes que dan nacimiento al río, la laguna, para hacer luego la última parte de la ascensión entre rocas abruptas, entre las cuales queda la nieve hasta bien entrado el verano. Esto está todo marcado en la carta geográfíca.
Se hace un croquis con lo importante que habrá que ver, el camino a seguir; se calculan las distancias y, sobre el mismo croquis, se fija el horario, con los descansos y los lugares de comida, etc. No hay que decir los motivos de conocimiento que esto trajo consigo: orientación, comprensión de escalas, manejo de mapas, etc.
Luego vino la excursión misma, en pleno dominio de las cosas y de los fenómenos geográficos.
El ideal de la enseñanza de la Geografía se realizaría preparando y haciendo gran número de excursiones y viajes. Pero esto presenta una limitación muy grande. Apenas se puede pensar más que en un número corto de excursiones por las proximidades de la escuela. Salvo raras excepciones, no puede ser cuestión de viajes y excursiones lejanas. Sin embargo, queda un recurso; la imaginación ofrece elementos de gran valor, y es preciso aprovecharlos. Se pueden muy bien preparar excursiones imaginarias, con toda clase de informaciones y detalles, como si se tuvieran que realizar. También se puede viajar imaginariamente, siguiendo itinerarios precisos, apoyándose en notas escritas por viajeros, en grabados, postales, proyecciones, mapas, etc.
Los niños sienten, en general, un interés muy grande por los viajes imaginarios. La sucesión de hechos que hablan a su fantasía y facilitan el vuelo de su espíritu hacia lo desconocido, parecen responder perfectamente a las necesidades de desenvolvimiento mental. Incluso en la lectura de notas de viaje, los niños se personifican en las descripciones y se hacen actores imaginarios de las peripecias reseñadas. Los simples relatos de exploradores y expedicionarios, en que aparece la actividad enérgica, la lucha, el sacrificio, la emoción, responden perfectamente a las necesidades de expansión del niño, sobre todo en los grados escolares medios y superiores, llevándole a un vuelo del espíritu que le hace vivir imaginariamente las impresiones experimentadas por los narradores, ante los fenómenos geográficos.
Las ventajas que reporta este trato y familiarización con las cosas relativas a los viajes no se refieren sólo al conocimiento fundamentado de las cuestiones de Geografía. Tal vez el papel más importante del viaje en la escuela -aunque no pueda hacerse en realidad y tenga que vivirse imaginariamente en guías y relatos de viajeros, en proyectos de itinerarios- está en la formación humana general que proporciona. La multitud de problemas que hay que resolver para trasladarse de un lugar a otro de la tierra, la intensidad de atención que hay que poner ante las cosas que se desenvuelven alrededor del viajero, la variación de impresiones, el cambio continuo de ambiente y la necesidad de sucesivas adaptaciones son cosas que estimulan enormemente al desenvolvimiento del individuo. Todo el mundo reconoce el alto valor educativo del viaje, y los maestros han de aprovechar todos los elementos que estén a su alcance (lecturas, proyectos de viaje, preparación de itinerarios con croquis, mapas, etc.) para dar ocasión a sus alumnos, de vivir, en cierto modo, el ambiente de los viajes, animado por el calor de la imaginación.
Por otra parte, el programa de Geografía encontrará infinidad de ocasiones para desarrollar muchos de sus puntos en las cuestiones políticas, económicas y sociales del día. Cuando surge un conflicto internacional, o una crisis económica se suele suscitar el interés de información; todos los antecedentes geográficos que tiendan a explicar el origen y a comprender el desenvolvimiento de estos fenómenos son esperados con interés. Para esto no habrá que limitarse a la simple aportación de datos por parte del maestro. Los niños han de buscar, por su parte, todo lo que pueda esclarecer la cuestión, en periódicos, revistas, libros, mapas, etc., haciendo, entre todos, la clase.
Recuerdo los motivos de acción y de conocimiento geográfico que se suscitaron a propósito del conflicto provocado por la isla de Aland entre Suecia y Finlandia, poco después de constituida la Sociedad de Naciones, a propósito de los socorros para combatir el hambre en Rusia y Siberia, y a propósito de un sinfin de acontecimientos y de problemas sobre los cuales nos informaba la prensa.
Es bueno que en todas estas cosas el alumno tome la parte más activa posible. Se puede hacer que cada muchacho presente un trabajo referente a la cuestión que se estudia, acompañándola de croquis, mapas, gráficos y cuadros explicativos. Lo mismo se puede recomendar en lo referente a las excursiones. Es conveniente que el niño vea una finalidad concreta a la labor de información y de observación, aunque de por sí le sea interesante. Si en el curso de la busca de datos sobre el acontecimiento interesante el alumno piensa que ha de preparar una disertación o una memoria, el interés se intensificará y se concretará en acciones más definidas. Si durante una excursión el niño lleva la preocupación de hacer una reseña, de recoger una serie de croquis y dibujos, de reproducir con barro, en miniatura, una montaña o un valle, el interés se multiplicará, y la atención se concentrará en lo que pueda conducir al objeto deseado.
Todas las actividades algo complicadas, y las que hayan de ocupar al niño por un tiempo algo prolongado deberán tener estos objetivos concretos, por los cuales el individuo se libera del vagar indiferente a que le someten las solicitaciones de las cosas externas, para convertirse en señor de su atención, francamente orientada a sus intereses concretados.
NOTA
(1).- Véase el esbozo de una lección de historia en J. Fontègne, Manualisme et Éducation, pág. 233. Eyrolles, París, 1923.
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