Indice de Los seis libros de la República de Jean Bodin | LIBRO CUARTO - Capítulo tercero | LIBRO CUARTO - Capítulo quinto. | Biblioteca Virtual Antorcha |
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Los seis libros de la República LIBRO CUARTO ... La razón de más peso para instituir oficiales anuales es que el primero y principal fin de toda República debe ser la virtud, y el objetivo del verdadero legislador hacer a los súbditos buenos y virtuosos. Para lograrlo le conviene poner a la vista de todo el mundo los premios de la virtud, como blanco que todos se disputen. El honor es el precio y recompensa de la virtud, la cual no debe ni puede ser medida por el interés ... Si las dignidades, comisiones y oficios honrosos se sacan del acervo público para encerrarlos y esconderlos en las cajas particulares de los más indignos, quienes los consiguen por favor o por dinero no se puede esperar que la virtud sea estimada ... Otra consideración a tener en cuenta por el príncipe prudente es la conservación de la paz y amistad entre los súbditos, extirpando las raíces de las guerras civiles ... Pues bien: la primera y principal causa de sedición es la desigualdad, en tanto que la igualdad es la nodriza de la paz y la amistad. Esta igualdad no es otra cosa que la equidad natural, distribuidora de los premios, las dignidades, los honores y las cosas comunes entre todos los súbditos del mejor modo posible ... Quien reparte, pues, los honores y ofic:os entre un número reducido de personas, como forzosamente tiene que ocurrir cuando se dan a título vitalicio, está atizando la brasa de los celos entre los súbditos y el fuego de la peor sedición que puede haber en la República ... Además, no solo se impide la unión de los súbditos y se suprimen los verdaderos premios de la virtud, sino que también quedan abolidas las penas ... Si los magistrados son anuales, es evidente que el temor de que se les pida cuentas los mantendrá en perpetua incertidumbre, y temblarán cuantas veces oigan las amenazas dirigidas por los tribunos del pueblo a Manlio: Privatum rationem rerum ab se gestarum redditurum, quoniam consul noluisset ... Por esta razón Plutarco alabó tanto la costumbre de los antiguos romanos, cuando incitaban a los jóvenes para que acusasen públicamente a los que habían desempeñado mal sus cargos ... Además, si es cierto que la conservación del bien público constituye la tarea más importante de todos los súbditos en general y de cada uno en particular, ¿qué preocupación, qué interés por el bien público tendrán quienes no participan en él? ¿Qué interés pueden tener quienes se ven excluidos de dignidades dadas a perpetuidad a unos pocos en algo que no les atañe ni de cerca ni de lejos? ... Los principados, ducados. marquesados y condados fueron hechos perpetuos por quienes los tenían en comisión, no quedando país en Europa, salvo Inglaterra, donde, actualmente, estas dignidades no sean hereditarias, de modo tal que el poder de mando y la distribución de la justicia ha venido a parar a mujeres y niños por derecho hereditario; lo que era público se ha convertido en particular, vendiéndose al mejor postor ... De otro lado, se sostiene que es más conveniente para el bien público hacer los oficios y las dignidades perpetuos. En caso contrario, será necesario abandonar el cargo antes que se esté impuesto de su deber ..., de suerte que la República estará siempre en manos de personas incapaces y sin experiencia. Aun si se supone que los recién llegados son capaces y diestros en su oficio, el escaso número de días del año, abundante en fiestas y celebraciones, supone grandes desventajas para el cambio de oficiales. Los negocios públicos y privados quedarán sin resolver, las guerras iniciadas sin solución, los pleitos y disputas en suspenso, las penas y castigos diferidos, las acusaciones prescritas ... Una razón más para que las dignidades y oficios sean inamovibles, es la que Tiberio siempre alegaba cuando se le quejaban por haber sido el primero en instituir oficios a largo plazo; decía que era mejor así, para que, ahítos, como sanguijuelas, de la sangre del pueblo, le dejasen tranquilo, siendo de temer que al llegar nuevos oficiales hambrientos acabasen de sorber la sangre, roer los huesos y chupar la medula que les quedase a los súbditos ... Por lo demás ..., la decadencia de las Repúblicas proviene de los magistrados nuevos, que traen nuevos consejos, nuevos proyectos, nuevas leyes, nuevas costumbres, nuevos edictos, nuevo estilo, nuevas resoluciones, nuevos modos, nuevo cambio en todas las cosas, al tiempo que menosprecian las costumbres y las leyes antiguas ... No hay entendimiento tan perspicaz que de momento no se sienta deslumbrado por los razonamientos de cualquiera de las partes si no presta atención a los argumentos contrarios de la otra. Por ello he querido exponer brevemente algunas de las razones de ambas partes ... Es evidente que Repúblicas contrarias requieren ser gobernadas con métodos contrarios y que las reglas que son adecuadas para conservar los Estados populares solo sirven para destruir las monarquías. Los Estados populares se conservan mediante el cambio continuo de los oficiales, con objeto de que cada uno, según su condición, participe en los oficios, del mismo modo que participa en la soberanía. La igualdad, nodriza del Estado popular, es mejor preservada por la sucesión anual de los magistrados, pues el hábito de mandar mucho tiempo puede inducir a apoderarse de la soberanía. Pero, en la monarquía, los súbditos, que no participan de la soberanía, no tienen por qué ser estimulados; basta que aprendan a obedecer a su príncipe, en especial si la monarquía es señorial o tiránica ... El monarca real, que debe tratar a los súbditos como el buen padre de familia a sus hijos, pese a que no está más sujeto a las leyes humanas que los otros monarcas, regula, mediante leyes y ordenanzas, la institución y destitución de los oficiales, a fin de que, observándolas, se dé participación en los honores y recompensas, no a todos indiscriminadamente, sino a quienes lo merezcan ... No deberá salirse del término medio, siempre digno de alabanza, de modo tal que instituirá varios oficios perpetuos, algunos removibles cada tres años y otros cada año. En particular serán anuales los presidentes de los parlamentos, de los consejos de hacienda y los gobernadores de provincia, pues, de otro modo, sus concusiones y abusos quedarían impunes. Debe abrir la puerta de los oficios a los ricos y los nobles, aunque no tengan tanta experiencia como los pobres y plebeyos, para evitar así las sediciones; cuando no sean suficientemente capaces, les hará acompañar de personas hábiles en su oficio, que suplan y disimulen sus defectos. En caso de necesidad (el monarca) siempre podrá destituir a los oficiales nombrados a perpetuidad, cuando compruebe que, por carecer de facultades intelectuales o físicas, son incapaces de desempeñar su oficio ...
Para que la justicia, fundamento principal de un Estado, sea bien distribuida, se le atribuirá a perpetuidad a corporaciones y colegios, incluso cuando se trata de jurisdicción en última instancia, tanto en lo civil como en lo criminal. De esta forma se logrará no solo que los jueces gocen de mayor experiencia, tanto por escuchar diversas opiniones como por el largo ejercicio en su función, sino también moderar su poder, del que abusarán menos de este modo, a la vez que serán más difícilmente corrompidos ...
Jean Bodin
CAPÍTULO CUARTO
Si es conveniente que los oficiales de una República sean perpetuos.
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