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Penitenciaría Federal de los Estados Unidos.
Leavenworth, Kansas.
Junio 28 de 1921.
Señorita Elena White.
Nueva York, N. Y.
Mi querida camarada:
He recibido dos cartas tuyas: una, maravillosa, sin fecha, y otra, muy hermosa, de fecha 19 del corriente. Lo que hace maravillosa la carta sin fecha es el derroche de joyas, que llevaste a cabo con la rapidez que un jugador despreocupado dilapida el dinero fácilmente ganado. Parece que tenías prisa para derrochar, en el más corto espacio de tiempo, el tesoro de que está lleno tu ser exquisito; y el maravilloso derroche comenzó a caer sobre mí, a quien tu fantasía genial escogió para su felíz recipiente, y ¡oh generosa y modesta poetisa!, después de haber gastado en mí tus riquezas, me pides perdón ... Sonreí por la amable ingenuidad, con los sentimientos que uno experimentaría si la violeta dijera: dispense usted mi aroma, o la rosa: sírvase no preocuparse por mi gracia.
Tu visión fue espléndida. Con voluntad incansable la seguí a través de la noche obscura de tristezas, y a través de la aurora sonriente, poética y bella como la de un amante, hasta el espléndido día de la libertad y la justicia. Y mi visión interna miró también a la soñadora, joven y bella, derrochando pródigamente sobre su viejo amigo las riquezas de su alma; y con un suspiro de alivio murmuré: ¡Mientras respire un soñador, hay esperanza!
El soñador es el diseñador del mañana. El hombre práctico, el sensato, las cabezas frías, podrán reir del soñador; no saben que él, el soñador, es la verdadera fuerza dinámica que empuja al mundo hacia adelante. Suprímase al soñador, y la Tierra presenciará el más espantoso retroceso hacia el barbarismo. Despreciado, empobrecido, el soñador se abre paso entre la raza, sembrando, sembrando, sembrando la semilla que él no cosechará, sino que será cosechada por los hombres prácticos, los sensatos y los cabezas frías del mañana, quienes reirán a la vista de otro infatigable soñador entretenido en sembrar, sembrar, sembrar. Porque el destino del soñador es la injusticia, y sus hermanos, desde la noche de los tiempos, siempre le han deparado la cicuta, el escollo, la cruz, el calabozo y el patíbulo. Me estremezco a la idea de ver al último soñador caído en la red de las bestias de la codicia y la lujuria, y me alegro cuando una soñadora como tu, bella, gentil y pura, surge de un ambiente corrompido para arrojar en los ingratos surcos su semilla de luz y de amor, y con su mirada hacia el futuro y con cara sonriente, camina sembrando, sembrando, sembrando ...
Es un día de junio de oro y azul. la bella soñadora está en su prisión: su lugar de trabajo. Sus exquisitos nervios, capaces de registrar la impresión más sutil, se entregan a esta fiesta de luz, y calor y poesía. Es mediodía, el lugar está quieto. Desde alguna parte el aire tibio transporta una melodía, el canto, tal vez, de otro soñador muerto mucho tiempo ha, que tenía la costumbre de lanzar su canción a los vientos mientras caminaba en los surcos obscuros, sembrando, sembrando, sembrando ... Fascinada por la música, la bella soñadora sueña y, generosa como ella es, el pensamiento de su amigo, la vieja águila nostálgica, se refleja en su mente ... Y así aconteció que yo fuera el afortunado partícipe del sueño. ¡Gracias, mi buena Elena!
Recibí una carta del señor Harry Weinberger, así como un ejemplar del New York Call de que me hablas. Te ruego le digas, querida camarada, que estimo sinceramente sus esfuerzos de verme libre. No recuerdo si te dije que la Embajada Mexicana en Washington, D.C., me envió una carta en que me anunciaba que había recibido órdenes para interceder en mi favor ante las autoridades norteamericanas. Esta acción es el resultado de las insistentes demandas que ha hecho el proletariado mexicano al gobierno de Obregón, a fin de pedir por conductos diplomáticos mi liberación y la de Rivera. Veremos cuál es el resultado de esto. El señor Weinberger ya sabe del asunto, pues le escribí hace dos semanas sobre lo mismo.
Da mi cariño a nuestra Erma y a todos los buenos camaradas. Mi espíritu está bien. El futuro es nuestro.
También mi cariño para ti, mi generosa amiga, así como mis buenos deseos.
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