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EN POS DE LA LIBERTAD
Enrique Flores Magón ¿MUERAN LOS GRINGOS ...? NO ¡MUERAN LOS RICOS!
Estruendo de armas y vibraciones de clarines flotan por los aires a lo largo de la frontera. Movimiento inusitado de tropas de tierra y agua, y reclutamiento de millares de aspirantes a asesinos profesionales, se llevan a cabo en esta nación mientras que en las Cataratas del Niágara y en la Casa Blanca se habla de paz. Bruñen sus armas y engrasan sus fusiles los soldados americanos que, siendo proletarios inconcientes cuyos sentimientos han sido pervertidos y su criterio desarrollado torcidamente por la insana educación de las escuelas burguesas y el degenerado medio ambiente en el que viven, se preparan a asesinar a otros seres humanos que debieran considerar hermanos, porque aquellos también son proletarios. Educada la humanidad a odiar cordialmente al individuo que por casualidad naciera al otro lado de una ltnea fronteriza imaginaria; educado cada individuo a considerarse él y los que al acaso nacieran dentro de los límites de su patria, superiores en todos conceptos a los demás individuos de otras naciones; enseñados los proletarios desde pequeños a considerar como emblema de honor un trapo cualquiera teñido con determinados colores, y a matar y ser muertos por defenderlo, envenenados por las absurdas teorías de la prensa capitalista, tendientes todas a fomentar el odio de razas, para tener a los proletarios divididos y debilitados por lo tanto, y suprimida o entorpecida mañosamente la propaganda de los rebeldes, para que las masas no aprendan a apreciar las cosas en su justo valor, natural es que haya individuos que se presten a ser soldados en las filas pretorianas de los capitalistas; natural es que otros, también inconcientes, sientan odio reconcentrado contra los gréasers y nos consideren gente inferior que debe ser civilizada a disparos de fusll y mandobles de sable. De ahí viene que la sangre joven de los asesinos profesionales americanos hierva en sus venas con fuego patriótico, avivado por los mercenarios que garrapatean las hojas capitalistas, y se apresten con bestial beneplácito a ir a asesinar a otros proletarios que en realidad ninguna ofensa han hecho a sus hermanos los proletarios americanos. Cegados por prejuicios y atavismos, los soldados y los proletarios inconcientes, se prestan a servir a los intereses de sus mismos verdugos, a fortalecer el mismo puño que los tiene acogotados, a remachar sus propias cadenas yendo a remachar las de los proletarios mexicanos. Ellos nos odian y nos desprecian tontamente, como los alemanes y franceses inconcientes se odian mutuamente, como los americanos y los ingleses sin conciencia lo hacen, sólo por dizque pertenecer a razas diferentes o tener patrias distintas; y en su odio desean nuestro exterminio y acogen con aplausos las insinuaciones de los amos que los encaminan al matadero, para beneficio de los amos mismos. Pero esa desgraciada circunstancia, hermanos mexicanos, no debe hacernos gritar: ¡Mueran los gringos!, porque americanos son también los que en este país se oponen a que el capitalismo americano arroje contra los proletarios mexicanos la soldadezca de aquí. Americanos son los millones (*) de socialistas que están llevando a cabo una vigorosa propaganda contra la guerra con México; americanos son nuestros hermanos proletarios de la I.W.W. y los sindicalistas y anarquistas, que son también millones de hombres concientes, que en estos momentos agitan en todo este país contra la intervención americana, reconociendo que los mexicanos peleamos por una causa justa como es el derecho a vivir, conquistando Tierra y Libertad, y quienes -los proletarios concientes que cito-, en su agitación contra la guerra, llegan hasta a amenazar con levantarse ellos también en armas en este país contra el mismo sistema capitalista que pretende esclavizarnos, si al fin se lleva adelante la pendiente guerra contra el proletariado mexicano; americanos son también los millones de miembros de las uniones de mineros y los de las demás organizaciones obreras de este país, quienes también se oponen a la guerra y protestan contra ella, condenándola como el más brutal ultraje que se comete en nombre de la mentida civilización burguesa, y también americanos son los millones de individuos que sin pertenecer a ninguna de las organizaciones citadas, pero sí a la clase proletaria, y aún gran parte de la clase media, que comprendiendo con claridad que los mexicanos luchamos actualmente por nuestra libertad económica, política y social, forzados a ello por la rapiña de los explotadores y la brutal tiranía de los gobernantes, se oponen también a la intervención americana y denuncian como un crimen que se derrame sangre mexicana y americana para rescatar las propiedades de los capitalistas en México. En la prensa, en la tribuna, en hojas sueltas y por cuantos medios hay a la mano, millones de proletarios americanos que también son victimas del mismo sistema que nosotros, se oponen a la guerra contra los proletarios mexicanos. Es digna de especial mención la actitud viril que en sus protestas toman los I.W.W., los sindicalistas y los anarquistas que, combinados en número forman millones, y como una muestra traduzco una de tantas hojas que tengo al frente y que han sido distribuidas profusamente en este país. Dicha hoja dice: Los trabajadores de todas las razas y todos los países son hermanos. Ellos son esclavos de los mismos amos y cargan las mismas cadenas. Nosotros, los trabajadores de Estados Unidos, hemos hecho un juramento: rehusarnos ir a México a sepultar una balloneta en los pechos de nuestros hermanos mexicanos. Rehusamos asesinar hombres, mujeres y niños en México por los intereses de la Standard Oil que, como en pretexto, nos dice que Huerta rehusa saludar la bandera. Rehusamos empapar en sangre la tierra y esconder nuestros puños ensangrentados tras la bandera, para bien de una clase desocupada y perezosa que nunca va a la guerra. Rehusamos ser empujados a la pesadilla internacional de la guerra por los bien alimentados bribones, rastreros y cobardes, que desprecian socialmente a la clase trabajadora y económicamente la roban. Rehusamos disparar un fusil contra nuestros hermanos mexicanos que están luchando por Tierra y Libertad. Tenemos que combatir en nuestro propio país, combatir por alimentos, por vestidos, por habitaciones. Nosotros no queremos ir a la guerra; nosotros no queremos cometer asesinatos. Preferimos una huelga general al servicio militar. Insurrección antes que guerra. Ya veís pues, hermanos proletarios mexicanos, que la intervención americana no es la obra del pueblo americano, sino de los capitalistas, de los ricos que ordenan a sus maniquies Woodrow Wilson y su Congreso que envíen tropas a ahogar en sangre las aspiraciones nuestras de ser libres completamente y a rescatar el producto de sus rapiñas y crímenes, y que por lo tanto no debemos volver nuestra ira contra los americanos en general, sino contra los ricos y sus instrumentos, sean de la raza y nacionalidad que fueren. Si es cierto que americanos son los soldados y los que abogan porque seamos exterminados, también es cierto que americanos son los que no solamente protestan contra el atropello y crimen que pretende cometer en nosotros la burguesta yanqui, sino que amenazan también con levantarse en armas en este país contra dichos explotadores y combatirlos al lado de los proletarios mexicanos. Por esa causa, hermanos, os invito a no gritar:
¡Mueran los gringos!, sino a unir vuestras voces a las nuestras en un estentóreo ¡Mueran los ricos! ¡Viva Tierra y Libertad! (De Regeneración. del 13 de junio de 1914. N° 192).
Notas (*) Debe tomarse esta cifra en lenguaje figurado (NdE)
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