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LA NECESIDAD DEL MOMENTO

De uno a otro confín del país se extiende nuevamente la Revolución. ¿Por qué? ¿No es Madero el ídolo de las multitudes? Sí, fue el ídolo, cuando prometió dar tierra a todos; cuando dijo que era el amigo de la clase trabajadora para que ésta diera su sangre, primero, y sus votos, después. Está ya en la silla presidencial; la tierra no aparece; la amistad a la clase trabajadora, tampoco. Todo fueron promesas, promesas, promesas.

El pueblo tenía hambre antes de la Revolución, y sigue teniéndola. Es, pues, completamente natural que el movimiento revolucionario se haga cada vez más agudo y tomará mayor fuerza en Diciembre, Enero y Febrero, meses de miseria extrema y de frío.

Esta etapa revolucionaria será la más sangrienta, porque el imprudente Madero ha declarado que tendrá una mano de hierro para castigar a todos los rebeldes sin consideración de ninguna clase. Esta valentonada le costará la cabeza. No todos pueden hacer lo que Porfirio Díaz hizo. Madero es tan malvado como Díaz; pero le faltan el indiscutible talento y la avasalladora energía del viejo tirano. Una amenaza de Díaz, hacía temblar; una amenaza de Madero, tienta a risa.

¿Con qué elementos cuenta Madero para sobreponerse a la situación? Con unos cuantos babosos que se han adherido a él como el molusco a la roca. Gente como José de la Luz Blanco y otros por el estilo. Eso por lo que respecta al llamado Ejército Libertador. En cuanto a los antiguos federales casi todos están a favor del General Bernardo Reyes.

Tres bandos, enemigos entre sí, están levantados en armas: los liberales de la Bandera Roja; los reyistas y los vazquistas. Probablemente, reyistas y vazquistas se unirán al fin, pues ambos son ramas de la burguesía. Vamos a quedar otra vez solos los liberales contra los rebeldes burgueses y los esbirros de Madero; pero en distintas circunstancias. Nuestra lucha fue penosa dentro de la revuelta de Madero, y, después, dentro de ese periodo terrible para los nuestros que comenzó con la huida de Díaz al extranjero y concluyó con la exaltación de Francisco I. Madero a la Presidencia de la República. El nuevo periodo será muy distinto. La idea de la expropiación de los bienes que detentan los ricos, está no solamente muy arraigada ya en las masas populares, sino que ha sido llevada a la práctica en muchos Estados de la República. La Revolución Social tiene, pues, un cimiento sólido.

Ahora lo que se necesita es que los desheredados seamos todos firmes, que estemos siempre con los de nuestra clase, que no nos dejemos sorprender por los partidos burgueses. Todos los pobres debemos tener bien presente, que el hecho de derribar un tirano y poner otro, es la peor estupidez que pueden hacer los pueblos. Todos los hombres que aspiran al poder, hacen promesas y más promesas, que quedan sin cumplirse. Madero ofreció la mar de cosas antes de subir al poder; ahora dice que lo que prometió no puede ser cumplido porque no se pueden arreglar las cosas en un solo día o porque se necesita que un Congreso lo faculte a hacer tales y cuales reformas, etc., etc., pues pretextos nunca les faltan a los embaucadores del pueblo. Total: que el pueblo tiene hoy más hambre que ayer y que necesita levantarse en armas para que esta situación mejore. Los inconscientes se van con Reyes y con Vázquez Gómez; los conscientes se afilian a nuestro Partido que es el que está compuesto de proletarios.

Este es el momento de tomar resueltamente algún lado en la contienda. Los burgueses y los aspirantes a tener un puesto, que se marchen con Reyes, con Vázquez Gómez o con el mismo Madero; pero los honrados, los que no quieran pesar sobre sus semejantes, los que aspiren a ver a sus hermanos de trabajo libres y contentos, sin hambre ni desnudez en los hogares, que se agrupen bajo la Bandera Roja del Partido Liberal Mexicano y se lancen a completar la obra de los dignos habitantes de las regiones en que la expropiación ha comenzado, expropiando también y poniendo en práctica los principios salvadores enunciados en el Manifiesto de la Junta del 23 de Septiembre del corriente año.

Los que se consideren burgueses, con la burguesía; la plebe, la masa desheredada, los que sufrimos tanto el despotismo de la Autoridad como la tiranía del Capital, con los nuestros. Cada quien con su clase y a luchar cada quien por los intereses de su clase. Los ricos son los naturales enemigos de los pobres. ¡Mueran los ricos! La Autoridad es el esbirro del Capital. ¡Abajo la Autoridad!

Madero cuenta con el apoyo de los capitalistas americanos para perpetuar su despotismo. ¡Muera el bandido Madero!

¡Arriba la plebe! Pero no para llevar mandones a la Presidencia de la República, sino para tomar la tierra, las aguas, los montes, las casas, los instrumentos todos de trabajo, para que todos y cada uno de los habitantes de México trabajen sin necesidad de amos. La sangre está corriendo a torrentes: que no sea para encumbrar a otro Madero, sino para conquistar la libertad económica.

¡Arriba todos!

Ricardo Flores Magón

(De Regeneración, 2 de diciembre de 1911).


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