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EL PORFIRISMO Y EL MADERISMO COMIENZAN A ACORDARSE DE QUE HAY POBRES. NO CEJEMOS, COMPAÑEROS

El maderismo se ha visto forzado a lanzar una mirada sobre la clase trabajadora, una mirada misericordiosa como la que lanza todo buen señor que después de llenado el estómago se echa a la calle con el propósito de dar algunos centavos a los primeros mendigos que encuentre.

El maderismo ve con rabia que las filas del Partido Liberal Mexicano aumentan día con día, se robustecen, se hacen más compactas. El maderismo ha observado que, por el contrario, sus filas decrecen, los proletarios desertan para unirse al Partido Liberal, y ahora se pone en campaña para evitar mayores deserciones en el futuro.

Comprendió el maderismo que su causa no era simpática a los trabajadores, porque los trabajadores ya no tienen fe en la República Burguesa que tanto promete y nada cumple, y buscan una organización de su clase que los salve de la esclavitud económica que es la base de la tiranía política.

Para evitar más deserciones de sus filas, el maderismo ahora promete comprar a los ricos algunas hectáreas de terrenos para entregárselas a los que les toque en suerte sacarse esa lotería.

Dice el maderismo que comprará esa tierra a los ricos, porque no quiere atacar el derecho de propiedad, el santo derecho de los señores burgueses cuyos intereses sostiene el maderismo.

Los trabajadores deben ver con desconfianza los halagos de la burguesía. Los ricos son los peores enemigos de los trabajadores. Lo que quiere el maderismo es tener muchos soldados en sus filas para que se encumbre Madero, esto es, quiere que el pueblo trabajador sirva esta vez como ha ocurrido siempre, de carne de cañón.

Díaz, lo mismo que el maderismo, espantado por el progreso notable del Partido Liberal Mexicano, también promete tierras. Como el maderismo, quiere también respetar el sagrado derecho de propiedad, y al efecto, el Tirano promete gastar ochenta millones de pesos en comprar tierras a los ricos para darlas a los que también tengan suerte en esa lotería, lotería decimos, porque no se dará la tierra a todos y cada uno de los habitantes de la República Mexicana, pues los famosos ochenta millones apenas alcanzarían para comprar unos cuantos centenares de hectáreas de terrenos insuficientes para los quince millones de habitantes que tiene México.

Los liberales no debemos cejar. La tierra mexicana debe ser para todos sin excepción de edad ni de sexo. Los liberales queremos la tierra libre para todos y tendremos que tomarla en la actual Revolución, pues si esperamos a que Díaz o Madero la den podríamos esperar toda una eternidad sin conseguirla. Los aspirantes a gobernantes saben prometer; pero no saben cumplir. Recordad compañeros en toda ocasión la célebre frase de Clémenceau que fue Jefe del Gabinete francés: Los pueblos no deben esperar ningún bien de los gobiernos; lo que hay que desear es que no hagan todo el mal que pueden hacer.

Hay que tener confianza en los rifles. Gracias a ellos los proletarios tomarán la tierra.

El porfirismo y el maderismo lo que quieren es favorecer a determinados capitalistas comprándoles tierras malas a altos precios, y esas tierras inservibles serán repartidas entre uno que otro de sus paniaguados, si acaso llega a hacerse eso, quedando en pie el Problema Social.

No desconfiemos de nuestra fuerza. Ved que ya se asustan los burgueses y tratan de arrojarnos una migaja de pan. Rechacemos indignados esa limosna. No necesitamos los desheredados que ellos nos den: tenemos puños y fusiles para tomar lo que necesitemos.

Ahora menos que nunca debemos desistir de nuestros propósitos. Ya comienzan a acordarse los satisfechos de que hay hambrientos, y se han acordado hasta que les hemos hablado con entereza. Nuestro lema debe ser: o toda la tierra o la muerte. No queremos limosnas.

Ricardo Flores Magón

(De Regeneración, 25 de marzo de 1911).


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