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TERCERA PARTE
La educación activa en la escuela actual
3.6 - El dibujo. Los trabajos manuales.
En los capítulos anteriores hemos tenido ocasión de ver cómo los trabajos manuales y el dibujo están en íntima relación con la mayor parte de las enseñanzas escolares, animándolas, dándoles objetivos concretos, proporcionándoles formas sensibles. Ésta es, tal vez, la función principal que, lo mismo los trabajos manuales que el dibujo, han de tener en la escuela.
Dibujar por dibujar, trabajar por trabajar representa una aberración; y, sin embargo, así se dibuja y así se hacen los trabajos manuales en la mayoría de las escuelas corrientes. ¡Como si no se tuviera necesidad del dibujo y del trabajo manual en una gran parte de las actividades escolares; como si no hubiera excelentes objetivos en la vida de la escuela!
¡Cuántas veces se obliga a copiar una serie de modelos puestos en un cuaderno o en una carpeta (1)! Concedamos que se haya modernizado la enseñanza del dibujo, y que, en vez de copiar dibujos hechos, se dibuja del natural. Así se explota el gusto que tiene el niño por pintarrajear y producir formas, sin aprovecharlo debidamente para su formación integral. No hay derecho a que se pierda una gran parte de la actividad, dibujando sin un motivo algo más perceptible para el niño, que el de aprender a dibujar. Hacer una serie de dibujos para ser rasgados luego, o para ser abandonados en un rincón donde se cubrirán de polvo, no es ciertamente una cosa muy halagüeña, ni muy estimulante para el trabajo. Eso, prescindiendo de que es muy dudoso que la copia de dibujos (lineal o de figura), o la reproducción simple de objetos del natural sea una buena iniciación en el dibujo que han de utilizar la generalidad de los alumnos.
Existen niños que sienten un verdadero placer en el dibujo mismo, y podrán dibujar por dibujar, hasta cierto punto; pero otros no experimentan este goce en el dibujo en sí, y necesitan de una finalidad concreta que haga determinar su acción; de lo contrario, se aburren, se hastían. Los primeros ponen por sí mismos la finalidad concreta interesante, buscando perfeccionamientos, continua superación en sus propias técnicas y habilidades. Los segundos necesitan del móvil mediato que ha de presentarles el dibujo como necesario. Sin embargo, también los primeros son muy sensibles ante la presencia de móviles de esta clase, intensificando su interés y su trabajo.
Tenemos, pues, dos problemas que resolver en la adaptación de la enseñanza del dibujo a las exigencias de la educación activa. Por una parte, hay que aprovechar el dibujo del niño para su formación integral, utilizándolo como medio para las otras enseñanzas que lo necesiten. Por otra, se trata de buscar móviles y objetivos que lleven al niño a dibujar con toda atención e interés, a fin de que adquiera, en las mejores condiciones, las técnicas del dibujo. Son dos problemas que se completan uno a otro, y que se pueden solucionar a un tiempo, dando a la actividad toda de la escuela los motivos y los centros de interés que atraen las energías formativas del niño, y poniendo convenientemente el dibujo al servicio de estos motivos de interés y de aquella actividad. Pero, ¿cómo ha de conseguirse en la escuela actual, tan llena de limitaciones y escasa de posibilidades de acción?
El dibujo es una actividad de aplicación tan extensa, que puede asociarse a casi todas las enseñanzas. Incluso algunos pedagogos prácticos lo utilizan en los primeros pasos de la iniciación aritmética, haciendo que los niños dibujen colecciones de objetos o de seres vivos, para familiarizarse con el número y hacer las primeras operaciones de cálculo. En la enseñanza de la Historia entra el dibujo con la reproducción gráfica de material arqueológico que haga referencia a las cuestiones que se van estudiando y a los motivos de interés del momento: en la Geografía, con el trazado de croquis, mapas, diseños de cosas exóticas, etc.; en las Ciencias físico-naturales, con la formación de gráficos de fenómenos y experimentos, con la representación de animales y plantas, etc.
Con todo, el centro de aplicación principal del dibujo en la escuela está en el trabajo manual; las construcciones, las elaboraciones, necesitan, por lo general, del proyecto dibujado. Incluso podemos considerar el dibujo como parte integrante del trabajo manual. Si el dibujo es un medio de educación que merece las atenciones debidas desde el punto de vista de la adquisición de técnicas especiales, los trabajos manuales son también un medio extenso de formación integral que, como él, se pueden poner al servicio de las demás enseñanzas escolares, y al mismo tiempo, pueden tener su finalidad y su interés dentro de sí mismos, con la adquisición de técnicas manuales. Pero, como, al fin y al cabo, las técnicas del dibujo pueden ser consideradas como manuales, podemos englobar el dibujo dentro de la denominación general de trabajo manual. Esta conjunción es tanto más justificada, cuanto que los mismos problemas que presenta el dibujo en la adaptación del sistema de la educación activa aparecen al tratar de los trabajos manuales.
Como innovación mínima necesaria en las escuelas actuales, el dibujo y el trabajo manual han de ponerse al servicio de las demás enseñanzas escolares. Si se tratase de adaptaciones de la escuela activa ideal, diríamos que tienen que ponerse al servicio de la formación integral, entendiéndose que no se tendría que pensar en desarrollar unos programas de enseñanza prefijados, pudiéndose, en cambio, organizar actividades de gran poder formativo, sin someterse a los marcos de las disciplinas teóricas. Mas no es este el caso en la mayoría de nuestras escuelas. En algunas no se ha dado todavía entrada a los trabajos manuales propiamente dichos; en éstas hay que contentarse con tomar las ocupaciones como auxiliar de las enseñanzas del programa. Otras llegan a admitir el trabajo manual como una de las tantas disciplinas rígidas y muertas. Esto, que en sí supone una concesión bien pequeña, permite un margen muy grande a las adaptaciones de la escuela activa. La existencia de la asignatura trabajos manuales facilita la organización de actividades de predominio corporal, y esto favorece mucho el desarrollo de los procedimientos activos en la enseñanza. Los trabajos manuales se prestan especialmente para preparar actividades atractivas y para animar las materias escolares. Entonces, no sólo puede hablarse de poner los trabajos manuales al servicio de las demás enseñanzas escolares, sino que también puede hacerse que todas las disciplinas de la escuela se dispongan para servir los fines del trabajo manual. Una vez más hay que proclamar la compenetración que debe existir entre las materias de enseñanza, y la unidad orgánica que debe presidir el desarrollo de las labores escolares; compenetración y unidad que han de ser respetadas en las adaptaciones del sistema de la educación activa, aunque continúen rigiendo los actuales planes de enseñanza.
Si la escuela en que queramos adaptar los nuevos métodos tiene establecido en su programa el trabajo manual, aprovecharemos muy bien la consideración que se le concede, para organizar abiertamente ocupaciones educativas e instructivas que utilicen en grande escala estas prácticas; pero de ninguna manera nos limitaremos a hacer una escueta clase de trabajos manuales. Por haber cometido este error, los trabajos manuales, que desde tiempo vienen recibiendo tantos plácemes de los pedagogos, han fracasado en muchas escuelas (2).
Esos trabajos manuales que se han introducido en los planes de enseñanza como ejercicios de disciplinamiento de la mano; esos entretenimientos de plegado, de recortado, de picado y tantos más que se presentan en tratados, ordenados y graduados, pero muertos, sin proponerse otra cosa más que someter al niño a una nueva materia de enseñanza, no pueden admitirse en educación activa. El trabajo manual, como el dibujo, como todo en la escuela, ha de obedecer a necesidades sentidas por el niño, ha de proponerse objetivos determinados que tengan una significación para el alumno. No ha de permitirse que una cosa tan fácil de obtener en el trabajo manual de los niños -por el continuo contacto con cosas concretas, por la naturaleza de las funciones que se ponen en juego- quede por más tiempo abandonada a la incomprensión y al fracaso.
Sobre todo, en las adaptaciones nuevas hay que tener atención en no correr el riesgo que han corrido gran número de escuelas que han adoptado el trabajo manual en su enseñanza.
No hay que olvidar que el trabajo manual, en vez de una disciplina que hay que enseñar, es un medio de formación general y un recurso para animar las actividades instructivas con objetivos palpables. Si la Geografía, la Aritmética, las ciencias, en la escuela no han de ser presentadas como esquematizaciones de conocimientos y seriaciones de disciplinas abstractas, mucho menos podrán tomarse los trabajos manuales como ordenación de ejercicios que tienden directamente a un virtuosismo de la mano y que no se aprovechan para la proyección de las necesidades de actividad creadora que tiene el niño. El trabajo manual es un proceso para conseguir fines determinados, que lo mismo pueden solicitar el concurso de las disciplinas mentales. No debemos insistir más en este sentido. Ya en el capítulo: 1.6 El juego, el trabajo y la enseñanza, señalamos esta función del trabajo manual en la escuela activa, y en casi todos los capítulos siguientes hemos hecho referencia a la misma cuestión desde diversos puntos de vista. Sin embargo, hay que dejar bien sentado el papel de los trabajos manuales que se hacen con finalidades propias, que no se propondrán intencionadamente para servir las necesidades de las demás enseñanzas y que más bien utilizarán de los conocimientos adquiridos para sus realizaciones. Aquí está la parte más peligrosa, lo mismo en el trabajo manual propiamente dicho que en el dibujo; aquí es donde se corre más el riesgo de caer en el trabajo por el trabajo y en el dibujo por el dibujo. Desaparecidos los objetivos de aplicación de estas actividades a la enseñanza animada de las diversas materias del programa, quedan el dibujo y el trabajo manual como enseñanzas propias, como adquisición de técnicas especializadas.
Éste es el punto de vista que se ha tomado principalmente al incluirlas en los programas escolares; y no hay duda que esta manera de concebir el trabajo manual y el dibujo en la escuela está muy justificada. Indiscutiblemente, es su aspecto más directo y constituye la expresión fiel del deseo de contribuir a la formación humana integral. Pero hay que ponerse en guardia para no hacer del trabajo manual y del dibujo una disciplina muerta. Toda vez que no existe el objetivo de ciertos puntos interesantes del programa de otras enseñanzas, el dibujo y el trabajo manual deben tener dentro de sí objetivos deseados por los alumnos. En lugar de series de ejercicios graduados y ordenados con el exclusivo objeto de aprender técnicas, los trabajitos de utilidad en la vida escolar o familiar del niño darán ancho campo de actividad. La confección y decoración de cubiertas para cuadernos y libros, de objetos de adorno para la escuela y la casa (portapostales, frisos, etc.), la construcción de tiestos para flores, cajitas para poner objetos, estantes, papeleras, cestos, calendarios de pared, juguetes, etc., ofrecen multitud de objetivos interesantes al trabajo manual y al dibujo.
Sobre este particular, y como hecho que prueba el interés que ponen los niños en los trabajos manuales y en el dibujo de aplicación, puede citarse el caso de unos alumnos de la Fundación Sierra-Pambley (Villablino, León), que terminadas las horas de clase, se quedaban espontáneamente en la escuela para seguir trabajando hasta que eran reclamados por sus familias.
En todas estas cosas hay que huir de la imitación servil, tratando de despertar iniciativas y de favorecer el desenvolvimiento de la personalidad. Para la decoración se encontrarán muchos motivos en los elementos naturales, haciendo que los mismos alumnos los adapten y desarrollen (hojas, flores, formas de animales, etc.).
Para la confección y construcción de objetos se procederá primero al análisis del uso que éstos deben tener y de los elementos con que se puede contar, formando los correspondientes esbozos y proyectos. La selección, la documentación, la busca de lo que más conviene a las necesidades del caso deben siempre acompañar a los trabajos, muchos de los cuales no serán más que ensayos que habrá que perfeccionar. Se trata de hacer presentar en todo momento los recursos intelectuales, de dar salida a las energías creadoras, de estimular la capacidad inventiva y organizadora... Todo esto se puede conseguir sin disponer de taller y de herramientas costosas: está perfectamente al alcance de todas las escuelas.
NOTAS
(1).- En una escuela, que ha sido matriz de una serie de métodos y de formas originales vimos dibujar a los niños en un delicioso jardin, sentados de espaldas a un paisaje lleno de bellezas naturales y de monumentos históricos, copiando unos dibujos de carpeta pintados en un gran muro construído al efecto.
(2).- En el cantón de Ginebra (Suiza) se introdujeron, en 1886, los trabajos manuales en los programas de primera enseñanza; y, después de practicarse durante veinticinco años, fueron suprimidos porque no daban buenos resultados.
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