Presentación

El ensayo que aquí presentamos, Sobre la influencia del gobierno del economista británico John Stuart Mill, no es sino el Libro Quinto de su monumental obra Principios de economía política, escrita, según el mismo lo precisó en su Autobiografia, entre 1845 y 1847.

La Economía política -relata Stuart Mill-, la escribí mucho más rápidamente que la Lógica, o a decir verdad, que cualquier cosa de importancia escrita por mí antes. La comencé en el otoño de 1845 y estaba lista para la imprenta antes de finalizar el año de 1847. En este periodo de poco más de dos años hubo un intervalo de seis meses durante el cual deje a un lado este trabajo, mientras escribía artículos en el Morning Chronicle ...

Principios de economía política fue finalmente editada en 1848, causando un gran impacto en el mundo intelectual europeo de mediados del siglo XIX, lo que condujo a que se realizasen muchas reediciones e incluso a que fuese traducida a varios idiomas, terminando por convertirse en una obra clásica del liberalismo económico.

Tomamos la decisión de publicar Sobre la influencia del gobierno, debido a que es en este escrito donde Stuart Mill desarrolla sus opiniones acerca de un tema para todos nosotros muy importante: los impuestos... aunque rechinemos... ¡ni modo!

En efecto, en este Libro Quinto, John Stuart Mill profundiza en torno a la importancia que tiene el tema de los impuestos para cualquier gobierno. Así, y partiendo de la clásica conceptualización que Adam Smith da a este tema en su inmortal Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, Stuart Mill se sumerge en la enredada y dificultosa temática impositiva.

Muchas de las ideas de Stuart Mill, pueden ser consideradas superadas en la actualidad, sin embargo, una atenta lectura de este trabajo, proporcionará al lector, además de conocimientos sobre el tema de los impuestos, bases sólidas que permiten afirmar que en cuanto a recaudación y a impuestos, la imaginación ha estado, por lo general, ausente en la mente de los funcionarios públicos encargados de esta cartera.

En efecto, tal pareciera que ahora, iniciado el siglo XXI las administraciones públicas continúan estancadas en los dimes y diretes de hace dos siglos. Y es que si bien en el aspecto llamémosle técnico, obviamente son notorios los cambios, en el meollo del asunto las cosas se mantienen inmóviles. Nos referimos al hecho crucial de la participación de los integrantes de la sociedad en la Hacienda Pública.

En nuestra opinión, ya es hora de que la eterna confrontación entre los administradores y los administrados, quede superada, y no continue en la antiquísima diatriba del irracionalismo de las trampas y de las amenazas. El administrado buscando la manera de evitar su participación al gasto social; y el administrador amenazando con el fuego eterno del infierno a aquel que ose hacerle trampa... aunque para algunos, hay que decirle se hace de la vista gorda. Y lo triste de todo esto es que esa actitud sigue campeando a sus anchas cada que se aborda el tema de los gastos sociales y de cómo sufragarlos. El administrado no para mientes echando pestes y centellas acusando al administrador de ser ratero, idiota e incapaz; y, a contraparte, el administrador responde enfantizando que el administrado no es sino un tramposo y un mentiroso...

Resulta evidente que es necesario acabar con estos atavismos, y de que tanto administradores como administrados se pongan, como comunmente se dice, las pilas, y sean capaces de elevar las discrepancias a un plano más elevado, con honestidad, con argumentaciones sólidas, y no con discursos demagógicos que no pueden engañar a los ciudadanos.

Estamos seguros de que las opiniones de Stuart Mill en el ensayo que aquí reproducimos, son de invaluable utilidad para avanzar substancialmente en conocimientos sobre esta incómoda y delicada asignatura -siempre pendiente- de los impuestos, al permitirnos comprender en qué se fundamenta la coparticipación impositiva entre administrados y administradores.

Chantal López y Omar Cortés