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EN POS DE LA LIBERTAD

Enrique Flores Magón

CARRANZA EL JESUITA



Todo gobierno, preséntese bajo la denominación que se quiera, y por más radical que pretenda o aparente ser, es, irremisiblemente, liberticida; es decir, asesino de la libertad.

Por necesidad, por naturaleza, por ley de propia conservación, lo es.

Ser lo contrario es no ser gobierno. Obrar de manera contraria es, para él, cometer suicidio. El gobierno tiene por fuerza que ser liberticida; o renunciar a ser gobierno; las necesidades de las clases privilegiadas, sus intereses, exigen la existencia de un poder que tenga a raya a la clase despojada, la no privilegiada, en sus esfuerzos por emanciparse; de ahí viene la creación del gobierno; y de ahí también que el gobierno tenga que ser por naturaleza liberticida, para matar la libertad del de abajo a favor del de arriba. Y estando el gobierno basado sobre una injusticia social, resulta en sí ser injusta también su existencia y sus funciones, y que, contra esa injusticia, como resultado natural, tenga que rebelarse el pueblo. En consecuencia, por ley de propia conservación, por propia defensa, el gobierno tiene que ser liberticida.

Se ve, pues, que por todos conceptos, el gobierno tiene que ser irremisiblemente liberticida.

El gobierno de Venustiano Carranza, no puede ser una excepción; que de serlo, según se ve por las conclusiones que he sacado, dejaría de existir. En ese caso, Carranza, en vez de ser Presidente de la República mexicana, sería una simple individualidad.

Carranza pretende no ser liberticida, sino libertario, es decir un hombre que ama la libertad en todas sus formas; y eso dista mucho de la verdad.

Lo que hace Carranza es seguir una política de jesuita. Encontrándose en un medio ambiente radical, tiene que aparentar jesuíticamente que él es también radical, o resignarse a no tener quien le siga, quien le suba al poder y quien le ayude a establecer un gobierno fuerte, capaz de ahogar en sangre las ansias de libertad del proletariado mexicano. Esta política, diré de paso, ha servido a Carranza para captarse las simpatlas y aún la ayuda en los campos de batalla, de millares de obreros de radicales tendencias que, engañados, ven de Carranza la máscara del libertario solamente, pero no el rostro del liberticida.

Carranza es falso, es jesuita, como buen político que es.

No hago tal aseveración por prejuicio, ni por sectarismo. Reconozco la honradez cuando ésta existe en campo enemigo.

Si las conclusiones lógicas que he procurado presentar anteriormente no son suficientes para convencer a los que de buena fe creen aún en Carranza, paso a dar hechos concretos que apoyan mi dicho.

Tomo de La Voz de la Revolución. diario carrancista publicado en Mérida, Yucatán, una circular que bajo el rubro: Con motivo de la huelga. Circular del Comandante militar a las imprentas, publica en su edición del jueves 4 de noviembre de 1915, y que es como sigue:

Por acuerdo de esta Comandancia manifiesto a usted haga saber a los empleados de su dependencia, que pueden volver a sus faenas en la confianza de que serán auxiliados por la policía contra cualquier ataque que intenten los huelguistas. De usted atentamente.

Constitución y Reformas.
Mérida, noviembre 3 de 1915.
El Comandante militar E. Recio.
El Secretario suplente Fernando Rosas M.

Al C. Gerente de La Voz de la Revolución.
Presente.

La circular citada demuestra que el gobierno carrancista, por más que aparenta estar a favor de los trabajadores, está de hecho a favor de los amos, de los de arriba, de los explotadores, de los privilegiados, como a todo gobierno corresponde estar.

Los compañeros tipógrafos de Mérida se han declarado en huelga buscando aún por medios pacíficos adquirir su mejoramiento económico porque, desgraciadamente, todavía no comprenden todos los obreros mexicanos que la única manera de conquistar su emancipación política, económica y social es el uso de las armas, combatiendo por Tierra y Libertad.

Los esquiroles, los quiebra huelgas, que el mismo medio de esclavitud económica forza aún a existir, se apresuraron a tomar los puestos de los huelguistas. Como es natural, éstos, los huelguistas, quieren impedir que los esquiroles trabajen, porque para hacerlo, al trabajar, les quitan a los huelguistas la manera de vencer a los amos, que tendrían que ceder a las demandas justas de los huelguistas si no encontrasen quien les hiciera el trabajo; porque bien sabido es que los amos, teniendo horror mortal al trabajo, no serían capaces de ponerse a hacerlo ellos mismos. Pero he aquí al gobierno de Venustiano Carranza que viene en apoyo de los patrones, de los explotadores, a quienes en pequeña circular dice en concreto lo siguiente:

Aconseja a tus esquiroles que vengan a trabajar, con la seguridad de que si los trabajadores huelguistas quieren impedirlo, mis esbirros repetirán el Río Blanco de Porfirio Díaz, es decir, los asesinará en masa.

¿Puede pedirse prueba más palpable de que Carranza está en contra de los intereses de los trabajadores?

Tengo otra prueba más de que Carranza es liberticida. Acabo de recibir carta de Monterrey, Estado de Nuevo León, controlado por Carranza, en la que se nos notifica que nuestros camaradas del grupo Pedro Kropotkin, han sido arrojados a la penitenciaría del Estado. Eso es atentatorio contra la libertad de reunión, libertad dizque garantizada por la Constitución que dicen respetar y defender los señores constitucionalistas o carrancistas. El pretexto para encarcelar a dichos compañeros cuyos nombres son: Maximino Juárez, Macedonio Oyervides, Tranquilino Hernández, Juan Ruíz y Juan Alvarez, miembros de la Casa del Obrero de Monterrey, fue el de suponer que prestaban ayuda a los profesores de la ciudad, quienes están en huelga por mejores salarios.

¿Puede pedirse otra prueba mejor de que Carranza es liberticida?

Pero hay más todavía. Desde hace ya muchos meses, desde que el carrancismo sentó sus reales en Nuevo León, están presos en la misma penitenciaría del Estado, en Monterrey, Juan Hernández García, Eleuterio Palos, Felipe Hernandez García y Esteban Montelongo, acusados, asombraos, de ser agitadores de los obreros. ¡Gran crimen ante los ojos de un liberticida!

¿No basta esta prueba también, para que por si sola demuestre que Carranza está contra la libertad de los pobres, de los obreros, de los oprimidos y explotados?

Pues todavía tengo otra prueba más de que Carranza es un jesuita y un malvado que está engañando al pueblo con sus fingidos radicalismos y sus leyecillas de repartición de tierras.

Traduzco de The Los Angeles Times, de esta ciudad, el siguiente despacho publicado en su edición del 30 de noviembre, próximo pasado:

Laredo, Texas.
Noviembre 29.

Un decreto expedido ese día por el Gobernador del Estado de Tamaulipas, prorroga el tiempo para devolver las haciendas expropiadas por las fuerzas constitucionalistas durante los dos pasados años, hasta fines de diciembre de 1915. Se da a los reclamantes hasta ese tiempo para presentar personalmente pruebas documentarias de sus derechos de propiedad ante el Gobernador en Victoria.

¿Qué demuestra la anterior noticia sino que Carranza le ha jugado el dedo en la boca al pueblo, simulando que expropiaba la tierra de manos de los burgueses en beneficio de los pobres, para después, como ahora, ya que se considerase algo fuerte, burlar al pueblo y devolver esas tierras a los que presenten sus títulos de propiedad; es decir a los mismos bandidos de cuyas manos se habían tomado a costa de tanta sangre y sacrificios de los pobres?

Otro despacho de Topolobampo, Sinaloa, publicado por el mismo periódico en la misma fecha, dice en la parte que nos interesa:

Las propiedades extranjeras están siendo aún retenidas por los indios (nuestros hermanos Yaquis), en los distritos adyacentes, pero las autoridades carrancistas aseguran que tan pronto como sean recobradas, serán devueltas a sus poseedores legales (los extranjeros, que adquirieron esas tierras por medio del despojo a los Yaquis).

¿Qué significa eso sino que Carranza se hace solidario en este caso de los despojos brutales cometidos por Díaz?

Todo lo anteriormente escrito demuestra que Carranza es un jesuita que ha estado, que está y estará, siempre que pueda, engañando al pueblo, al pobre, a los obreros, y que si queremos ser realmente libres y felices algún día, debemos ir todos los proletarios en contra de Carranza y de todo gobierno, y luchar ya no para encumbrar sobre nosotros otro tirano, sino para conquistar pan, Tierra y Libertad.

(De Regeneración, del 4 de diciembre de 1915. N°215).
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