Índice de La democracia en América de Alexis de TocquevilleCapítulo décimo quinto de la segunda parte del LIBRO SEGUNDOCapítulo décimo séptimo de la segunda parte del LIBRO SEGUNDOBiblioteca Virtual Antorcha

LIBRO SEGUNDO

Segunda parte

Capítulo décimo sexto

Cómo el amor excesivo al bienestar puede perjudicar al bienestar mismo

Existe un enlace más estrecho de lo que se piensa entre la perfección del alma y el incremento de los bienes del cuerpo; el hombre puede dejar separadas estas dos cosas, y contemplarlas alternativamente, mas nunca podrá separarlas del todo sin perder al fin a ambas de vista.

Las bestias tienen los mismos sentidos que nosotros, y poco más o menos quieren las mismas cosas; no hay pasiones materiales que no nos sean comunes y cuyo germen no se encuentre en un perro lo mismo que en nosotros.

¿De dónde viene, pues, que los animales no sepan proveer sino a sus primeras y más groseras necesidades, mientras que nosotros variamos hasta el infinito nuestros goces y los aumentamos sin cesar? Lo que nos hace superiores a las bestias, es que empleamos el alma para encontrar los bienes materiales hacia los cuales ellas son conducidas solamente por el instinto. En el hombre, el ángel enseña al bruto el arte de satisfacerse, porque el hombre es capaz de elevarse sobre los bienes corporales y despreciar hasta la vida, cosa de que las bestias no tienen ni idea y sabe multiplicar estos mismos bienes hasta un grado que aquéllas no pueden tampoco concebir.

Todo lo que eleva, engrandece y ensancha el alma, la hace más capaz de salir airosa, aun de empresas en las que no se trata absolutamente de ello. Todo lo que la enerva, por el contrario, o la humilla, la debilita para todas las cosas, así grandes como pequeñas, y amenaza volverla tan impotente para unas como para otras. Así, es preciso que el alma permanezca grande y fuerte, aunque no sea más que para que pueda poner, de tiempo en tiempo, su fuerza y su grandeza al servicio del cuerpo.

Si los hombres llegasen alguna vez a contentarse sólo con los bienes materiales, es de creer que perderían poco a poco el arte de producirlos, acabando por gozar de ellos sin discernimiento y sin progreso, como los brutos.

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