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TRABAJADORES, ABRID LOS OJOS
La prensa maderista, y, en general, la prensa burguesa, continúa en su tarea de desprestigio del movimiento del Partido Liberal Mexicano.
Protestamos una vez más, y no nos cansaremos de hacerlo, contra la absurda imputación de que los liberales pretendemos segregar la Baja California para entregarla a los Estados Unidos. No, mexicanos; no pretendemos hacer tal cosa. Nuestro movimiento es bastante amplio y no se reduce a la actividad revolucionaria en la Baja California. No se trata de un movimiento mezquino confinado en un rincón del país, sino de un amplio movimiento en casi todos los Estados de la República Mexicana. La prensa diaria de México, fijáos bien, habla de persecuciones a cuadrillas de bandidos en todo el país. No hay tales bandidos: son libertarios, son hombres generosos que no han depuesto sus armas ni las depondrán hasta que los trabajadores sean libres por medio de la toma de posesión de la tierra y de la maquinaria de producción, para el libre uso de todo ello por todos y cada uno de los habitantes. ¿Quién se ha preocupado por los pobres? ¿Bajo la férula de qué Presidente ha sido feliz la clase trabajadora?
Los gobiernos se han preocupado únicamente por el bienestar de las clases ilustradas y ricas. Para esas clases sí ha habido libertad; para esas clases sí ha habido bienestar. Para el pobre, lo de siempre: el cuartel, el presidio, la Ley Fuga, el trabajo agobiador, la miseria, el hambre y el desprecio de los que están arriba.
Tantos siglos de servidumbre y de tiranía han hecho que los liberales de hoy no confiemos en promesas de aspirantes a la presidencia... Todos los gobernantes que hemos tenido han ofrecido al pueblo la misma cosa: la libertad y la felicidad del pueblo. Torrentes de sangre ha costado al pueblo el encumbramiento de sus gobernantes, y el resultado ha sido siempre el mismo: la tiranía y la miseria.
El remedio no es el voto, mexicanos. El remedio está en vuestras manos: conquistar la emancipación económica. Libres de patrones y de capataces, seréis libres políticamente, porque la base de la libertad política es la libertad económica. Nuestros padres y todos los generosos luchadores por la libertad y la felicidad del pueblo mexicano, creyeron que la libertad política era bastante para conseguir la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad; pero la experiencia nos ha demostrado que la libertad política es una mentira más o menos bella cuando se trata de los pobres. Libertad política la hubo y muy amplia bajo la administración del Grande Indio Benito Juárez, y si interrogáis a vuestros padres sobre si fueron felices entonces, os contestarán que no. El Problema del Hambre estuvo en pie bajo la administración de Juárez como sigue estando hoy.
Eso se explica, porque los gobernantes, por bien intencionados que sean, no pueden acabar con la miseria. Para acabar con la miseria, es preciso que el gobernante ponga en poder del pueblo trabajador la tierra y la maquinaria de producción, y ningún gobernante puede hacer tal cosa desde el momento en que los gobiernos están instituidos precisamente para velar por los intereses de la clase capitalista.
Es una ilusión figurarse que el gobierno es la representación del pueblo. El gobierno es la representación de la clase capitalista. El pueblo trabajador no hace otra cosa que nombrar como gobernante a quien las clases ilustradas y ricas quieren imponer. Es en los bufetes de los abogados, en las oficinas de los comerciantes y de los dueños de negociaciones de todas clases donde se escogen los hombres que han de tener por misión el gobierno del país, y de esos bufetes, de esas oficinas no pueden salir hombres pertenecientes a la clase trabajadora, sino simples burgueses cuyo interés no es otro que prolongar la agonía de los humildes, que refrenar las ansias de libertad y de justicia de los proletarios, que tener en la ignorancia y en la miseria a los trabajadores, convencidos de que el hombre se envilece por la miseria y el sufrimiento, y un hombre envilecido no piensa en su redención.
Mexicanos: se os engaña cuando se os dice que con el derecho de votar váis a ser libres. Comprended de una vez que hay dos clases sociales que no tienen nada de común: la de los ricos y la de los pobres. Los ricos quieren que siempre haya pobres porque gracias a la desigualdad social pueden vivir en la holganza. Los pobres, por el contrario, no quieren que haya ricos, porque sin ellos no habrá quien los explote.
Entre estas dos clases debe existir necesariamente un estado de guerra hasta que los pobres tomen posesión de la tierra y de la maquinaria de producción, cosa que no se logrará por medios pacíficos, sino por medio de la violencia. Los que tienen en su poder la riqueza; no van a consentir en que se les despoje de ella, y si esperásemos que por medio de la ley se declarase la expropiación de los bienes que detentan los ricos, sería tanto como pretender un imposible. Contra una ley semejante, se levantarían en armas todos los explotadores.
En vista, pues, de una reacción de la burguesía para defender sus bienes, el Partido Liberal Mexicano considera que es indispensable que los desheredados hagan uso de la fuerza para obtener los bienes materiales que se necesitan para ser verdaderamente libres.
Ni Madero ni ningún otro hombre podrá hacer libre a la clase trabajadora; es la clase trabajadora misma la que tiene que luchar por su libertad uniéndose resueltamente al Partido Liberal Mexicano que está propuesto a no rendir las armas, pues por medio de ellas tendrá que arrebatar de las manos de los poderosos estos dos grandes bienes que tiene inscritos en la gloriosa Bandera Roja: Tierra y Libertad.
Ricardo Flores Magón
(De Regeneración, 24 de junio de 1911).
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