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Penitenciaría Federal de los Estados Unidos.
Leavenworth, Kansas.
Abril 6 de 1922.
Señorita Irene Benton.
Granada, Minn.
Mi querida camarada:
Eres muy bondadosa conmigo, por lo que te estoy muy agradecido. Tu carta del 3 de marzo último es un valioso tesoro, que conservo con cariño y orgullo. ¿Cómo pudiste, querida camarada, encerrar en tan pocas líneas tanta riqueza de sentimientos y emociones poéticas? La tarjeta postal de la señorita E. H. es simpática y sus pocas palabras han sido suficientes para ganar mi cariño. Cuando le escribas, sírvete decirle cuán agradecido estoy.
Recibí una carta de la compañera O´Hare y otra de la señora Mc. K. Son cartas hermosas. La señora O´Hare recibió tu carta con mi recado y me aseguran que ellas haran conocer mi situación especial a las personas que puedan ayudarme. Te suplico les hagas saber que recibí esas cartas, explicándoles por qué razón no les escribo personalmente. la señora Mc K. leyó en el Union Record, de Seattle, una carta que escribí al querido camarada Gus Teltsch, en la que le hablaba de mis sufrimientos y ella se afligió por esto; y mi corazón, siempre pronto para responder a la belleza de la naturaleza o del alma con cariño, admiración y gratitud, se conforta, gracias a ella. Sírvete decir a mis amigos que el gobierno no quiere que yo les haga saber que estoy enfermo.
Las aves cantaban cuando me escribías las últimas líneas ... ¡Cuán placentero! Por esto es que encontré tanta poesía en tu última carta; el sol brillaba y tu alma también.
La primavera es lozana, como lo son todas las cosas y los seres jóvenes ... Te felicito, mi buena camarada, por las bellezas que te rodean. ¡Tu arroyo ahora es un río! ¿Y qué es lo que dice? Porque las aguas tienen su historia, ellas tienen un pasado rico en acontecimientos. ¿Cuentan su historia las aguas de ese arroyo? No puedo contemplar las aguas de un arroyo, de un río o del mar, sin un sentimiento de pavor. Cada molécula de esa agua que corre suavemente entre las márgenes de tu arroyo, tiene un pasado cuya inmensidad asombra y confunde nuestro cerebro; porque su origen no es la montaña de donde procede, ni la nieve, ni la lluvia, sino los vapores que forman las nubes, las lluvias y las nieves a través del espacio azul, cuando parten de nuestra Tierra. Esa agua, que alegremente se desliza en tu arroyo susurrando y que si durante el día refresca tu alma con su inocente murmullo y durante la noche te adormece con su suave arrullo, es la condensación de los vapores de todos los rincones del mundo, en lluvia, nieve o rocío. Esa agua es realmente agua internacional, porque viene de la exudación de las selvas tropicales, de la evaporación de todos los mares, lagos y ríos, ¡ay! y de las lágrimas y suspiros y sudores ... Cuando mis ojos sorprenden una nube a través de las rejas de mi ventana, flotando lentamente por el aire, me pregunto cuántas lágrimas entrarían en su composición; y en este momento pienso que tú, en presencia de tu querido arroyo, y a la vista de los rizos que juguetean en la luz, pensarías algunas veces de las lágrimas y los suspiros que corrían a tus pies. Cuando hablamos, y cuando respiramos y reimos, y cuando gritamos, cierta cantidad de vapor se desprende por nuestros pulmones y va al espacio a formar gotas de lluvia y copos de nieve, y a tu mirada va, quizá deslizándose el suspiro que un corazón agobiado por el dolor, exhalado en el lado opuesto del mundo, y, ¿quién sabe si el mismo rizo que brillaba a la luz del sol como la escama irisdiscente de un ser fabuloso, no contenía las lágrimas que por unos cuantos segundos tembló en los ojos de una joven, al probar las amarguras del pan comprado al precio de la verguenza? En tu arroyo, mi querida amiga, fluye la corriente verdadera de las variadas emociones de millones y millones de seres humanos, pasados y presentes. Allí está el vapor que acompañó el cuchicheo de tiernas expresiones de cariño suavemente lanzadas al oído del ser amado, y allí va también en el caos de emociones materializadas, algo de la sangre evaporada que se derramó en los altares de la codicia durante la última guerra. Toda la gama de las emociones humanas tiene su representante en ese hermoso arroyo: el amor, el odio, la envidia, el orgullo, los celos, la piedad, la lealtad, la codicia, la generocidad; en suma, lo bueno y lo malo, elevados al azul en forma de vapor, para precipitarse sobre la Tierra en forma de lluvia, nieve y rocío, desde la maravillosa alquimia del cosmos ... Tal vez mientras contemplas pensativa la corriente que huye, pasa por allí rebosante y alegre, convertido en agua, el triunfante grito lanzado por Colón cuando, desde el desierto del océano, se alzaba en su original belleza el joven continente ... O - ¿quién puede decirlo? - quizá la onda que se ha estrellado contra la roca a tus pies, fue producida por los suspiros de los divinos soñadores, cuando sus esperanzas chocaron contra las asperezas de la realidad ... Un arroyo es un universo en el cual pueden ir, lado a lado, el sudor del esclavo, las lágrimas del afligido, la carcajada del explotador y el suspiro del cautivo.
La falta de espacio me obliga a truncar aquí mis divagaciones sobre tu arroyo.
Dí a Librado Rivera tu recado; está agradecido y te envía sus recuerdos. Desgraciadamente todavía estoy enfermo, pero espero que cuando el tiempo caliente más, me aliviaré un poco.
Desde el último febrero que me he sentido peor, esputo sangre.
Sí, quiero a mi Carlitos muy tiernamente.
Con mi afecto de camarada.
Ricardo Flores Magón
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