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ARTÍCULOS POLÍTICOS 1914

Ricardo Flores Magón

Selección de Chantal López y Omar Cortés

EL DEBER DEL REVOLUCIONARIO



Pensemos en el porvenir;
pensemos en los medios nuevos que se nos ofrecen, y aprovechémoslos.
Mas, para aprovecharlos, debemos recordar que una revolución no se produce según la linea precisa trazada por un filósofo o un poeta.
La revolución se produce de cualquier modo y se desarrolla en un sentido o en otro, según la fuerza que en ella obra.
Si para hacer la revolución quisiéramos esperar a que ella comience con un preciso programa anarquista o comunista, arriesgariamos esperar en vano.
La masa se volverá anarquista y comunista durante la revolución, después del comienzo de la revolución, no antes.
Nosotros debemos estar en todos los movimientos revolucionarios o que puedan conducir a una revolución, y trabajar para que los acontecimientos no tomen otro rumbo que el que nosotros deseamos.

Enrique Malatesta.

Hacemos nuestra la opinión de Malatesta. Además, los miembros del Partido Liberal Mexicano no nos conformamos con esperar a que comenzara la Revolución mexicana, sino que la forzamos, la precipitamos, para tener la oportunidad de encauzarla con la acción y con la palabra hacia el comunismo anárquico.

El número de compañeros que han luchado y luchan actualmente en México es la prueba de lo que decimos.

Los miembros del Partido Liberal Mexicano, a pesar de las persecusiones de que fuimos víctimas desde 1892, y de los asesinatos oficiales cometidos en buen número de los nuestros -pues bien sabido es que Porfirio Diaz dominó al pueblo mexicano con mano de hierro-, venimos inyectando a las masas populares el espíritu de rebeldía que hoy se muestra lozano y gallardo en México. Hicimos todo lo que pudimos por sacudir al pueblo, por hacerlo rebelde, e iniciamos los movimientos insurreccionales de septiembre de 1906 y junio de 1908, preparatorios del tremendo movimiento que comenzó el 20 de noviembre de 1910 y que todavía no termina, a pesar de que cayó un presidente, Porfirio DÍaz, y han escalado el Poder sucesivamente otros tres: Francisco L. de la Barra, Francisco I. Madero y Victoriano Huerta.

Naturalmente, como con claro talento opina Malatesta, no comenzó la Revolución con un preciso programa comunista o anarquista. Ha sido durante el grandioso movimiento cuando los miembros del Partido Liberal Mexicano nos hemos esforzado y nos estamos esforzando, y seguiremos esforzándonos por encauzar el movimiento revolucionario mexicano hacia el comunismo anárquico, como lo demuestran los actos de los compañeros en el campo de la acción; como lo prueba la propaganda que con la palabra y con impresos hacen los miembros del Partido, y como lo prueba la propaganda que hace REGENERACION. Además, el Manifiesto del 23 de septiembre de 1911, expedido por la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, es un programa de lucha contra el Capital, la Autoridad y el Clero, y de reconstrucción social sobre las sólidas bases del comunismo anarquista.

Muchos de los nuestros han muerto en la terrible contienda: Guerrero, Berthold, Pesqueira, la grande anarquista Margarita Ortega, Stanley Ulíbarri, Jiménez, Orozco, Tanguma, Cardoza, Fuentes, Sánchez, Guerra Chico, Pérez Peña, Cortés, Rincón, Lomas, Villalobos y cientos más que no mencionamos para no hacer interminable la lista de los mártires que han caído envueltos en la bandera roja de Tierra y Libertad. Todos esos miembros del Partido Liberal Mexicano tomaron parte en el movimiento revolucionario que convulsiona actualmente a México, para poner en práctica lo que tan sabiamente aconseja Malatesta:

Nosotros debemos estar en todos los movimientos revolucionarios o que puedan conducir a una revolución, y trabajar para que los acontecimientos no tomen otro rumbo que el que nosotros deseamos.

Otros muchos compañeros siguen tomando parte en el movimiento revolucionario, convencidos de que la masa se volverá anarquista y comunista durante la Revolución, después del comienzo de la Revolución, como opina Malatesta, y los resultados obtenidos hasta el presente hacen abrigar la risueña esperanza de ver muy pronto derrumbarse en México el sistema capitalista y autoritario.

Las operaciones actuales de los miembros del Partido Liberal Mexicano se extienden desde Sonora y Chihuahua, en el Norte, hasta el Sur de México. En Sonora, Juan F. Montero encauza el movimiento en la región del Yaqui, donde los habitantes insurreccionados se encuentran en posesión de Bácum, Pótam, Cócorit, Torin y otros pueblos, en los que ondea la bandera roja de Tierra y Libertad y han tomado posesión de las tierras comprendidas entre los rios Yaqui y Mayo. El número de rebeldes armados en esta región es de más de seis mil. En Durango, Domingo y Benjamín Arrieta, siguiendo los principios del Partido Liberal Mexicano, han entregado la tierra a los habitantes de las regiones que ocupan sus fuerzas, las que numeran no menos de cinco mil combatientes. En la región de Santa Rosalía, Estado de Chihuahua, los hermanos Epitacio y Cruz Treviño, con mil trabajadores, luchan de acuerdo con los principios del Partido Liberal Mexicano. En el Estado de San Luis Potosí, y extendiendo su actividad hasta el Estado de Zacatecas, los rebeldes Enrique Gaitán, Alberto Núñez y otros, ponen en práctica los ideales del Partido Liberal Mexicano. En los Estados de México, Michoacán, Guanajuato, Guerrero, Jalisco y Calima. operan Enrique Ortiz, los seis hermanos Pantoja, Próspero Espinosa y otros, que propagan sin cesar los ideales del Partido Liberal Mexicano, teniendo la costumbre esos compañeros de llevar consigo oradores que dirigen la palabra al pueblo al tomar alguna población, leen al pueblo el Manifiesto del 23 de septiembre de 1911, y en seguida lo invitan a tomar la tierra, la maquinaria, los medios de transportación y los efectos almacenados en tiendas, trojes, bodegas, etcétera, para beneficio de todos, hombres y mujeres. En el Estado de Guerrero, Jesús H. Salgado practica la expropiación en beneficio de todos y sigue los principios del Partido Liberal Mexicano. En los Estados de Morelos, Puebla, Oaxaca y en el resto del pais, numerosas guerrillas difunden las ideas de emancipación económica, política y social del proletariado, como están expresadas en el Manifiesto del 23 de septiembre de 1911.

Esta es la fuerza moral y física que obra en el seno del tiburón revolucionario, como el fermento que tendrá como resultado la destrucción definitiva del presente sistema, y la formación de la nueva sociedad de los libres y de los iguales.

El deber de los verdaderos revolucionarios del mundo entero es ayudar, con todas sus fuerzas, al movimiento mexicano, siguiendo así al pie de la letra las sabias palabras de Enrique Malatesta.

¡Adelante!

(De Regeneración, N° 192 del 13 de junio de 1914)

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