Indice de Cartas de Emiliano Zapata | Al coronel Fausto Beltran | Al general Genovevo de la O | Biblioteca Virtual Antorcha |
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Emiliano Zapata CARTAS
Al teniente coronel Gildardo Magaña Campamento en Morelos, 6 de diciembre de 1911. Estimado amigo: Tengo el gusto de enviarle, adjunto a la presente, el Plan de Villa de Ayala que nos servirá de bandera en la lucha contra el nuevo dictador Madero. Por lo tanto, suspenda usted ya toda gestión con el maderismo y procure que se imprima dicho importante documento y darlo a conocer a todo el mundo. Por su lectura verá usted que, mis hombres y yo, estamos dispuestos a continuar la obra que Madero castró en Ciudad Juárez y que no transaremos con nada ni con nadie, sino hasta ver consolidada lu obra de la revolución que es nuestro más ferviente anhelo. Nada nos importa que la prensa mercenaria nos llame bandidos y nos colme de oprobios; igual pasó con Madero cuando se le creyó revolucionario; pero apenas se puso al lado de los poderosos y al servicio de sus intereses, han dejado de llamarle bandido para elogiarlo. Fuimos prudentes husta lo increíble. Se nos pidió primero que licenciaramos nuestras tropas y así lo hicimos. Después dizque de triunfante la revolución, el hipócrita de De la Barra, manejado por los hacendados caciques de este Estado, mando al asesino Blanquet y al falso Huerta, con el pretexto de mantener el orden en el Estado, cometiendo actos que la misma opinión pública reprobó protestando en la ciudad de México, por medio de una imponente manifestación que llegó hasta la mansión del presidente más maquiavélico que ha tenido la nación; y al mismo Madero le consta la traición que se pretendió hacernos estando él en Cuautla y cuando ya se había principiado el licenciamiento de las fuerzas que aún nos quedaban armadas, acto que tuvimos que suspender precisamente por la conducta de Huerta al intentar atraparnos como se atrapa a un ratón. Después en Chinameca, el día 1° de septiembre último, se me tendió torpe celada por los colorados de Federico Morales con éste a la cabeza, de acuerdo con el administrador, y para colmo de todas las infamias se impuso como gobernador de este sufrido Estado al tránsfuga Ambrosio Figueroa, irreconciliable enemigo de este pueblo y uno de los primeros traidores que tuvo la revolución, y, por último en la Villa, mientras estábamos en conferencia de paz con Robles Domínguez enviado por Madero, se hace nuevo intento de coparme. Si no hay honradez, ni sinceridad, ni el firme propósito de cumplir con las promesas de la revolución, si teniendo aún algunos hombres armados que a nadie perjudicaban se pretendió asesinarme, tratando de acabar por este medio con el grupo que ha tenido la osadía de pedir que se devuelvan las tierras que les han sido usurpadas, si las cárceles de la República están atestadas de revolucionarios dignos y viriles porque han tenido el gesto de hombres de protestar por la claudicación de Madero, ¿cómo voy a tener fe en sus promesas? ¿Cómo voy a ser tan cándido para entregarme a que se me sacrifique para satisfacción de los enemigos de la revolución? ¿No hablan elocuentemente Abraham Martínez, preso por orden de De la Barra y con aprobación de Madero, por el delito de haber capturado a unos porfiristas que pretendían atentar contra la vida del entonces jefe de la revolución? ¿y Cándido Navarro y tantos otros que injustamente están recluidos como unos animales en las mazmorras metropolitanas? ¿A esto se le llama revolución triunfante? Yo, como no soy politico, no entiendo de esos triunfos a medias; de esos triunfos en que los derrotados son los que ganan; de esos triunfos en que, como en mi caso, se me ofrece, se me exige, dizque después de triunfante la revolución, salga no sólo de mi Estado, sino también de mi patria. Yo estoy resuelto a luchar contra todo y contra todos sin más baluarte que la confianza, el cariño y el apoyo de mi pueblo. Así hágalo saber a todos; y a don Gustavo dígale, en contestación a lo que de mí opinó, que a Emiliano Zapata no se le compra con oro. A los compañeros que están presos, víctimas de la ingratitud de Madero, dígales que no tengan cuidado, que todavía aquí hay hombres que tienen vergüenza y que no pierdo la esperanza de ir a ponerlos en libertad. Mucho le recomiendo lo de Abraham Martínez y la rápida salida de Gonzalo al norte. Tan luego como ambas cosas se arreglen, le estimaré se dé una vuelta por acá por tener asunto que tratar con usted. Espero sus prontas nuevas y me repito su afmo. amigo que lo aprecia. Emiliano Zapata
Señor teniente coronel Gildardo Magaña.
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