Los anarquistas Carlos Gide y Carlos Rist Introducción La doctrina anarquista es el producto de una fusión muy curiosa de las ideas liberales con las ideas socialistas. Del liberalismo toma su crítica económica del Estado, su exaltación de la libre iniciativa, su concepción de un orden económico espontáneo, y toma del socialismo su crítica de la propiedad y su teoría de la explolación de los trabajadores. Pero, aun cuando las combina, o precisamente porque las combina, las excede a los dos. El liberalismo, incluso el más extremado, el liberalismo de un Dunoyer, por ejemplo, reserva al Estado una función esencial: la de productor de seguridad. Como verdadero burgués de 1830, Dunoyer ve en el orden la necesidad primordial de la sociedad (1). Armados de las críticas socialistas, los anarquistas rechazan esta última función del Estado, porque, a sus ojos, la seguridad de que habla Dunoyer es únicamenle la seguridad de los propietarios, el orden que necesitan las clases poseedoras para defenderse de los ataques de los que nada tienen. Por otra parte, los socialistas -excepto Fourier, tal vez- (y los anarquistas reivindican a Fourier como uno de los suyos), si bien combaten la propiedad, reservan, no obstanle, al Estado una función formidable: la dirección de toda la producción social. Y armados esta vez de las críticas del liberaiismo, los anarquistas rechazan esta nueva función del Estado, cuya incapacidad administrativa y económica les parece bien demostrada. La libertad sin el socialismo -dice Bakunin- es el privilegio, la injusticia; y el socialismo sin libertad es la esclavitud y la brutalidad (2). Nadie, pues, podrá extrañarse de ver que a la terminación de este libro consagremos algunas páginas a una doctrina que opera la fusión de las dos grandes tendencias sociales entre las que se reparte todo el siglo XIX. Observemos, sin embargo, que no es la primera vez que nos tropezamos con ella; Proudhon la había ya formulado y bautizado (3). Proudhon, es efectivamente, el verdadero padre del anarquismo moderno. Y no es que remontándonos más arriba en la historia de las ideas no podamos descubrir doctrinas semejantes por ejemplo, en Godwin, a fines del siglo XVIII; pero se trata de manifestaciones aisladas (4), mientras que las relaciones del anarquismo proudhoniano con el anarquismo político y social de estos treinta últimos años, pueden seguirse muy bien sin temor a extraviarse. No sólo es sorprendente la analogía de las ideas, sino que, además, su transmisión de Proudhon a Bakunin y luego a Kropotkin, a Reclus y a Juan Grave es fácil de demostrar. Al lado del anarquismo político y social, que constituye el principal objeto de este capítulo, se ha desarrollado otra forma de anarquismo, la filosófica y literaria, cuyo carácter más definido es una exaltación casi morbosa del yo. Esta doctrina ha tenido su nacimiento en Alemania y su representante más conocido es Max Stirner, cuyo libro, titulado El Unico y su Propiedad, se publicó en 1844 (5). Es, pues, contemporáneo de las primeras obras de Proudhon. Largo tiempo olvidado, después de haber obtenido, a raíz de su aparición, un éxito ruidoso pero efímero, este libro ha sido desempolvado, como vuelto a descubrir, cuando las ideas de Nietzsche hubieron conseguido la gran popularidad literaria de que gozan hoy en día. Entonces se cayó en la cuenta de que Nietzsche había tenido un precursor -cuya existencia ignoraba probablemente él mismo-, y Stirner ha alcanzado una celebridad póstuma, considerándosele como el primero de los inmoralistas. No está fuera de lugar que digamos algunas palabras sobre él, siquiera sea para señalar las diferencias esenciales que distinguen su doctrina del anarquismo de Proudhon, de Bakunin o de Kropotkin (6).
Notas (1) Véase, por ejemplo, su articulo Gobierno en el Diccionario de Coquelin y Guillaumin. (2) Bakunln: Obras, tomo 1, pág. 59 (Federallsmo. Socialismo y Antiteologismo) Véase, cliqueando sobre las letras en azul, Bakunin, Miguel, Federalismo, socialismo y antiteologismo, México, Biblioteca Virtual Antorcha, segunda edición cibernética, enero del 2003, captura y diseño, Chantal López y Omar Cortés. (3) Véase, cliqueando sobre las letras en azul, Gide, Carlos y Rist, Carlos, Proudhon y el socialismo de 1848, México, Biblioteca Virtual Antorcha, primera edición cibernética, junio del 2011, captura y diseño, Chantal López y Omar Cortés. (4) Adier, en su articulo Anarchismus en el Handworterbuch der Staatswissenschaften y en su Geschichle des Sozialismus und Kommunismus (1899, primera parte, única publicada), pone de manifiesto que el ideal anarquista es de todos los tiempos y se remonta hasta la filosofía griega, (5) El título alemán es Der Einzige und sein Eigenthum. La obra fue reimpresa en 1882 y luego en 1893, habiendo sido traducida al francés en 1902. Stirner es, además, el autor de las traducciones alemanas de Adam Smith y de Juan Bautista Say. Acerca de la vida de Stirner y del medio en que ha vivido, se podrán encontrar indicaciones muy interesantes en la obra de su discípulo J. H. Makay, titulada Max Stirner sein Leben und sein Werk (Berlín, 1898, 260 páginas). De él tomamos nosotros los pocos datos que consignamos en el texto. El verdadero nombre de Stirner era el de Gaspar Schmidt. Nació en 1806 en Baireuth (Baviera), y murió en Berlín, en 1856, en la última miseria y en medio de un abandono casi completo. Sobre las ideas de la izquierda hegeliana, y sobre Stirner se leen con interés los artículos de Saint-René Taillander, publicados en la Revue des Deux Mondes, entre los años 1842 y 1850. (6) Habrá quIen se extrañe, tal vez, de que no hablemos aqul de Nletzsche, ya que vemos en él a un sucesor de Stirner. Pero, en realidad, Nletzsche es casi exclusivamente filósofo y moralista, mientras que el lIbro de Stirner, por el contrario, tlene un alcance principalmente social y político. Ya lo confesamos, la obra de Stirner no tiene sino una relación sumamente remota con la Economía Política; con mayor razón podría figurar, sin duda, en una historia de las doctrinas políticas. El examen de las ideas de Nietzsche nos arrastraría todavía más lejos de los límites que circunscriben el campo propio de esta historia, la cual no lleva aparejado consigo, como es natural, el estudio de todas las doctrinas individualistas.