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Penitenciaría Federal de los Estados Unidos.
Leavenworth, Kansas.
Mayo 4 de 1920.
Lake Bay, Wash.
Mi querido amigo :
Estoy avergonzado de no haber contestado más pronto tu amable carta del 9 de abril último; pero esto ha sido a causa de mi mala salud. Estuve muy enfermo durante todo el mes de abril y la última parte de marzo, y para coronar mi desgracia me estoy quedando ciego.
Me siento mejor ahora, con excepción de la vista, que se me está poniendo más débil cada día. Estoy condenado a cegar, querido camarada; estoy sentenciado a ser un objeto cualquiera. El oculista de esta institución se ha tomado muchas molestias para tratar de encontrarme anteojos apropiados; pero sus esfuerzos han sido en vano. Mis ojos ya están demasiado dañados. Por lo tanto, estoy en espera de la eterna obscuridad que va a envolverme mientras viva...
Para. mí, el no ver es una positiva desgracia. ¡No ver más la luz. ...! ¿Has pensado tú alguna vez en ésto, querido camarada ? La sola idea hace que a uno se le revuelva la cabeza. La gente compara la ceguera con la noche. Sí, es la noche; pero sin el encanto de las estrellas. Es la noche; pero sin la poesía de la naturaleza vista a través de la obscuridad.
Pero pasemos a asuntos más placenteros. Tengo que darte buenas noticias. La semana pasada notificaron a Enrique que la orden de deportación que se había dado en su contra estaba revocada. Por lo mismo estoy agradecido por tu actividad en su favor, así como también a Anise y Ault por su generosidad en tomar la defensa de mi hermano. Esta muestra de solidaridad de clase, de parte de Anise y Ault, merecen mi elogio.
iEs tan rara virtud la solidaridad! El rebaño humano ha olvidado que debe a la solidaridad el haber salido victorioso sobre las otras criaturas de la selva. Para mí la solidaridad es la virtud de las virtudes. La materia existe por la solidaridad de los átomos. Sin esta virtud, todo el edificio del universo se desplomaría y desaparecería en la obscuridad, como polvo esparcido por los vientos. La solidaridad es esencial a la existencia, es condición de la vida. Las especies que sobreviven en la lucha por la existencia no son, de ningún modo, las que están compuestas de los individuos más fuertes, sino aquellas cuyos componentes adoran más reverentemente la mayor de las virtudes: la solidaridad.
La solidaridad es fuerza. Se puede limpiar del dedo una gota de agua; pero se requiere la fuerza del arrecife para resistir el empuje del océano. La solidaridad es progreso, pues la vida significa evolución, y la solidaridad es condición de la vida. La solidaridad es harmonía, cooperación entre los seres humanos, gravitación para los cuerpos ceIestes. ¿Qué es la luz solar? La solidaridad de los siete colores del arco-iris.
Ves, querido camarada, que tengo razón para amar la solidaridad, porque es fuente de vida. Amante de lo beIlo, adoro la solidaridad porque ella hace posible la existencia de lo bello. Gracias a la solidaridad existe Ia naturaleza y puede complacer mis sentidos con sus formas y colores, con su fragancia y su poesía, mientras que en mi cerebro se agitan sueños rosados de libertad, justicia y arte.
Ahora debo terminar esta carta, esperando que estés bueno cuando la recibas, querido camarada, y que pronto tenga noticias tuyas. Ten fe en el progreso. La madre Tierra se enorgullecerá dentro de poco al ser pisada por hombres en vez de rebaños. El sol comienza a besar sus frentes en lugar de quemar sus espaldas.
¡Ánimo, hermano!
Ricardo Flores Magón
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