Estamos actualmente batallando contra miles de dificultades que se nos presentan para llevar adelante la publicación del periódico a causa de la miseria espantosa en que nos encontramos; miseria terrible y penalidades enormes que le constan a muchos amigos que a diario vienen a visitarnos a estas oficinas y a nuestras habitaciones. El dinero que nos llega es tan escaso, que a duras penas alcanza para medio cubrir los gastos del periódico.

Esta miseria entorpece mucho nuestros trabajos porque, no teniendo para comprar más tipo de imprenta, el suficiente para poder hacer el periódico con menores dificultades, hace que nuestras labores aumenten, al grado de tenernos clavados en el trabajo no solamente todo el día, sino que también nos hace seguir de frente todas las noches hasta la una, dos o tres de la madrugada, y frecuentemente toda la noche, hasta que la fatiga nos rinde materialmente.

A ese trabajo excesivo, que venimos soportando diariamente, desde hace más de tres meses, añadido a la falta de alimentación siquiera mediana, se debe que mi hermano Ricardo Flores Magón se haya visto al borde de la tumba hace dos semanas y que su salud esté aún delicada; y a esas mismas causas se debe que yo también esté en deplorable estado de salud.

La misma miseria, también hace que no tengamos números suficientes ni con qué adquirirlos, para publicar la sección de administración, y que ésta se nos esté recargando más y más de semana en semana, así como que nuestra correspondencia, nuestros trabajos de organización y los demás que tenemos de propaganda, se retracen y entorpezcan.

Nadie, más que los compañeros que nos visitan y ven las cosas con sus propios ojos, puede imaginarse los grandes sacrificios, los trabajos, las angustias y penalidades que de nuestra parte representa cada número de Regeneración que publicamos.

¿Es justo que toda la carga quede sobre unos cuantos? ¿Acaso no tenemos todos el mismo deber de sostener la propaganda por Tierra y Libertad, puesto que su triunfo no beneficiará solamente a estos cuantos sino a todos en general?

Me disgusta, hermanos, hablar de nuestras penalidades, de nuestras angustias y de nuestras miserias; pero no puedo callarme más, porque veo el peligro que hay de que muera Regeneración por falta de un apoyo constante, y creo necesario que sepáis el estado miserable en que nos encontramos, para que os hagáis cabal juicio de la necesidad que hay de ayudarnos pecuniariamente con constancia, con la mayor frecuencia posible, para poder seguir adelante, porque nosotros, repito, estamos en la miseria debido a que dedicando todo nuestro tiempo, todos nuestros yos a la lucha, no nos resta libre ni una hora del día o de la noche para poder ir a arrancar a un burgués, por la buena o por la mala, siquiera un pedazo de pan para nuestros hijitos; mucho menos dinero suficiente para sostener nosotros solos el periódico como lo sostendríamos con gusto si pudiésemos.

He terminado, hermanos. Contestad ahora: ¿es justo que toda la carga quede sobre unos cuantos? ¿Es justo?

(De Regeneración, del 14 de diciembre de 1915. N° 216).

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