Índice de Carranza contra los trabajadores (Artículos políticos 1915) de Ricardo Flores MagónAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha

ARTÍCULOS POLÍTICOS 1915
CARRANZA CONTRA LOS TRABAJADORES
RICARDO FLORES MAGÓN

Anselmo L. Figueroa


El abnegado luchador con cuyo nombre encabezamos estas lineas, murió el catorce de junio de este año.

Luchador honrado, murió en la obscuridad, en el abandono, en la miseria. ¡En la miseria, precisamente en los momentos en que nuestros enemigos se enronquecían llamándonos explotadores!

Anselmo L. Figueroa formaba parte de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, y con los miembros de esta Junta sufrió persecuciones, miseria, calumnias, atentados, todo lo que un hombre honrado sufre cuando tiene el valor de decir la verdad y de ponerse del lado de la justicia.

Con los miembros de la Junta fue internado en el presidio federal de McNeil, Estado de Washington, reo del delito de fomentar la insurrección del trabajador mexicano contra el capital, la autoridad y el clero en México. ¡Lástima que los detractores de los trabajos del Partido Liberal Mexicano no hubieran sido los jueces que nos juzgaron, pues nos habrían puesto en libertad, convencidos como están de que no tiene este partido ninguna influencia en los asuntos mexicanos!

La sentencia de veintitrés meses de trabajos forzados que nos fue impuesta, fue para Anselmo una sentencia de muerte, porque en el presidio contrajo el mal que lo arrastró al sepulcro.

En vez de dársenos en el presidio los cinco dólares diarios y de pasarnos en él una vida regalona, como aseguran nuestros pequeños enemigos, se nos hacía trabajar bajo la lluvia y la nieve, a una temperatura glacial, en aquel lugar del extremo norte de este país. Nuestras ropas destilando agua, se secaban al calor de nuestros cuerpos por la noche, mientras dormíamos en nuestros calabozos. La alimentación que se nos proporcionaba no bastaba para que nuestros cuerpos recobrasen las fuerzas perdidas en las duras faenas del presidio.

Anselmo salió enfermo, agotado, aniquilado, y en medio de nuestra miseria no pudo obtener los cuidados médicos que su enfermedad reclamaba, ni los alimentos nutritivos que su debilitado organismo requería, sucumbiendo al fin a sus dolencias en Palomas, Arizona, a donde había ido en busca de un clima más favorable a su salud.

Anselmo pagó con su vida, con su valiosa e importante vida, en devoción a la causa de los oprimidos, de los pobres, de los que han hambre de pan y de justicia. La causa de la libertad humana ha perdido unp de sus mejores campeones. Modesto, desinteresado, abnegado, valiente, talentoso, orador elocuente, polemista admirable, no sabe el proletariado la pérdida que ha sufrido con la desaparición de este hombre bondadoso, de este luchador insuperable, todo corazón, todo cerebro.

Los que con ansia queremos que termine este sistema político, económico y social conocido con el nombre de sistema burgués, debemos imitar a Anselmo. El nunca se quejó de la miseria que sufría, sino de la miseria que sufrían sus hermanos de clase. En el martirio, cuando sus carnes amoratadas por el frío se iban saturando de la enfermedad que debía cortarle la existencia, su cerebro pensaba en los millones y millones de seres humanos que en el mundo sufren hambre, sed, desnudez, injusticia y en el fondo de su calabozo extendía los brazos como queriendo proteger con ellos a la humanidad que sufre. ¡Bello gesto de león encadenado que quiere defender a sus cachorros!

Compañeros, hermanos: la muerte de Anselmo deja en nuestras filas un vacío dificil de llenar. Desgraciadamente, las madres no paren Anselmos todos los días; las piedras preciosas no abundan como guijas, y ya que no es posible encontrar otro Anselmo, imitemos al mártir; hagamos esfuerzos poderosos por parecernos a él teniéndolo como modelo de luchador sincero y desinteresado.

(De Regeneración, del 2 de octubre de 1915, N° 206).

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