Índice de Ensayo político sobre el reino de la Nueva España de Alejandro de Humboldt | Capítulo octavo (Primera parte) | Capítulo noveno | Biblioteca Virtual Antorcha |
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CAPÍTULO OCTAVO
Segunda parte
IV. INTENDENCIA DE VALLADOLID
Población en 1803: 376,400 habitantes.
Extensión: 3,446 leguas cuadradas.
Habitantes por legua cuadrada: 109.
En tiempo de la conquista, esta intendencia formaba parte del reino de Michoacán, cuya capital, Tzintzontzan, fue siempre independiente del imperio mexicano y estaba situada en las márgenes del pintoresco lago de Pátzcuaro. Aunque conserva el título de ciudad, hoy es un pobre pueblo indio. Los aztecas le llamaban Huitzitzila.
La intendencia de Valladolid, vulgarmente llamada de Michoacán, tiene por límites, al N. el río Lerma, que más adelante toma el nombre de Río Grande de Santiago; al E. y N. E. la intendencia de México; al N. la de Guanajuato; y al O. la de Guadalajara.
Situada en la falda occidental de la cordillera de Anáhuac, está cruzada de colinas y de hermosos valles; en general su clima es templado y muy saludable. La altura máxima es el pico de Tancítaro (3,845 metros). Al E. de este pico, en la noche del 29 de septiembre de 1759, se formó el volcán de Jorullo. La gran catástrofe en la cual salió de la tierra esta montaña y cambió totalmente de aspecto una extensión de terreno considerable, es una de las revoluciones físicas más extraordinarias que nos presentan los anales de la historia de nuestro planeta. El Padre jesuíta Rafael Landívar, natural de Guatemala, cantó este singular fenómeno en exámetros latinos.
Desde las colinas de Aguazarco hasta cerca de los pueblos de Teipa y de Petatlán, célebres por sus cosechas de algodón, se prolonga un llano de sólo 750 a 800 metros de altitud.
La posición del nuevo volcán de Jorullo da lugar a una observación geológica muy curiosa. En la Nueva España, todas las cumbres que se elevan más arriba de la región de las nieves perpetuas, están en una estrecha zona comprendida entre los 18°59' y los 19°12', y es muy digno de observarse que en 1759, el nuevo volcán se formó en la prolongación de esa zona, en el mismo paralelo de los antiguos volcanes mexicanos.
En la intendencia de Valladolid se cuentan:
tres ciudades (Valladolid -hoy Morelia-, Tzintzontzan y Pátzcuaro),
tres villas (Zitácuaro, Zamora y Charo),
263 pueblos,
205 parroquias y
326 haciendas.
El censo de 1793 dió una población total de 289,314 habitantes, de los cuales:
79,480 blancos,
119,368 indios,
154 frailes,
138 monjas y
293 clérigos seculares.
Los indios de la provincia de Valladolid forman tres pueblos de origen diferente:
los tarascos, célebres en el siglo XVI por sus suaves costumbres, por su industria en las artes mecánicas y por la armonía de su lengua rica en vocablos;
los otomíes, todavía muy atrasados en la civilización y que hablan una lengua llena de aspiraciones nasales y guturales; y
los chichimecas, que como los tlaxcaltecas, los nahutlacos y los aztecas, han conservado la lengua mexicana.
Toda la parte meridional de la intendencia está habitada por indios; apenas se ve en algún pueblo una cara blanca. La población ha disminuído en los años de hambre de 1786 y 1790.
Las principales poblaciones de la provincia de Valladolid son:
Valladolid de Michoacán (hoy Morelia), capital de la intendencia y del obispado, con clima delicioso.
Altitud, 1,950 metros (1,886 según las últimas mediciones).
Población, 18,000 habitantes.
Pátzcuaro, en las orillas del pintoresco lago de este nombre, enfrente del pueblo indio de Janitzio, situado en un hermoso islote en medio del lago.
En Pátzcuaro descansan las cenizas del famoso don Vasco de Quiroga, a quien todavía hoy llaman los indios su padre: tata don Vasco. Fue el bienhechor de los indios tarascos, fomentando su industria y señalando a cada pueblo un ramo de comercio particular.
Altitud, 2,200 metros.
Población, 6,000 habitantes.
Tzintzontzan, o Huitzitzila, antigua capital del reino de Michoacán. Población, 2,500 habitantes.
La intendencia de Valladolid contiene las minas de Zitácuaro, Angangueo, Tlalpujahua, Real del Oro e Inguarán.
V. INTENDENCIA DE GUADALAJARA
Población en 1803: 630,500 habitantes.
Extensión: 9,612 leguas cuadradas.
Habitantes por legua cuadrada: 66.
Esta provincia, parte del reino de Nueva Galicia, linda al N. con las intendencias de Sonora y de Durango, al E. con las de Zacatecas y de Guanajuato, al S. con la de Valladolid, y al o. con el océano Pacífico. La atraviesa el río de Santiago, que se comunica con el lago de Chapala y que algún día podrá ser muy importante para la navegación interior desde Salamanca y Celaya hasta el puerto de San Blas.
Toda la parte oriental de esta provincia ocupa la meseta y falda occidental de las cordilleras del Anáhuac. Las regiones marítimas están cubiertas de bosques y producen soberbias maderas de construcción; pero su clima es malsano y en exceso caliente. El interior goza de un clima templado y sano.
El volcán de Colima es el más occidental de los de la Nueva España que están situados en la dirección de un mismo paralelo.
Tiene esta provincia:
dos ciudades,
seis villas y
322 pueblos.
Las minas más célebres son las de Bolaños, Asientos de Ibarra, Hostotipaquillo, Copala y Guichichila, cerca de Tepic.
Las poblaciones más importantes son:
Guadalajara, en la orilla izquierda del río de Santiago, residencia del intendente, del obispo y de la audiencia.
Población, 19,500 habitantes.
San Blas, puerto en la desembocadura del río de Santiago Compostela, al S. de Tepic.
En los partidos de Autlán, Auxcatlán y Acaponeta se cultivó en otro tiempo tabaco de superior calidad.
Aguascalientes, pequeña villa muy poblada, al S. de las minas de Asientos de Ibarra. (Ahora es capital del Estado de Aguascalientes).
Villa de la Purificación, al N. O. del puerto de Guatlán, antes llamado Santiago de Buena Esperanza.
Lagos, al N. de León, en una llanura fértil en trigo.
Colima, a dos leguas al S. del volcán de Colima.
VI. INTENDENCIA DE ZACATECAS
Población en 1803: 153,300 habitantes.
Extensión: 2,355 leguas cuadradas.
Habitantes por legua cuadrada: 65.
Esta provincia, sumamente despoblada, ocupa un terreno montañoso, árido y en que se experimenta una intemperie continua del aire.
Limita al N. con la intendencia de Durango, al E. con la de San Luis Potosí, al O. con la de Guadalajara, y al S. con la de Guanajuato.
La meseta que forma el centro de esta intendencia, y que se levanta a más de 2,000 metros de altura, está formada de sienita, sobre la cual descansan unas capas de esquisto primitivo y de clorito esquistoso.
Al N. de Zaeatecas se encuentran nueve lagos pequeños que abundan en muriato y aún más en carbonato de sosa. De este carbonato, al que llaman tequesquite, de la antigua palabra mexicana tequixquilit, se usa mucho en la fundición de los muriatos y de los sulfuros de plata.
Las poblaciones más importantes son:
Zacatecas, en el día el lugar más célebre de minas de la Nueva España, después de Guanajuato. Su población es por lo menos de 33,000 habitantes.
Fresnillo, en el camino de Zacatecas a Durango.
Sombrerete, cabeza de partido, residencia de una diputación de minería.
Esta intendencia tiene otras buenas vetas metalíferas cerca de la Sierra de Pinos, Chalchiguitec, San Miguel del Mezquital y Mazapil.
La célebre mina llamada Veta Negra de Sombrerete, es el ejemplo de mayor riqueza que jamás se ha visto en ambos hemisferios.
VII. INTENDENCIA DE OAXACA
Población en 1803: 534,800 habitantes.
Extensión: 4,447 leguas cuadradas.
Habitantes por legua cuadrada: 120.
El nombre de esta provincia se deriva del nombre mexicano de la villa y del valle de Huaxyacac, una de las capitales del país de los zapotecas, y que era casi tan grande como su capital Teotzapotlán.
Esta Intendencia es uno de los países más deliciosos de esta parte del globo. Lo apacible y sano del clima, la fertilidad del terreno, la riqueza y variedad de producciones, todo concurre al bienestar de los habitantes.
En esta provincia, desde los tiempos más remotos, se ha registrado siempre una civilización muy adelantada.
Confina al N. con la intendencia de Veracruz, al E. con el reino de Guatemala, al O. con la provincia de Puebla, y al S. con el océano Pacífico.
Su suelo montañoso forma notable contraste con el de las provincias de Puebla, México y Valladolid. En vez de las capas de basalto, amigdaloide y pórfido que cubren el territorio de Anáhuac, no se ven en las montañas de la Mixteca y de la Zapoteca más que granito y gneiss. No conocemos la altura de ninguno de los picos graníticos de esta intendencia.
Los habitantes consideran como uno de los más elevados el de Sempualtepec, desde el cual se ven los dos mares.
En toda la provincia, la vegetación es hermosa. En el pueblo de Santa María del Tule se halla un enorme tronco de sabino (cupressus disticha) que tiene 36 metros de circunferencia; mas, al parecer, no es un solo individuo, sino un grupo de tres troncos reunidos.
La intendencia comprende dos comarcas montañosas: la Mixteca y la Zapoteca, denominaciones que indican ser muy diferente el origen de aquellos indígenas.
El antiguo Mixtecapan se divide en el día en Mixteca Alta y Baja. Los indios de la Mixteca son gente activa, inteligente e industriosa. La provincia presenta ruinas de edificios muy notables por su buen orden y por la elegancia de sus adornos. Los muros del palacio de Mitla están adornados de grecas y de laberintos formados con mosaicos de piedrecillas porfídicas. Aunque sorprende la analogía que ofrecen esos adornos con los que empleaban los griegos y los romanos, no debemos entregamos ligeramente a hipótesis históricas sobre las antiguas relaciones que haya podido haber entre ambos continentes.
El pueblo de Mitla se llamó en otro tiempo Miguitlán, palabra que en lengua mexicana significa lugar triste. Los indios zapotecas le llaman Leoba, que significa tumba.
En efecto, el palacio de Mitla, cuya antigüedad no se conoce, era, según la tradición de los indígenas y lo que manifiesta la distribución de sus partes, un palacio construído sobre sepulcros de reyes. Era un edificio al que se retiraba por algún tiempo el soberano, cuando moría su hijo, su mujer o su madre. El palacio, o más bien las tumbas de Mitla, forman tres edificios colocados simétricamente. El principal tiene cuarenta metros de largo. Una escalera, abierta en un pozo, conduce a una habitación subterránea de veintisiete metros de largo y ocho de ancho. Esta lúgubre habitación, destinada a los sepulcros, está llena de las mismas grecas que adornan el exterior del edificio. Pero lo que distingue a estas ruinas son seis columnas de pórfido colocadas en medio de una inmensa sala cuyo techo sostienen. Estas columnas, casi las únicas que se han encontrado en el Nuevo Continente, no tienen bases ni capiteles, y miden cinco metros de altura. El fuste es una sola pieza de pórfido anfibólico.
Al paso que se avanza desde México hacia el S. se encuentran vestigios de edificios y de esculturas que anuncian una civilización más adelantada.
Al S. E. de la intendencia de Oaxaca, en Guatemala, se admiran las ruinas de las grandes ciudades de Palenque o Culhuacán y de Utatlan, llamada vulgarmente Quiche, en memoria del rey tolteca Nima Quiche. Las primeras pertenecen a la provincia de los Tzendales. Las segundas rodean el lugar de Santa Cruz del Quiche, provincia de Solola.
La intendencia de Oaxaca es la única que ha conservado el cultivo de la cochinilla (coccus cacti), ramo de industria de que en otro tiempo participaban las provincias de Puebla y de la Nueva Galicia.
La familia de Hernán Cortés tiene el título de marqués del Valle de Oaxaca.
Su mayorazgo se compone de cuatro villas y de cuarenta y nueve pueblos, con una población de 17,700 habitantes.
Las poblaciones más notables de la provincia son:
Oaxaca o Guaxaca, el antiguo Huaxyacac, llamado Antequera al principio de la conquista. Población, 24,400 habitantes según censo de 1792.
Tehuantepec, puerto defendido por una barra bastante peligrosa. Podrá ser algún día muy importante, cuando la navegación en general, y sobre todo el transporte del añil de Guatemala, sean más frecuentes por el río Coatzacoalcos.
San Antonio de los Cues, paraje muy poblado en el camino de Orizaba a Oaxaca, célebre por los restos de antiguas fortificaciones mexicanas.
Las minas de esta intendencia que se benefician con más esmero, son las de Villalta, Zolaga, Yxtepeji y Totomostla.
VIII. INTENDENCIA DE MÉRIDA
Población en 1803: 465,800 habitantes.
Extensión: 5,977 leguas cuadradas.
Habitantes por legua cuadrada: 81.
Esta intendencia comprende la gran península de Yucatán. Por el cabo Catoche es por donde parece que México estuvo unido con Cuba, antes de la irrupción del mar de las Antillas.
Confina al S. con el reino de Gua. temala y al E. con la intendencia de Veracruz; al O. los establecimientos ingleses se extienden hasta el embocadero del río Honda, enfrente de la isla de Ubero. Salamanca, o el fuertecillo de San Felipe de Bacalar, es el punto más austral de la costa habitado por los españoles.
La península de Yucatán es una vasta llanura atravesada en el interior de N. O. a S. O. por una cordillera de colinas de corta elevación. Las regiones que se extienden al E. de estas colinas parece que son las más fértiles, y por la misma razón han sido en otros tiempos las más habitadas.
La intendencia de Mérida es una de las regiones más calientes y, a pesar de ello, más sanas de la América equinoccial. Esta salubridad debe atribuirse a la extrema sequedad del suelo y de la atmósfera. En toda la costa, desde Campeche o desde el embocadero del río de San Francisco hasta el cabo Catoche, no se encuentra ni una fuente de agua dulce.
En la costa septentrional, en la desembocadura del río Baraderas o de los Lagartos, a cuatrocientos metros de la playa, en medio de las aguas saladas, brotan unos manantiales de agua dulce llamados Bocas de Conil.
Los indios de esta intendencia hablan la lengua maya, que es muy gutural, y de la cual existen cuatro diccionarios muy completos compuestos por Pedro Beltrán, Andrés de Avendaño, Fray Antonio de Ciudad Real y Luis de Villalpando.
La península de Yucatán nunca estuvo sometida a los reyes aztecas, y con todo, los primeros conquistadores se quedaron admirados de la civilización avanzada de los habitantes. Hallaron casas de piedra y argamasa, templos piramidales, campos cercados y la gente vestida.
Al E. de la pequeña cordillera central todavía se descubren muchas ruinas, sobre todo de guacas o monumentos sepulcrales. En la parte meridional, que la espesura de los bosques hace casi inaccesible, hay algunas tribus de indios que han conservado su independencia.
La provincia no produce para alimento de sus habitantes más que maíz y raíces de mandioca y de dioscórea, pero ningún trigo de Europa. Los árboles que dan el palo de Campeche (Haematoxilon campechianum L.) se crían en abundancia en varios distritos, y todos los años se hacen cortes de dicho palo en las orillas del río Champotón, cuyo embocadero está al S. de la ciudad de Campeche, a cuatro leguas del pueblecillo de Lerma.
Las poblaciones principales son:
Mérida de Yucatán, capital, a diez leguas de la costa, en un llano árido. Su puerto es Sisal. Población, 10,000 habitantes.
Campeche, en la margen del río San Francisco, con un puerto poco seguro.
Entre Campeche y Mérida hay dos pueblos indios muy considerables, llamados Jampolan y Equetchecan. La población ordinaria de la ciudad es de 6,000 habitantes.
Valladolid, pequeña ciudad en cuyas inmediaciones se produce mucho algodón de excelente calidad, que se vende muy barato porque está muy adherido a la pepita y no aciertan en el país a despepitarlo o desmotarlo.
IX. INTENDENCIA DE VERACRUZ
Población en 1803: 156,000 habitantes.
Extensión: 4,141 leguas cuadradas.
Habitantes por legua cuadrada: 38.
Esta provincia se extiende a lo largo del Golfo de México, desde el río Baraderas o de los Lagartos hasta el gran río Pánuco.
Confina al E. con la península de Yucatán, al O. con las intendencias de Oaxaca, Puebla y México, y al N. con la colonia de Nuevo Santander.
Pocas regiones del Nuevo Continente pueden compararse con este extraordinario país, donde se encuentran juntos los más opuestos climas y se dan los productos más preciosos.
Al pie de la cordillera, en los bosques de Papantla, Nautla y San Andrés Tuxtla, crece la vainilla (epidendrum vanilla), que se emplea para perfumar el chocolate. Cerca de los pueblos indios de Colipa y Misantla se encuentra la bella planta convolvulácea (canvolvulus jalapae) cuya raíz tuberosa da la jalapa, uno de los purgantes más eficaces y benéficos. En la parte oriental de la intendencia, en los bosques que se extienden hacia la ribera del Baraderas, se cría el mirto (myrtus pimenta) cuyo grano es una especie llamada en el comercio pimienta de Tabasco. El cacao de Acayucan sería muy buscado si los indígenas se dedicasen con más esmero a su cultivo. En las pendientes E. y S. del pico de Orizaba, en los valles que se prolongan hacia Córdoba, se cultiva tabaco de excelente calidad. El smilax, cuya raíz es la verdadera zarzaparrilla, vegeta en los barrancos húmedos y sombríos de la cordillera. El algodón de las costas de Veracruz es célebre por su finura y blancura. La caña tiene casi tanto azúcar como la de Cuba y más que la de Santo Domingo. Desde que el consumo del azúcar ha tenido un aumento considerable, y que el comercio del Nuevo Continente proporciona a Europa muchos productos que en otro tiempo sacaba de Asia y Africa, se han multiplicado en la provincia de Veracruz las plantaciones de caña y de algodonales. No obstante, estos progresos aún no se notan mucho en las costas mexicanas, y se necesitarán siglos para volver a poblar aquellos desiertos. En el día, dos o tres hatos de ganado ocupan espacios de muchas leguas cuadradas. Un corto número de familias poderosas que viven en la mesa central poseen la mayor parte del litoral de las intendencias de Veracruz y de San Luis Potosí. No hay ninguna ley agraria que obligue a estos ricos propietarios a vender sus mayorazgos, aunque persistan en no querer abrir al cultivo ellos mismos los inmensos terrenos de su dependencia; tratan mal a sus medieros y los echan de las haciendas a su antojo.
En la intendencia de Veracruz se encuentran dos cimas colosales: el Pico de Orizaba y el Cofre de Perote. El pequeño volcán de Tuxtla se halla fuera de la línea que hemos marcado como el paralelo de los volcanes encendidos de México; hizo su última erupción el 2 de marzo de 1793, y las cenizas cubrieron los techos de las casas de Oaxaca, Veracruz y Perote.
En la parte septentrional de la intendencia, al O. de la desembocadura del río Tecolutla, a dos leguas del gran pueblo indio de Papantla, se halla un edificio piramidal de remota antigüedad. Los primeros conquistadores no conocieron la pirámide de Papantla, que se halla situada en medio de un bosque espeso, llamado Tajín en lengua totonaca. Unos cazadores la descubrieron por casualidad hace unos treinta años. Está construída con inmensas piedras de pórfido. La base tiene veinticinco metros de lado, y su altura parece ser de dieciséis a veinte metros. Se compone de varias terrazas, de las cuales todavía se distinguen seis, y se cree que la séptima está cubierta por la vegetación. Una gran escalinata conduce a la cima truncada del teocalli. A los lados de esa escalera se encuentran otras dos pequeñas. El revestimiento de las hiladas de piedras está adornado de jeroglíficos, entre los cuales se distinguen serpientes y cocodrilos esculpidos en relieve. Cada hilada presenta gran número de nichos cuadrados: veinticuatro por cada lado en el primero, veinte en el segundo y dieciséis en el tercero. El número de nichos es de 366 en el cuerpo de la pirámide y doce en la escalera que se encuentra hacia el E. El abate Pedro Márquez (Monumenti di Architettura messicana, Roma, 1804) supone que este número de 378 nichos hace alusión al sistema calendario de los mexicanos. En efecto, componiéndose el año de 18 meses de 20 días cada uno, resultaban 360, a los cuales se añadían cinco complementarios llamados nemontemi. La intercalación se hacía cada 52 años, aumentando 13 días al ciclo, lo que da 360 + 5 + 13= 378.
Las poblaciones más notables son:
Veracruz, residencia del intendente y centro del comercio con Europa y las Antillas. La ciudad es hermosa y está construída con mucha regularidad; los comerciantes que la habitan son ilustrados, activos y celosos del bien de su patria. La playa en donde está situada se llamó en otro tiempo Chalchiuhcuecan. Juan de Grijalva visitó en 1518 la isla en que después se construyó el castillo de San Juan de Ulúa. La ciudad es llamada con frecuencia Veracruz Nueva, para distinguirla de la Veracruz Vieja, situada en la desembocadura del río de la Antigua y que casi todos los historiadores consideran como la primera colonia que fundó Cortés. El abate Clavigero ha probado la falsedad de esta opinión. La ciudad llamada la Villa Rica de Veracruz, que se empezó en 1519, está situada a tres leguas de Cempoalla, capital de los totonacos, cerca del puertecillo de Chiahuizla. Tres años después, los españoles la abandonaron y fundaron al S. otra villa, que ha conservado el nombre de la Antigua. El virrey conde de Monterrey, que gobernó a fines del siglo XVI, hizo echar los cimientos de la ciudad actual, y se abandonó la segunda a causa de la enfermedad del vómito, según se cree en el país. Esta tercera villa está situada en un terreno árido, falto de aguas corrientes, y en el cual los vientos del N., que soplan con mucha violencia de octubre a abril, forman médanos o dunas de ocho a doce metros de altura. La falta de buena agua potable se ha considerado como una de las muchas causas de las enfermedades que sufren los habitantes.
La población habitual de Veracruz, sin contar la tropa y la marina, es de 16,000 habitantes.
Jalapa, al pie de la montaña de basalto de Macultepec, en situación muy amena. Los comerciantes ricos de Veracruz tienen casas de campo en Jalapa, donde gozan de agradable frescura. En esta pequeña ciudad hay una escuela de dibujo fundada hace pocos años, en la cual los hijos de los artesanos pobres se instruyen a expensas de los ciudadanos más acomodados. La altitud de Jalapa sobre el nivel del mar es de 1,320 metros (1,361 según las últimas mediciones). Su población se estima en 13,000 habitantes.
Perote (antiguo Pinahuizapan). La pequeña fortaleza de San Carlos, situada al N. de la Villa, más bien es una plaza de armas que una fortaleza. Los llanos inmediatos son muy estériles: no hay árboles, a excepción de algunos troncos aislados de ciprés y de molina. Altitud, 2,535 metros (2,393 en la estación ferroviaria, según las medidas más recientes).
Córdoba, en la falda oriental del Pico de Orizaba. Clima mucho más caliente que el de Jalapa. Las inmediaciones de Córdoba y de Orizaba producen todo el tabaco que se consume en la Nueva España.
Orizaba. Se ha disputado por mucho tiempo si el nuevo camino de México a Veracruz debía pasar por Jalapa o por Orizaba. Por fin, hace algunos años se ha empezado una bella calzada desde el fuerte de Perote a Jalapa y de Jalapa al Encero.
Tlacotlalpan, cabecera de la antigua provincia de Tabasco. Más al N. se hallan las pequeñas villas de Victoria y Villahermosa, la primera de las cuales es una de las más antiguas de la Nueva España. En esta intendencia no hay ningún laboreo metálico de consideración. Las minas de Zomelahuacan, cerca de Jalacingo, están casi abandonadas.
X. INTENDENCIA DE SAN LUIS POTOSÍ
Población en 1803: 334,900 habitantes.
Extensión: 27,821 leguas cuadradas.
Habitantes por legua cuadrada: 12.
Esta intendencia comprende toda la parte N. E. del reino de Nueva España. Como confina con países desiertos o habitados por indios independientes y nómadas, puede decirse que casi están por determinar sus límites septentrionales. El terreno montañoso llamado Bolsón de Mapimí comprende más de 3,000 leguas cuadradas, y de allí salen los apaches, que atacan a los colonos de Coahuila y de la Nueva Vizcaya.
La intendencia se compone de provincias que pertenecen, unas a las Provincias Internas, y otras al reino de la Nueva España propiamente dicho, de suerte que en el día comprende la provincia de Potosí y todas las Provincias Internas orientales.
Este inmenso país, dotado por la naturaleza de las producciones más preciosas, es en su mayor parte un desierto salvaje. Tiene más de 230 leguas de costa, que permanece sin comercio ni vida. De toda la intendencia, sólo la parte contigua a la provincia de Zacatecas, donde están las minas de Charcas, Guadalcázar y Catorce, es país frío y montañoso. El Nuevo Reino de León, Coahuila, el Nuevo Santander y Texas son regiones muy bajas y de clima desigual, muy caluroso en verano y muy frío en invierno.
Actualmente el intendente de San Luis Potosí considera como límite oriental de la provincia de Texas el río Mermentas o Mexicano, que desemboca en el Golfo, al E. del Sabina. Como más allá de la margen oriental de este río no hay ningún establecimiento mexicano, resulta que el país inhabitado que separa los pueblos de la Luisiana de las misiones de Texas tiene más de 1,500 leguas cuadradas. Los lugares más notables de la intendencia son:
San Luis Potosí, residencia del intendente, situado en la falda oriental de la meseta de Anáhuac. Población habitual, 12,000 habitantes.
Nuevo Santander (hoy Jiménez, Tamps.), capital de la provincia de este nombre. La barra de Santander no permite la entrada de buques que calen más de ocho a diez palmos. Soto la Marina podría ser de mucha importancia para el comercio si se consiguiese limpiar el puerto. La provincia está casi del todo desierta.
Santa María de las Charcas, pueblo considerable donde reside una diputación de minas.
Purísima Concepción de Alamos de Catorce, una de las minas más ricas de la Nueva España, cuyas vetas fueron descubiertas en 1773.
Monterrey, sede episcopal, en el Nuevo Reino de León.
Linares, en ese mismo reino, entre el río Tigre y el Grande o río Bravo del Norte.
Monclova, presidio militar, capital de la provincia de Coahuila.
San Antonio de Béjar, capital de Texas, entre los ríos de los Nogales y de San Antonio.
XI. INTENDENCIA DE DURANGO
Población en 1803: 159,700 habitantes.
Extensión: 16,873 leguas cuadradas.
Habitantes por legua cuadrada: 10.
Esta intendencia, más conocida con el nombre de la Nueva Vizcaya, pertenece, como Sonora y el Nuevo México, a las provincias Internas Occidentales. Linda al S. con las intendencias de Zacatecas y de Guadalajara, al S. E. con la de San Luis Potosí, al O. con la de Sonora; y al N., y sobre todo al E., en una línea de más de 200 leguas, linda con un país inculto habitado por indios guerreros e independientes. Los acoclames, los cocoyames y los apaches mescaleros y faraones ocupan el Bolsón de Mapimí, las montañas de Chanate y las de los Organos, en la orilla izquierda del río Grande del Norte. Los apaches mimbreños están más al O., en los barrancos de la Sierra de Acha. Los cumanches y las numerosas tribus de los chichimecas, que los españoles designan con el nombre vago de mecos, inquietan a los habitantes de Nueva Vizcaya y les fuerzan a no viajar sino en caravanas y bien armados. Los cumanches son los más temibles para los habitantes de la Nueva Vizcaya y del Nuevo México: han aprendido a domar los caballos, y son habilísimos jinetes. Son tanto más temibles, cuanto que matan a todos los prisioneros adultos, y sólo dejan con vida a los niños para servirse de ellos como esclavos. La lucha constante contra los indios, y la necesidad en que se halla el colono, establecido en un cortijo aislado, de estar continuamente en vela para defender sus hogares y su ganado, imprime al carácter de los habitantes del Norte de la Nueva España cierta energía y cierto temple particular. La vida sumamente activa contribuye mucho al desarrollo de las fuerzas físicas, a las que se une la fortaleza de alma y una feliz disposición en las facultades intelectuales.
La intendencia de Durango ocupa la extremidad septentrional de la gran meseta de Anáhuac, que baja al N. E. hacia las márgenes del río Grande del Norte; pero la ciudad de Durango tiene aún más 'de 2,000 metros de altitud. Se cuentan en esta provincia:
una ciudad (Durango),
seis villas (Chihuahua, San Juan del Río, Nombre de Dios, Papasquiaro, Saltillo y Mapimí),
199 pueblos,
75 parroquias,
152 haciendas,
37 misiones y
400 ranchos.
Los lugares más notables son:
Durango, o Guadiana, residencia del intendente y del obispo. Su altitud es de 2,087 metros. Nieva en ella con frecuencia, y el termómetro desciende a 8° bajo cero. En las inmediaciones se encuentra, aislada en la llanura, una enorme masa de hierro maleable y de níquel cuya composición es idéntica a la del aerolito que en 1751 cayó en Hraschina, cerca de Agram, en Hungría (Referencia al Cerro del Mercado). La población es de 12,000 habitantes.
Chihuahua, residencia del capitán general de las Provincias Internas, rodeada de minas considerables. Población, 11,600 habitantes.
San Juan del Río, al S. O. de la laguna de Parras. Población, 10,200 habitantes.
Nombre de Dios, villa considerable, en el camino de las famosas minas de Sombrerete. Población, 6,800 habitantes.
Papasquiaro, al S. del río Nazas. Población, 5,600 habitantes.
Saltillo, villa rodeada de llanuras áridas donde sólo se encuentran campos cubiertos de nopales o cactus. Población, 6,000 habitantes.
Mapimí, en el linde del terreno inculto llamado Bolsón de Mapimí. Población, 2,400 habitantes.
Parras, cerca de la laguna de este nombre. Los conquistadores trasplantaron allí la vitis vinifera del antiguo continente, y se ha dado muy bien.
San Pedro de Batopilas, célebre en otro tiempo por la gran riqueza de sus minas. Población, 8,000 habitantes.
San José del Parral, residencia de una diputación de minas. Población, 5,000 habitantes.
Santa Rosa de Cusihuiriáchic, pueblo rodeado de minas de plata. Calcúlase su población en 10,700 habitantes.
Guarisamey, minas muy antiguas. Población, 3,800 habitantes.
XII. INTENDENCIA DE SONORA
Población en 1803: 121,400 habitantes.
Extensión: 19,143 leguas cuadradas.
Habitantes por legua cuadrada: 6.
Esta intendencia, que está más despoblada todavía que la de Durango, se extiende a lo largo del Golfo de California, llamado también Mar de Cortés. Su litoral tiene más de 280 leguas de largo desde la gran bahía de Bayona o río del Rosario, hasta cerca del embocadero del río Colorado, llamado antiguamente río de Balsas.
Ocupa un espacio de terreno montañoso, y comprende las tres provincias de Sinaloa, de Ostimuri y de Sonora propiamente dicha.
La primera se extiende desde el río del Rosario hasta el del Fuerte; la segunda, desde este último hasta el Mayo; y la tercera, que en algunos mapas antiguos se llama Nueva Navarra, ocupa toda la extremidad septentrional de esta intendencia. El pequeño distrito de Ostimuri se considera en el día enclavado en la provincia de Sinaloa.
La intendencia de Sonora confina al O. con el Mar de Cortés, al S. con la de Guadalajara, al E. con una parte muy inculta de la Nueva Vizcaya, y al N., sus límites están poco determinados.
Los ríos más considerables de la intendencia son el de Culiacán, el Mayo y el Yaqui o de Sonora (Existe aquí un error de Humboldt al considerar a los ríos Yaqui y Sonora como si se tratase de uno solo, cuando, en la realidad, se trata de dos ríos diferentes).
La parte más septentrional de la intendencia lleva el nombre de Pimería, a causa de una tribu numerosa de indios pimas que la habitan.
Se distingue la Pimería Alta de la Baja. En la Alta se encuentran pepitas de oro puro de dos a tres kilogramos; pero estos lavaderos se benefician con mucha tibieza a causa de las frecuentes incursiones de los indios independientes, y principalmente por la carestía de los víveres, que se tienen que llevar de muy lejos.
Hasta ahora no hay ninguna comunicación constante entre Sonora, Nuevo México y Nueva California. Sin embargo, los padres Francisco Garcés y Pedro Font han pasado por tierra desde las misiones de Pimería Alta hasta Monterrey y San Francisco. Esta empresa atrevida ha suministrado nuevas luces sobre las ruinas de la Casa Grande, que los historiadores mexicanos consideran como la residencia de los aztecas que llegaron al río Gila a fines del siglo XII. No deben confundirse las ruinas de esta Casa Grande del Gila, centro de una antigua civilización de los pueblos americanos, con las Casas Grandes de la Nueva Vizcaya. Estas últimas las designan los indígenas como la tercera morada de los aztecas, en la suposición muy vaga de que los aztecas, en su migración desde Aztlán hasta Tula y el valle de Tenochtitlán, hicieron tres paradas: la primera cerca del lago Teguyo, al S. de la ciudad fabulosa de Quivira, el Dorado mexicano; la segunda en el río Gila, y la tercera en las inmediaciones de Janos, en la Nueva Vizcaya.
Los indios que viven en los llanos vecinos de las Casas Grandes del Gila, poseen una cultura social que forma singular contraste con el estado de los salvajes que vagabundean en las márgenes del Misouri y en otras partes del Canadá. Según los padres Garcés y Font, andaban vestidos, eran labradores pacíficos, de carácter apacible y franco, y vivían reunidos en número de dos o tres mil en pueblos.
En la provincia de Sonora se cuenta:
una ciudad (Arizpe),
dos villas (Sonora y Ostimuri),
46 pueblos,
15 parroquias,
43 misiones,
20 haciendas y
25 ranchos.
La de Sinaloa contiene:
cinco villas (Culiacán, Sinaloa, El Rosario, El Fuerte y los Alamos),
92 pueblos,
30 parroquias,
14 haciendas y
450 ranchos.
Los lugares más notables de la intendencia son:
Arizpe, residencia del intendente. Población, 7,600 habitantes.
Sonora, al S. de Arizpe. Población, 6,400 habitantes (Aquí existe un asunto extraño, ya que en la época que Humboldt escribió su obra Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, no existía ninguna población con el nombre de Sonora. gual sucede con lo refrente a Ostimuri).
Ostimuri, pequeña villa muy poblada, rodeada de minas importantes.2 Culiacán, célebre en la historia mexicana con el nombre de Hueicolhuacan. Su población se estima en 10,800 habitantes.
Sinaloa, llamada también Villa de San Felipe y Santiago. Población, 9,500 habitantes.
El Rosario, cerca de las ricas minas de Copala. Población, 5,600 habitantes.
Villa del Fuerte, o Montesclaros. Población, 7,900 habitantes.
Los Alamos, residencia de una diputación de minería. Población, 7,900 habitantes.
XIII. PROVINCIA DEL NUEVO MÉXICO
Población en 1803: 40,200 habitantes.
Extensión: 5,709 leguas cuadradas.
Habitantes por legua cuadrada: 7.
Muchos geógrafos parecen confundir el Nuevo México con las Provincias Internas: hablan de él como de un país rico en minas y de una vasta extensión. Es un terreno fértil, pero despoblado, y falto, según se cree hasta ahora, de toda riqueza metálica.
Poco después de la destrucción del imperio azteca, los conquistadores españoles fundaron establecimientos permanentes en el N. del Anáhuac. A fines del siglo XVI, el virrey conde de Monterrey mandó al Nuevo México a Juan de Oñate, quien después de haber expulsado a las tribus indígenas nómadas, pobló las márgenes del gran río del Norte. Sorprende el ver que después de dos siglos de colonización, la provincia de Nuevo México no esté contigua a la intendencia de Nueva Vizcaya: separa a las dos provincias un desierto que se prolonga desde el Paso del Norte hasta la villa de Alburquerque.
El Nuevo México tiene un clima eminentemente frío. Los colonos de esta provincia, conocidos por la energía de su carácter, viven en estado de guerra perpetua con los indios vecinos; y como la vida campestre ofrece poca seguridad, las villas están más pobladas de lo que debería esperarse en un país tan desierto. Pero no todos los indios que viven enemistados con los colonos europeos son igualmente bárbaros. Los que recorren las sabanas del E. son nómadas y guerreros. Los del O., que viven en la región del Moqui, habitan pueblos con grandes plazas y casas de varios pisos, lo mismo que los que viven en la parte septentrional de la provincia.
La provincia del Nuevo México tiene:
tres villas (Santa Fe, Santa Cruz de la Cañada y Taos, Alburquerque y Alameda),
26 pueblos,
3 parroquias,
19 misiones y
ningún rancho.
Santa Fe es la capital. Población, 3,600 habitantes.
Alburquerque, enfrente del pueblo de Atrisco. Población, 6,000 habitantes.
Taos, población 8,900 habitantes.
Paso del Norte, presidio o puesto militar. Las inmediaciones constituyen un terreno delicioso, que se asemeja a los sitios más hermosos de Andalucía. Los campos están sembrados de maíz y de trigo; los viñedos producen vinos excelentes; en las huertas abundan los árboles frutales de Europa, como higueras, albérchigos, manzanos y perales. Como el terreno es muy seco, una acequia de riego conduce al Paso las aguas del río del Norte.
XIV. PROVINCIA DE LA VIEJA CALIFORNIA
Población en 1803: 9,000 habitantes.
Extensión: 7,295 leguas cuadradas.
Habitantes por legua cuadrada: 1.
Antes de 1541, este país se consideró como una península, y, sin embargo, 160 años después se atribuyó al padre Kühn (Kino) el mérito de haber sido el primero en demostrar que no era una isla.
Cortés, después de haber asombrado al mundo con sus hazañas en Tierra Firme, desplegó una energía de carácter no menos admirable en sus empresas marítimas. En el curso de las navegaciones emprendidas a sus expensas, Hernando de Grijalva descubrió las costas de la California en febrero de 1534, y en 1535 se embarcó él mismo y recorrió las dos costas del Golfo, que desde entonces se llamó Mar de Cortés.
La carta levantada en 1541 por el piloto Castillo representa las costas de la península de California tal, con poca diferencia, cual hoy las conocemos.
Cuanto más imperfectamente se conoce un país y más distante se halla de las colonias europeas mejor pobladas, tanto más fácilmente adquiere reputación de grandes riquezas metálicas. Un fraile viajero, fray Marcos de Niza, exaltó la cabeza de los mexicanos con las noticias fabulosas que les dió de la belleza del país situado al N. del Golfo de California, de la magnificencia de la ciudad de Cíbola, de su inmensa población, de su organización y de la cultura de su habitantes. Cortés y el virrey Mendoza se disputaron de antemano la conquista de aquel país maravilloso. Los establecimientos que fundaron los jesuítas en la Vieja California desde 1683 dieron ocasión para reconocer la gran aridez de aquel país y la dificultad extrema de cultivado. Cuando el visitador don José de Gálvez pasó a California, se encontró con montañas peladas, sin tierra vegetal ni agua, y sin indicios de que existieran oro y plata. El centro de la península es recorrido por una cordillera cuya altura máxima, el cerro de la Giganta, tiene de 1,400 a 1,500 metros de altura. La cordillera está poblada de unos animales que los españoles llaman carneros cimarrones. Al pie de las montañas no hay más que arenales o una capa pedregosa en la que se crían cactus cilíndricos (órganos del tunal) de extraordinarias alturas. Hay pocos manantiales, y, por extraña fatalidad, donde hay tierra vegetal, no hay agua, y donde hay agua, no hay tierra vegetal. Pero donde concurren ambos elementos, el suelo es feracísimo. Lo que más ha excitado a los navegantes a visitar aquella costa ha sido la pesca de las perlas, la cual está casi abandonada actualmente, porque los blancos pagan muy mal a los indios y a los negros que se han dedicado al oficio de buzos.
Aunque en las expediciones de California hubiera gastado Cortés más de 200,000 ducados de su patrimonio, y que Sebastián Vizcaíno, que merece figurar en primera línea entre los navegantes de su siglo, hubiese tomado formalmente posesión de la península, hasta 1642 no lograron los jesuítas fundar allí establecimientos permanentes, que aumentaron mucho en importancia bajo el reinado de Felipe V, y señaladamente después de 1744.
Desde 1767, época de la expulsión de los jesuítas, se puso la Vieja California al cuidado de los dominicos de México, quienes fueron menos afortunados allí que los franciscanos en las costas de la Nueva. Los naturales de la península que viven fuera del territorio de las misiones, son quizá, de todos los salvajes, los que están más cerca del estado de naturaleza. Andan completamente desnudos y se pasan los días enteros tendidos boca abajo en la arena, disfrutando del calor que le ha comunicado el sol. La población ha disminuído mucho de treinta años acá, en términos que en los pueblos de las misiones, que se han reducido a dieciséis, no hay sino cuatro o cinco mil naturales agricultores o indios reducidos. En Santiago y Guadalupe todo está yermo.
Los principales pueblos de la provincia son:
Loreto, presidio y capital de todas las misiones de la Vieja California, fundado a fines del siglo XVII por el padre Kühn, o Kino.
Santa Ana, misión y real de minas.
San José, misión.
XV. PROVINCIA DE LA NUEVA CALIFORNIA
Población en 1803: 15,600 habitantes.
Extensión: 2,125 leguas cuadradas.
Habitantes por legua cuadrada: 7.
Se llama Nueva California toda la costa del Pacífico que corre desde el istmo de la Vieja California, o desde la bahía de Todos los Santos, al S. del puerto de San Diego, hasta el cabo Mendocino.
Es un territorio largo y angosto en donde el Gobierno de México ha establecido misiones y puestos militares de cuarenta años a esta parte. Varios geógrafos, siguiendo las cartas inglesas, llaman Nueva Albión a la Nueva California, nombre fundado en la opinión poco exacta de que Drake, en 1578, fue el primero que descubrió la costa N. O. de América comprendida entre los 38° y los 48° de latitud. Es verdad que el viaje de Sebastián Vizcaíno fue veinticuatro años posterior a los descubrimientos de Drake; pero Juan Rodríguez Cabrillo había explorado ya, en 1542, las costas de la Nueva California hasta el paralelo de los 43°, término de su navegación. El gran navegante Sebastián Vizcaíno reconoció todo el litoral de la Nueva California con el mayor esmero (como lo prueban los planos que levantó él mismo en 1602), y no obstante eso, todavía tardaron 167 años en ocupar los españoles aquel delicioso país.
Al contrario del de la Vieja California, que es árido y pedregoso, el suelo de la Nueva es fértil y todo él regado. En las dieciocho misiones que actualmente existen allí, se cultiva en abundancia trigo, maíz y frijoles; en los campos se dan muy bien la cebada, las habas, las lentejas y la garbanza. En general se cultivan las mismas legumbres y árboles frutales que en España. Los misioneros han introducido la viña, y se hace buen vino en algunos lugares. El olivo de Europa se cultiva con buen éxito cerca del canal de Santa Bárbara y señaladamente cerca de San Diego, en donde el aceite que se hace es tan bueno como el del valle de México o el de Andalucía.
De todas las misiones de Nueva España, las de la costa N. O. son las que presentan más rápidos progresos de la civilización. En 1776 había ocho pueblos, once en 1790, y dieciocho en 1802. Sin contar más que los indios establecidos ya en el país y que se dedican a la labranza, la población de la Nueva California era: en 1790, de 7,748 almas; en 1801, de 13,668; y en 1802, de 15,562.
Aumentos muy considerables se han registrado también en las cosechas de trigo y en el número de cabezas de ganado. Estos progresos pacíficos del trabajo son tanto más importantes, cuanto que los naturales de aquella costa eran todavía hace treinta años un pueblo errante que vivía de la pesca y la caza, sin cultivar ninguna especie vegetal.
La parte septentrional de la Nueva California está habitada por las dos naciones de los rumsen y los escelen, que hablan lenguas enteramente diferentes, y componen la población del presidio y pueblo de Monterrey. En la bahía de San Francisco están las tribus de los matalans, salsen y quirotes, cuyas lenguas proceden de un origen común. En general, las lenguas de Nueva California y de la isla de Cuadra difieren esencialmente de la azteca. El padre Fermín Lasuen observó que en las costas, desde San Diego y San Francisco, en una extensión de 180 leguas, se hablan diecisiete lenguas que no pueden considerarse como dialectos de un corto número de lenguas madres. Los naturales se ocupan de algunos años acá en tejer mantas bastas de lana, llamadas frazadas; pero su principal ocupación es la preparación de pieles de ciervo.
En la cordillera poco elevada que hay a lo largo de la costa, así como en los prados inmediatos, ni hay búfalos ni alces. En las crestas de las montañas pastan los berrendos, cabras salvajes llamadas así por su color ceniciento, que tienen los cuernos encorvados hacia atrás, como las gamuzas. En los bosques y en las llanuras cubiertas de grama hay grandes manadas de ciervos de gran talla, que andan juntos en grupos de cuarenta o cincuenta y son de color pardo.
Población total de la Nueva España en 1823
Indios: 3.700,000
Blancos: 1.230,000
Negros africanos: 10,000
Castas de sangre mezclada: 1.860,000
Total: 6.800,000
Estos números son el resultado de un cálculo aproximado. Los elementos en que se fundan han sido examinados en el capítulo IV.
PAÍSES SITUADOS AL N. O. DE MÉXICO
Hecha ya la descripción de las provincias que componen el imperio de México, vamos a echar una rápida ojeada a las costas del Pacífico que, desde el puerto de San Francisco y del cabo Mendocino, se extienden hasta los establecimientos rusos fundados en la bahía del Príncipe Guillermo (Prince William's Sound).
Desde fines del siglo XVI han visitado aquellas costas varios navegantes españoles; pero sólo han sido exploradas con esmero, por orden de los virreyes de Nueva España, desde 1774.
Hasta 1792 han sido muchas las expediciones emprendidas para hacer descubrimientos desde los puertos de Acapulco, San Blas y Monterrey; y durante algún tiempo ha llamado la atención de todas las potencias marítimas de Europa la colonia que los españoles han querido establecer en Noutka.
En el siglo XVI, época gloriosa en que la nación española desplegó libremente los recursos de su genio y la fuerza de su carácter, el problema de un paso al N. O., el problema de un paso directo a las Grandes Indias, ocupó la mente de los castellanos con el mismo ardor que de treinta a cuarenta años acá han mostrado otras naciones. Juan Rodríguez Cabrillo recorrió las costas de la Nueva California hasta los 37°10', o sea hasta la punta de Año Nuevo, al N. de Monterrey. El 3 de enero de 1543 falleció en la isla de San Bernardo, cerca del canal de Santa Bárbara; pero Bartolomé Ferrelo, su piloto, continuó los descubrimientos hasta los 43°, donde vió las costas del Cabo Blanco. En 1582 descubrió Francisco Gali la costa hasta los 57°30'. De las dos expediciones emprendidas por Sebastián Vizcaíno en 1596 y 1602, sólo la última se dirigió a las costas de la Nueva California. La fragata que mandaba Antonio Flores fue el único barco de la expedición que pasó del cabo Mendocino y llegó a los 43°. Con Gali y Vizcaíno acaba la época brillante de los descubrimientos que en lo antiguo hicieron los españoles en la costa N. O. de América.
La primera expedición de importancia que se ha verificado después del viaje de Vizcaíno es la de Juan Pérez, quien, con su piloto Esteban José Martínez, salió de San Blas en enero de 1774. Descubrieron las islas Margarita (punta N. O. de la isla de la Reina Carlota) y fueron los primeros navegantes europeos que fondearon en la rada de Noutka, a la que dieron el nombre de puerto de San Lorenzo, y que Cook, cuatro años más tarde, denominó Kink George's Sound.
En 1775 salió también de San Blas otra expedición a las órdenes de don Bruno Heceta, don Juan de Ayala y don Juan de la Bodega y Quadra. Este último descubrió la desembocadura del río Columbia, que se llamó Entrada de Heceta, y el hermoso puerto de Bucareli (latitud 55 °24'), en la costa occidental de la isla grande del archipiélago del Príncipe de Gales.
Nueva expedición, mandada por Quadra y por don Ignacio Arteaga, salió de San Blas en febrero de 1779. Quadra y el piloto don Francisco Maurelle reconocieron cuidadosamente el puerto de Bucareli, el monte de San Elías, la isla de la Magdalena, llamada por Vancouver isla de Hinchinbrook (latitud 60°25'), y la isla de Regla, que es una de las situadas en el río de Cook.
En 1788 salió de San Blas otra expedición mandada por don Esteban José Martínez y don Gonzalo López de Haro. Navegó directamente hasta la entrada del Príncipe Guillermo, que los rusos llaman el golfo Tschugatskaja; visitaron el río de Cook, las islas Kichtak (Kodiak), Schumagin, Unimak y Unalaschka (Onalaska). De resultas de los viajes de Cook y otros navegantes, comenzaron los europeos a considerar el puerto de Noutka como el mercado principal de las peleterías de la costa N. O. de América. Con este motivo, Martínez recibió orden de fundar un establecimiento permanente en dicho puerto, que se halla en la costa oriental de una isla a la que el canal de Tasis separa de la gran isla de Quadra o de Vancouver.El 5 de mayo de 1789 fondeó Martínez en Noutka, y a los dos meses llegó un buque inglés mandado por James Colnet, quien manifestó al navegante español la orden que llevaba de su Gobierno para establecer allí una factoría y no permitir que ninguna otra nación europea tomase parte en el comercio de peletería. Martínez le replicó que Juan Pérez había fondeado en aquellos parajes mucho tiempo antes que Cook. Esta disputa estuvo casi a punto de causar un rompimiento entre Londres y Madrid, porque Martínez aprehendió a Colnet y lo envió, por San Blas, a la ciudad de México. El virrey, que creyó deber apresurar la vuelta de Martínez, despachó a principios de 1790 otros tres buques armados hacia aquella costa. Mandaban esta nueva expedición don Francisco Elisa y don Salvador Fidalgo. Este visitó la entrada de Cook y la bahía del Príncipe Guillermo. Elisa se quedó en Noutka para ampliar y fortificar el establecimiento fundado por Martínez el año anterior. Todavía se ignoraba en aquella parte del mundo que el 28 de octubre de 1790 se había firmado en El Escorial un tratado por el cual renunciaba España, en favor de Inglaterra, a sus pretensiones en Noutka y en el canal de Cox.
A la expedición de Elisa siguieron la del ilustre Alejandro Malaspina en 1791, y la de don Dionisio Galiano y don Cayetano Valdés, en 1792. Las operaciones ejecutadas por Malaspina, navegante italiano, comprenden una inmensa extensión de costa, desde el estuario del Río de la Plata hasta la entrada del Príncipe Guillermo.
Malaspina llevaba el encargo de descubrir un supuesto paso existente entre las costas del Labrador y el Océano Pacífico. Después de buscarlo inútilmente y de haber hecho estancia en el puerto de Mulgrave, en la bahía de Behring (latitud 59°34'20"), tomó rumbo al S., fondeó en Noutka, hizo sondeos, determinó la posición de algunos puntos importantes, y en seguida las dos corbetas que mandaba regresaron una a Acapulco y otra a San Blas.
En 1792, el virrey conde de Revillagigedo ordenó una nueva expedición que mandaron don Dionisio Galiano y don Cayetano Valdés. Dieron la vuelta a la isla de Quadra o de Vancouver, y en el canal del Rosario, que los ingleses llaman Estrecho de Georgia, se encontraron con los navegantes ingleses Vancouver y Broughton. Las dos expediciones se comunicaron sin reserva los resultados de sus trabajos, se auxiliaron mutuamente en sus operaciones y hasta el momento de su separación reinó entre ellas la mejor armonía. Mientras Galiano y Valdés examinaban el litoral comprendido entre los 45° y los 51°, el conde de Revillagigedo destinó otra expedición para latitudes más altas, encargando al teniente de navío don Jacinto Caamaño que reconociese el litoral comprendido entre los 51° y los 56°.
Caamaño salió de San Blas en marzo de 1792, y reconoció detenidamente la parte septentrional de la islá de la Reina Carlota, la costa meridional de la del Príncipe de Gales, a la que dió el nombre de isla de Ulloa, las islas de Revillagigedo, de Banks (o de la Calamidad) y de Aristizábal, y la entrada grande de Moñino, que tiene su embocadero enfrente del archipiélago de Pitt.
He reunido en este capítulo cuantas noticias he podido proporcionarme acerca de los viajes emprendidos por los españoles desde 1543 hasta nuestros días por las costas occidentales de Nueva España. Considero que era necesaria la reunión de estos materiales en una obra que abraza todo cuanto tiene referencia con las relaciones políticas y comerciales de México. En toda la extensión de costa que se prolonga desde el cabo Mendocino hasta la latitud de 59°, todavía no se ha fundado hasta ahora por ninguna nación europea un establecimiento permanente. Más allá de aquel límite comienzan las factorías rusas, muy distantes unas de otras y que únicamente se comunican entre sí por mar. La costa occidental de América nos presenta el ejemplo único de un litoral de 1,900 leguas de largo, habitado por un mismo pueblo europeo.
Los españoles han fundado establecimientos desde el fuerte Maulin, en Chile, hasta San Francisco, en la Nueva California. Al norte del paralelo 38° comienzan las tribus de indios independientes, las cuales es probable que poco a poco sean subyugadas por los colonos rusos que desde fines del siglo XVIII han pasado de la extremidad oriental de Asia al continente de América.
Desde 1788 ha mostrado el gobierno español alguna inquietud por la aparición de los rusos en las costas del N. O. del nuevo continente; y, creyendo que toda nación europea es un vecino peligroso, ha mandado explorar la situación de las factorías rusas. Luego que se ha sabido en Madrid que dichas factorías no se extienden hacia el S. más acá de la entrada de Cook, ha desaparecido todo temor.
Cuando el emperador Pablo declaró en 1799 la guerra a España, se pensó durante algún tiempo en México en el atrevido proyecto de preparar en los puertos de San Blas y de Monterrey una expedición marítima contra las colonias rusas en América.
RECTIFICACIONES Y NOTAS SUPLEMENTARIAS DEL CUADRO ESTADÍSTICO DE LA NUEVA ESPAÑA
Los censos hechos en tiempo del conde de Revillagigedo han sido hasta aquí las únicas bases de los estudios intentados en diversas fechas para calcular la población de México. He aquí algunas rectificaciones aisladas que yo he obtenido, en gran parte, de las noticias que me han enviado de México.
Ciudad de México.- En 1820 se ha hallado ser su población de 168,846 habitantes. Es la ciudad más populosa del Nuevo Continente. Le sigue Nueva York, con 140,000 habitantes.
Puebla de los Angeles.- Algunos viajeros hacen subir su población a 90,000 habitantes. El censo de 1820 dió 60,000.
Guadalajara.- Se cree que tiene de 60 a 70,000 habitantes.
Guanajuato
Oaxaca.- En 1820 se le asignaban a la intendencia 420,973 habitantes, probablemente según datos del empadronamiento de 1793.
De acuerdo con un estado oficial, se contaban en 1810, en toda la Nueva España:
1,073 parroquias,
157 misiones,
264 conventos,
4,682 pueblos,
3,749 haciendas de campo,
6,684 ranchos o haciendas menores y
1,195 estancias o haciendas de cría de ganados.
El número de eclesiásticos que servían los 1,073 curatos era en 1822 de 2,.300. En esta misma fecha había 149 conventos, con 1,931 religiosos.
La provincia de Chiapas se separó poco ha del territorio de Guatemala y se ha unido a la Confederación Mexicana. Ciudad Real, la capital, tiene 8,000 habitantes; Tuxtla, en donde se hace un comercio muy activo de cacao y de tabaco, tiene casi la misma población.
Pueblo Viejo, conocido generalmente con el nombre de Tampico, está situado a orillas de la gran laguna de este nombre que comunica con el río Pánuco por muchos brazos que forman pequeños islotes y son navegables con piraguas. Tampico de Tamaulipas, lugar muy poblado en otros tiempos, no presenta en el día casi ningún vestigio de las habitaciones de sus antiguos moradores, que se marcharon a establecerse en Pueblo Viejo. Pero habiéndose establecido una aduana en Tampico de Tamaulipas, se construyen muchos edificios, y a esta población pasarán dentro de poco tiempo los habitantes de Pueblo Viejo.
El río Pánuco es navegable hasta más arriba de la ciudad de este nombre, situada a diez o doce leguas de Pueblo Viejo. Hay buques que llegan todavía más río arriba, y que van a cargar madera o carne salada (tasajo).
Tuxpan.- Este pequeño puerto, situado entre Tampico y Veracruz, no es frecuentado por buques extranjeros a causa de estar casi deshabitado y porque las comunicaciones con el interior son mucho más fáciles por uno u otro de los puertos vecinos.
Soto la Marina.- Situado sobre el río Santander, al N. de Tampico, presenta los mismos obstáculos a los buques de gran porte, los cuales tienen que fondear a cierta distancia en alta mar.
Coatzacoalcos.- Es el mejor puerto que hay en los ríos que desaguan en el Golfo de México. En todos tiempos pueden entrar en él fragatas. El río es soberbio y no ofrece el menor riesgo para la navegación. Es lugar casi deshabitado, y se halla situado en un desierto donde se han refugiado los animales salvajes. Más fácil será auyentar los jaguares u onzas y otras bestias feroces que los mosquitos que infestan el país. Los parajes habitados más cercanos hacia el O., en el camino de Acayucan, son Chinameca, Cosoleacaque, Jaltipa y Soconusco, habitados por indios muy industriosos que fabrican toda clase de tejidos de algodón, de lienzos y de cuerdas de pita (agave), como las de Campeche, de las que hacen gran comercio.
Villa Hermosa de Tabasco.- Esta ciudad está edificada en la orilla izquierda del río Tabasco o de Guichula, veinticuatro leguas río arriba de su desembocadura, y es la residencia del Gobierno del Estado de Tabasco, cuya población no es más que de 75,000 habitantes, y cuya principal ocupación es el cultivo de cacao. Villa Hermosa cuenta cerca de 5,000 habitantes.
Alvarado.- Es un sitio parecido a Pueblo Viejo de Tampico. Está edificada la ciudad en la orilla izquierda del río de Alvarado y casi a milla y media de su barra. El río, desde su desembocadura hasta la ciudad, tiene poco más de media milla de ancho; más arriba se ensancha a causa de la confluencia de muchos ríos, y forma una bahía espaciosa de cinco o seis millas de largo y dos de ancho. La barra es la más profunda del Golfo, después de las de Coatzacoalcos y del Misisipí: puede admitir buques que calen diez, doce y aun catorce pies.
Laguna de Términos.- Esta gran laguna está situada a cerca de quince leguas de la barra de Tabasco hacia el E., y a veinticinco o treinta de Campeche hacia el S. S. o. Tiene quince leguas de largo y diez de ancho, y comunica por muchos pasos con el mar y con el río de Tabasco. Las dos islas principales de la laguna son las de Laguna y Puerto Real, y hay en ellas dos lugares del mismo nombre cuyos habitantes se ocupan principalmente en el comercio del palo de tinte.
Tehuantepec.- Situado en el istmo de este nombre, a cinco leguas de la costa del Pacífico y a veintiocho o treinta del Paso de la Puerta, primer punto de navegación del río Coatzacoalcos, que desagua en el Atlántico. La población de Tehuantepec es de 14,000 habitantes, que son los más laboriosos de toda la Nueva España: se ocupan en cultivar la cochinilla, y aún más particularmente el añil.
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