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Penitenciaría Federal de los Estados Unidos.
Leavenworth. Kansas.
Marzo 28 de 1921.
Srita. Irene Benton.
Granada, Minn.
Mi querida camarada:
Con sentimiento de vergüenza contesto la hermosa carta que fuiste tan bondadosa en dirigirme el 29 de febrero último, pues me he demorado mucho; pero creo que no ignoras que no puedo escribir el número de cartas que quiera, sino solamente tres por semana. Tu carta, mi querida camarada, fue recibida con mucho gusto; ¡es tan sincera, tan franca, tan amistosamente conmovedora en sencillez, que inmediatamente ganó mi simpatía y afecto hacia tí!
¿Quisieras saber lo que más podría interesarme para escribirme sobre ese tema? Pues bien, escríbeme sobre cualquier asunto, todo me interesa; escríbeme lo que gustes.
Cuando veo que vives en un hermoso lugar, al través del cual corre un arroyo y hay bosques y praderas; un bello sitio, en fin, pero que la gente que lo rodea es tan indiferente en general a los intereses vitales de la humanidad ... Los describes como seres insensibles que viven contentos con su situación, que no comparten nuestros sueños y que ni siquiera los entienden. ¡Compadezco sinceramente a esas infelices gentes que están tan ciegas que no ven lo que está pasando bajo sus narices! El golpe será insoportable para ellas cuando la fuerza de las circunstancias las obligue a abrir los ojos. ¡Qué diferente sería para ellas si tuviesen abiertos todos sus sentidos a los maravillosos acontecimientos que actualmente tienen en convulsión al mundo!.
Por la descripción que haces del lugar, comprendo que amas la naturaleza. Ella esta muy lejos de los centros densamente poblados, aun a considerable distancia de la estación de ferrocarril ... Me gusta un lugar como ese. ¡Se siente uno tan libre! Y además, ese arroyo ... No sé por qué los arroyos y los ríos despiertan en mí tan fuertes emociones. ¿Será por sus guijarros? Tal vez, porque cada uno de esos guijarros tiene su historia. Si pudieras hablar ... Ellos dirían cómo en la noche del tiempo la acción de los elementos los arrancó de la madre roca y los arrastró de aquí para allá por siglos, por edades. Ellos son más antiguos que el hombre, y han sido mudos testigos de sus triunfos, ¡ay! y de sus tragedias también. No sé realmente por qué los arroyos y los ríos me llenan de ciertas emociones; quizá es por la música de sus aguas, que ora suspiran, ora murmuran palabras de cariño y de amor como lo hace mi alma, y otras rabian y rugen como todo mi ser ruge y rabia bajo el azote de la toranía. Cualquiera que sea la razón, amo los arroyos y los ríos, como amo los bosques, las praderas, las montañas, el mar y el azul. Todo lo hermoso encuentra simpatías en mi corazón. Quizá por esto soy un rebelde. Amo la belleza, y quiero la belleza para el hombre. Libertad es belleza, y, por esto, me rebelo contra la tiranía, la cual es fealdad.
Deseo que el hombre no sea una nota discordante, sino una parte armoniosa en la belleza que le rodea. ¿No se resienten las estrellas de brillar sobre las cabezas de los esclavos? ¿O piensa el hombre que el oro y el púrpura del sol poniente forman el escenario apropiado para mostrar sus andrajos y sus cadenas? Me siento avergonzado del hombre, me siento deshonrado, y quizá esta es la razón porque lucho. Pero ahora no puedo luchar; mis alas están rotas; y dentro de poco tendré que caminar en una eterna obscuridad, y ésto antes que muera. Entonces viviré en mis sueños, en mis sueños de belleza que sé llegarán a convertirse en realidad. El aire está cargado de posibilidades maravillosas; en el silencio de la noche me parece oir el rumor de los que cavan la tierra. ¿No es que se prepara la tumba para recibir los restos del viejo edificio que ya se desmorona? A cada momento viene a mi frente un hálito ardiente, como de la boca de un horno, y me pregunto si será el aliento de protesta que brota con rabia de todos los pechos honrados que se encuentran en la superficie de la Tierra, y mi corazón se regocija con estos pronósticos de un gran futuro para la humanidad, un futuro de fraternidad, paz y amor: el triunfo de la belleza.
Ya tengo que concluir esta carta, porque solamente me dan permiso para escribir dos páginas.
Te agradezco de todo corazón tus frases animadoras y de amistad, y las correspondo con todo mi afecto.
Tuyo en la fraternidad universal.
Ricardo Flores Magón
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