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Penitenciaría Federal de los Estados Unidos.

Leavenworth, Kansas.

Agosto 16 de 1921.

Señorita Elena White.

Nueva York, N. Y.

Mi querida camarada:

Dudo la suerte que haya corrido mi carta de fecha 26 de julio. Esa carta fue escrita en contestación a la hermosa tuya de fecha 19 del mismo mes. Dices en la cariñosa carta que me escribiste el día 7 de este mes, que no la recibiste. He aquí que la pobre carta se extravió, y lo siento; ¿a dónde podrá ir la pobre huérfana que encuentre abrigo? Esta es la primera vez que una de mis cartas para ti no llega a su destino y espero que esto no volverá a suceder.

Quieres que yo sea un crítico, mi buena camarada, y siento mucho rehusar tal oficio. No puedo juzgar tus producciones por una simple razón, a saber: que he olvidado todas las reglas de retórica. Esta Isla de los sueños que me enviaste es muy hermosa. Tus sueños son mis sueños y ellos deben ser los sueños de las almas de todos los que sufren en todas las latitudes y bajo todos los climas, con la única diferencia que no muchos pueden dar expresión a sus sueños con la belleza que lo haces, y me gusta la composición; pero si quieres tener una erudita opinión de ella, me temo que hayas escogido un mal partido, mi querida Elena. Para mi, el mérito de una composición no consiste en el arreglo más o menos hábil de las palabras y frases, sino en la intensidad y calidad de las emociones estéticas que la composición excite en mi. Por esto puedes imaginar qué pobre crítico es tu amigo, porque estoy hecho de sangre y de nervios, mientras que un crítico debe ser frío, sereno e insensible; al menos, la crítica me parece conformada así.

De la Isla de los sueños puedo decir solamente que es muy hermosa, y esto es así, porque es tu alma joven la que veo a través del espléndido despliegue de imágenes y pensamientos. Y su música ... ¡qué dulce es y qué vivificante! Te estoy muy agradecido por haberme enviado esa fracción de tu propia belleza. La llamo un fragmento de ti misma, porque a la autora no la puedo separar de la palabra. La maravillosa creación no ha nacido de ninguna cosa: es la quintaesencia de un alma sensible, tu alma grande y generosa. Grande y generosa, estas son las palabras que mejor califican tu alma. La Isla no ha sido creada para ti; tu la creaste para todos, para todos los hombres, las mujeres y los niños. ¿No es esto generosidad? Otros poetas crean Islas, pero para ellos solamente, o cuando mucho, para la flor y nata, para los selectos, quedando el resto de la humanidad privada de entrar en ellas. Te agradezco, repito, por haberme procurado emociones tan exquisitas y estéticas con la lectura de laIsla de los sueños. Cuanto más la leo, más gozo de su delicada belleza, mientras que su encantadora música se graba en mis oídos largo tiempo después.

Es una lástima no poder conseguir Freedom de Londres. En cuanto a tu pregunta para hacerte saber si deseo otro periódico, preferiría tener una buena novela, una novela muy bien escrita; si sabes de alguna que posea esa cualidad, sírvete darme el título para saber si la he leído o no. Prefiero autores modernos de estilo brillante; recuerda que soy un hombre primitivo, persona que ama cosas brillantes.

Había ya escrito todo esto, cuando tu muy querida y hermosa carta del 13, me fue entregada; suspendí mis garabatos para leerla; la huérfana fue encontrada y halló el abrigo esperado; ¡eres tan buena! Sí, fue el eterno catarro; lo tengo otra vez ... Mi cabeza está a punto de estallar. Sin embargo tu carta me ha traído alivio. De modo que ya tienes 22 años de edad; antes de que llegues a los 25 las Musas te habrán coronado, ¡oh poetisa!

Decídete, mi querida Elena, decídete a tener éxito; nunca pienses que no tendrás éxito, no lo pienses ni por un momento. Como un amigo que tanto te quiere, te aseguro que hay en ti la chispa del genio; pero lo que esta chispa necesita para convertirse en un gran incendio, es la confianza en ti misma. Ten fe en tus facultades, en tus facultades creadoras: este es el secreto.

No tengo más papel; es odioso tener que terminar una carta cuando nada se ha dicho todavía.

Recibí el panfleto, de seguro que lo leeré. Muy contento de saber que nuestra querida Mollie* es tan luchadora. ¡Hurra por ella! En mi entusiasmo, estuve a punto de enviarle un beso, ¡ella es sublime!

Mi cariño para ti, Erma y los demás camaradas, de

Ricardo Flores Magón.

(*) Se refiere a Mollie Steimer, bien conocida anarquista por cuyas actividades durante la guerra europea fue arrestada y sentenciada a sufrir quince años de prisión en una Bastilla norteamericana. Fue deportada, al fin, a Rusia después de Emma Goldman y Alejandro Berkman; y a pesar de su nacionalidad rusa, los tres fueron más tarde desterrados por el Gobierno del Soviet.


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