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Reflexiones sobre el movimiento revolucionario de México
CAPÍTULO SEGUNDO
La historia de las revoluciones políticas ha entorpecido y aún mal logrado gran número de energías revolucionarias en el campo anarquista. Todavía el mayor número de los más fervientes hombres de acción en nuestro campo sueñan con la conspiración, el fusil y la barricada.
Creen, que al menos en el aspecto, la Revolución Social no se diferenciará grandemente de las pasadas revoluciones políticas. Y se conduelen al ver que no logran obtener que los anarquistas se constituyan en grupos conspiradores. Los últimos movimientos insurreccionales, el de los jóvenes turcos, el de los rebeldes barceloneces y el de los republicanos portugueses, remozaron las esperanzas de estos, por comprobarles los hechos que no era cierto que los armamentos modernos y las modernas construcciones de las ciudades imposibilitaran el triunfo de los rebeldes, cuando estos eran osados, como pretendían hacer creer los eunucos de la revolución. Y en su afán de luchadores, olvídanse que no es lo mismo cambiar de amos que pasarse sin ellos. El mito de la virginidad de María que era, y quedó virgen antes del parto, en el parto y después del parto, por haber concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, no de un marido, toma forma real con la explotación, la cual antes, durante y después de toda revolución política, no deja por un momento de ser tal, porque ella no fue concebida por obra y gracia del gobierno, sino del capitalismo. Los gobernantes, cuando más, ofician de vestales encargados de mantener el fuego sacro de la explotación.
En las revoluciones políticas, como no se trata de cambiar de esencia, de la vida social, como no tienen más objeto que variar los sabuesos del régimen capitalista, dándoles a éstos más o menos atribuciones, puédese, sin exhorbitantes esfuerzos alcanzar un señalado triunfo.
Necesítase sólo, como dijo Dantón, audacia, audacia y audacia. Cualquier circunstancia que produzca la perturbación de las filas enemigas puede ocasionar la victoria. Una vez posesionados los rebeldes de los centros directivos -cosa nada difícil- pasan ellos a oficiar de tales y el engranaje social, sin grandes perturbaciones, continúa funcionando como de costumbre. El policía, el juez, el recaudador de contribuciones, el vista de aduanas, el soldado y el marino, en fin, todos los chupépteros siguen chupando de los presupuestos, y el industrial, el comerciante y el obrero, como productores y como consumidores, no se detienen en su ruta, comprando al más bajo referente y vendiendo al mejor postor las mercancías -y como tales siguen siendo considerados hombres y objetos- necesarias al sostenimiento del género humano.
¡Cuán distinto es un movimiento de tendencias socialistas y anarquistas! Los comunalistas fueron dueños de París y no pudieron, o no quisieron, tomar mas que resoluciones de caracter platónico declarando la tierra para el campesino, el instrumento de trabajo para el obrero y los liberales mexicanos que luchan al grito de ¡Tierra y Libertad! han tomado varios pueblos donde ondea la bandera roja, destruido los archivos oficiales, abierto las cárceles pasando por las armas a los tirauelos ... pero no han establecido todavía el comunismo anárquico.
¡Y ahi quienes por esto les acusan y se dan por engañados ... porque no han reflexionado! ¿Creéis que la anarquía puede imponerse? El anarquista no puede mas que quitar de enmedio el obstáculo, la autoridad y el capital, y con el ejemplo estimular a sus compañeros, los trabajadores, a que organicen la producción y el consumo sobre bases natrales e igualitarias, cosa nada fácil de realizar, no contando con un fuerte núcleo de hombres inteligentes y convencidos.
Qué es lo que Flores Magón pedía en sus cartas. Y si éstos no han ido o no van, o una vez ahí se descorazonan por encontrar que las bandas de luchadores estaban compuestas más de aventureros que de hombres convencidos, no acusemos a los bravos rebeldes que han perdido o expuesto su vida para poner a México en condiciones favorables para intentar una verdadera revolución, sino, si acaso, a nosotros mismos que no hemos sabido superar en calidad y en número a los supuestos aventureros para, arma en brazo, comenzar a hacer práctico el principio que propagamos.
Según el último número de Regeneración, la revolución al grito de ¡Tierra y Libertad! no ha cesado; en diversos Estados hay buen número de partidas luchando contra los viejos y los nuevos tiranos mexicanos, ¡sigámoslos ayudando moral y materialmente!
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