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EN POS DE LA LIBERTAD

Enrique Flores Magón

DEFENDÁMONOS



Uno de los derechos más sagrados que el hombre tiene es el de la libertad del pensamiento; y a la vez es uno de los más atropellados por los tiranos de la Tierra.

Nada hay que tema más un déspota que la libre expresión del pensamiento. Porque el pensamiento libre, emitido sin las trabas que origina la opresión, sin la mordaza corruptora del oro de los poderosos, es fiel intérprete de la verdad. Y la verdad es foco de luz que alumbra las tinieblas en que se ocultan los crímenes de los de arriba. Por eso es perseguida.

Un escritor que no castra su pluma vendiéndola a los de arriba y que sin temor expresa lo que piensa, tiene en ella una arma poderosa, capaz de levantar legiones de guerreros que destrocen tronos y trituren cabezas de tiranos, que destruyan templos y ajusticien embaucadores, que demuelan palacios y cuelguen burgueses que, en pocas palabras, arranquen para siempre y de raíz la causa de los males que aquejan a la mustia humanidad que al presente puebla a este planeta.

De ahí origina el tirano, que el embaucador y que el burgués odien al escritor honrado que sin temores y sin amordazarse con ventas vergonzosas, ponga su pluma al servicio de la verdad y la defienda y propague sin vacilaciones, sin cobardías, sin dobleces, sino atrevidamente, virílmente, honradamente, con el valor que inyecta en las venas la conciencia del cumplimiento de un deber, con la honestidad que emana de la verdad misma que se defiende y se propaga.

Por esa causa se persigue a Regeneración y a los que formamos su grupo editor, porque siempre ponemos nuestras plumas recias ya en las durezas del combate, al servicio de la verdad; porque saben los tiranos, los burgueses y los frailes que nuestras plumas honradas no se venden y que para callarlas, aunque sea momentáneamente, no tienen disponible otro recurso que la violencia.

Por esa causa, las autoridades postales americanas, instigadas por Carranza, quieren matar a Regeneración y atarnos las manos tras de las rejas de un calabozo. Porque somos estorbo con nuestros escritos voceadores de la verdad, en la obra vandálica, de opresión y de rapiña, que ven en el horizonte Carranza y sus turiferarios y los burgueses nacionales y extranjeros, principalmente americanos, si Venustiano Carranza logra amacizar su poder.

Porque nuestros escritos ajustados a la verdad destrozan al oropelado prestigio de Carranza y ponen en peligro el felíz éxito de las esperanzas acariciadas por Venustiano Carranza y sus aliados, de poder dominar al peón rebelado y ahogar en sangre sus aspiraciones de emancipación política, social y económica, se nos acecha y se procura matar a Regeneración, para quitarnos de las manos esa arma poderosa, y arrojarnos al fondo de un presidio, para sepultar a nuestro pensamiento entre las cuatro paredes de un calabozo, para maniatarnos con las cadenas odiosas del galeote.

¿Se consumará al fin el crimen? ¿Logrará el enemigo matar a Regeneración y llevarnos a presidio a sus editores?

En el empeño que tomen nuestros amigos, en la actividad que desplieguen en agitar contra de tal atentado, depende mucho que el enemigo triunfe o sea derrotado. Si la agitación persiste y crece a nuestro favor, nuestros adversarios muy a su pesar, tendrán que dejarnos tranquilos, tendrán que retroceder ante la actividad amenazante de los obreros que levanten su voz por todas partes en defensa nuestra.

Con gusto vemos que sigue creciendo la agitación contra el crimen de que se pretende hacernos víctimas. A más de las protestas que anotamos en nuestro número anterior, sabemos que han mandado las suyas a Washington los siguientes: de Arizona: Juan M. Uriarte; de California: Pedro Paulet, con cincuenta y tres firmas más; Carolina Santoyo, con nueve firmas; Isidro Solórzano, seis firmas; Alberto Téllez, siete firmas. De Cuba: José Saldevila, cinco firmas. De Colorado: Cayetano Andrade. De Kansas: G. Valdés. De Nuevo México: S. Santos. De Oklahoma: H.C. Cuellar, con treinta y ocho firmas. De Texas: Pablo S. García, Teodoro Velázquez y Juan Segovia, con cincuenta y una firmas; Manuel Lomas, treinta y siete firmas; O. Casarez, con setenta y tres firmas; José Palomino, con nueve firmas; Ascencio Soto, con treinta firmas.

Seguid agitando, compañeros. Organizad también mítines de protesta y dad noticia de ellos y de su objeto al autócrata de Washington. Haced que vuestras voces resuenen vigorosas y que vuestra actitud decidida detenga la mano criminal que quiere arrebatarnos a nuestro querido portavoz Regeneración.

¡Defendámonos! No dejemos arrebatarnos el derecho que tenemos de expresar nuestros pensamientos; no nos dejemos arrancar de nuestras manos la libertad de escribir y de llevar con nuestros escritos la antorcha que haga luz en los cerebros de nuestros hermanos proletarios que están siendo engañados por los políticos para que Venustiano Carranza se haga fuerte en el poder y nos sujete más tarde a una condición peor que la que sufríamos en los tiempos de Porfirio Díaz.

¡Defendámonos! ¡Agitad! ¡Agitad! Que el enemigo vela.

(De Regeneración, del 11 de diciembre de 1915, N° 216)
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