Por qué hay que afiliarse al Partido Antirreeleccionista
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¿En donde está el mal? ¿Quién es el culpable?
Atribuir al General Díaz y a su gobierno todo lo bueno que puede encontrarse en México en los distintos órdenes de la actividad nacional, y al pueblo o a cualesquiera otras causas, todo lo malo y todo el cúmulo de miserias que lo afligen, es una mentira incrustada a martillazos en la conciencia de la mayoría, por la perseverante tenacidad de los privilegiados en connivencia con el sostenedor del régimen autocrático.
Lo saben bien los que han medrado a la sombra de la ilegalidad; ellos se lo guardan porque su interés y su miedo así se los aconseja, y de este modo continúan barrenando en la conciencia de las masas para dejar fijado definitivamente aquel embuste y sobre él basarse para declarar, urbi et orbi, que aunque políticamente la nación está a la altura de Persia, según juicio de un extranjero, vivimos en el mejor de los mundos, y que el sistema de gobierno que más se adapta a la inferior condición del pueblo mexicano, es aquel que mantiene al individuo en perpetua tutela política.
La influencia de tan burdo error la estamos palpando en estos días. La posibilidad de un cambio próximo en los altos funcionarios de la República, conmueve profundamente a los que se interesan por los asuntos vitales del país. Ambiciones de toda índole empiezan a robustecerse; las pasiones más ruines y anti-patrióticas principan a desencadenarse. El pueblo consciente se da perfecta cuenta de que en las altas regiones oficiales, se trama un nuevo complot que tiene por mira implantar a perpetuidad el sistema de la fuerza, a despecho de las exigencias de la civilización y del progreso alcanzado por el país en un período de paz de un tercio de siglo, cosa que los mismos sostenedores del gobierno personalista se han encargado de hacerlo saber a las naciones civilizadas del orbe.
Es por esto que los ciudadanos independientes ya se aprestan, sin más escudo que la ley, para evitar ese atentado. Otros gntpos más impacientes han dado a sospechar que resistirán con armas iguales, es decir, con la fuerza.
Tales síntomas están sembrando una justa alarma que indudablemente aumentará cuando el desenfreno de las pasiones haya alcanzado todo su funesto desarrollo y nadie puede prever la gravedad de sus consecuencias.
Pues bien, nosotros preguntamos, ¿a quién se debe la tirantez de esta situación? Los actuales detentadores del poder y los que creen que están abocados para llegar a él, exclaman: Todo el mal viene del pueblo, que en el tiempo, aun dista varias centurias de la democracia. Le ha bastado una simple promesa de que se le darán liben:ades para que de los bajos fondos de su alma anárquica, hayan brotado los gérmenes de la rebelión y de la indisciplina que lo 'caracterizaron en pasadas épocas y que creíanse bien muertos.
Nosotros sostenemos con firmeza, que tan grave cargo no está justificado y que el único autor de lo que está ocurriendo y de todo lo que pueda ocurrir de grave en un futuro próximo, si no se adopta una política más franca, es el General Díaz. Demostrémoslo. El ha declarado ante el mundo, por medio de la prensa americana, lo siguiente:
Vería con gusto que en la República surgiera un partido independiente -ha dicho el General Díaz, según Creelman-. Si apareciera, lo miraría como una bendición y no como un mal. Y si fuera capaz de desarrollar poder bastante para gobernar y no para explotar, me pondría a su lado, le ayudaría, lo aconsejaría, y me olvidaría de mí mismo en la inauguración feliz de un gobierno completamente democrático para mi patria.
El pueblo mexicano tiene derecho a suponer y esperar que las anteriores declaraciones han sido hechas de buena fe, sin más objeto que confirmar una verdad y procurar el bienestar del pueblo que se gobierna, reconociéndole aptitudes para regir sus propios destinos.
Sin embargo, todo el mundo está convencido de lo contrario. La misma prensa del Señor Corral, quien se dice leal amigo del General Díaz y que colabora en su política, ha contribuído a disipar toda duda, publicando en el periódico Actualidades, correspondiente al día 4 de Junio, una caricatura y un artículo explicativo, intitulados En nuestro escenario político.
Allí encontramos la revelación de que el General Díaz ha adoptado y está practicando, en pleno siglo XX, la política de los Médicis, la de Lorenzo el Magnífico, discípulo predilecto de Maquiavelo; es decir, la política que para nada tiene en consideración los intereses generales del país que se gobierna y sí los muy particulares del que los usa para mantenerse en el poder.
La confirmación de lo aseverado por Actualidades se encuentra en que la campaña iniciada a favor del Señor Corral, es eficazmente auxiliada por todos los Gobernadores, quienes antes que corralistas son porfiristas, y en el hecho de que en las manifestaciones de propaganda de los demás grupos políticos contendientes, éstos no han encontrado las mismas facilidades para sus trabajos y en ocasiones han tropezado con una seria oposición de parte de las autoridades.
Si el General Díaz hubiese sido sincero en sus palabras, ya habría declarado campo neutral todo el comprendido dentro de las esferas gubernamentales, y ya por medio de nuevas entrevistas o en las columnas de la prensa oficiosa, habría ratificado sus declaraciones hechas a Creelman.
No ha sido así y todo el pueblo se cree con razón engañado; siente que se le befa y se le hiere en su dignidad cuando ve que se está jugando con sus más delicados sentimientos, exponiéndolo al desprecio de las naciones, ¿y todo para qué? para contentar una ambición de mando nunca saciada.
Por eso la agitación del país, aun cuando sea anormal, es la ineludible consecuencia del antecedente que apuntamos.
De allí la insolencia de los corralistas, la efervescencia de los del bando contrario, las probabilidades de un serio conflicto entre el pueblo y el Gobierno si éste no da pruebas de imparcialidad.
Si el pueblo tuviese la certeza de que no va a ser burlado en las próximas elecciones ¿creeríais que los odios entre los reyistas y corralistas hubiesen alcanzado el punto en que se encuentran apenas iniciada la campaña? ¿Creeríais que no hubiesen surgido ya nuevos candidatos no contaminados de ideas absolutistas y con una mayor dosis de patriotismo?
¿No es acaso una bárbara injusticia atribuir al pueblo el aspecto amenazante que van revistiendo los acontecimientos?
(Publicado en el Anti-Reeleccionista, Organo del Centro Anti-Reelecdonista de México, de fecha 25 de julio de 1909).
Federico González Garza