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LA CUESTIÓN SOCIAL EN MÉXICO

Pocos serán ya los que ignoren que el movimiento revolucionario iniciado por el Partido Liberal Mexicano en septiembre de 1906, y que continúa en pie, es un movimiento de carácter económico, que cada vez va siendo mejor orientado hacia una finalidad precisa: el comunismo. He dicho más de una vez, que la vida de las poblaciones rurales hasta hace pocos lustros, en México, era casi comunista. El apoyo mutuo era la regla entre los sencillos habitantes cuyas casas eran construidas por los vecinos del pueblo; las cosechas eran levantadas por todos; las escardas y otros trabajos en que se requería un mayor número de brazos que los de una familia, se practicaban en común; de uso común eran las tierras destinadas a la cría de los animales útiles; como de común uso eran las aguas del torrente, de la fuente, del lago, y, de explotación común el bosque cercano, la cantera de tepetate o de tezontle, el malpaisal para elaborar los metates y los molcajetes, los yacimientos de cal, de sal, etc., etc. La moneda no era necesaria para las transacciones de cada comunidad. El intercambio de productos y de materias primas era la regla, y solamente se necesitaba el dinero para llevar de la ciudad más o menos cercana lo que en el lugar no se producía, y casi siempre se obtenía ese dinero, llevando a la ciudad legumbres, materia prima, ganado, sal, cal, etc.; pero era bien poco lo que necesitaban en monedas, porque la pequeña industria de cada lugar producía casi todo lo necesario para el consumo de la comunidad. Apenas si se hacía sentir la Autoridad, la cual ha sido siempre odiada cordialmente por el pueblo mexicano. Pero llegó la hora del desarrollo industrial de México; grandes fábricas y talleres fueron establecidos; los hacendados, tentados por la codicia, comenzaron a robar las tierras de los pueblos, y entonces los que cultivaban para ellos mismos la tierra, tuvieron que cultivarla para los hacendados, y los que quisieron librarse de esa servidumbre, encontraron trabajo en las flamantes negociaciones de las ciudades, ganando salarios de hambre, sufriendo humillaciones mil, o emigraron hacia los centros mineros o al extranjero.

Un profundo malestar económico fue acentuándose entre el proletariado, y esto, unido a la tiranía política, tuvo como resultado la Revolución, la simpática Revolución que los políticos han tratado de aprovechar para los intereses de la burguesía, tentativa que, hasta el presente, ha sido hecha en vano, porque es tan poderosa el ansia popular por adquirir de nuevo sus tierras, es tan grande el odio que los proletarios sienten contra la burguesía ladrona, es tan intenso el rencor que los pobres abrigan contra la Autoridad, hay almacenada tanta hiel en los corazones de los humildes y es tan agudo el dolor con que los dientes del hambre atormentan los estómagos de los desheredados, que el movimiento, sobre tan firmes bases, con tan poderosas raíces, no puede morir ya: tiene que seguir adelante, arrollando todo lo que se oponga a su marcha ... Esta catástrofe es obra vuestra, cocodrilos del dinero, hienas del Estado: ¡sufridla! ...

Ricardo Flores Magón

(De Regeneración, 10 de febrero de 1912)

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