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CAPÍTULO VI
Las artes y las ciencias.
Los deberes del comunismo libertario a su respecto.
El Hombre no posee sólo en la Naturaleza ni el amor instintivo de lo bello ni el deseo del Saber.
Uno de los méritos de Darwin consiste en haber hecho resaltar con mucha precisión, en su libro sobre la Descendencia del Hombre (capítulo III), que numerosos animales, particularmente los pájaros, poseen en alto grado el sentimiento de la Belleza.
Pero el hombre civilizado, el hombre cultivado de los tiempos modernos tiene, en todos los dominios en que se trata de ampliar sus conocimientos, lo mismo que en las Artes, enormes ventajas sobre los animales superiores. El desarrollo incesante de sus sentimientos le es facilitado singularmente.
Los orígenes de las artes y de las ciencias -Darwin lo ha adivinado bien- se hallan en la fuerte potencia de la imaginación del Hombre, en su admiración de lo que es nuevo para él, en su curiosidad y en su infatigable espíritu de imitación; en una palabra, en los sentimientos más profundos del alma humana.
En el más alto grado de interés para la vida humana se halla el progreso que ha realizado la civilización, en el transcurso de los siglos, en todos los dominios de las ciencias y del Arte.
Pero el mantenimiento y la aceleración de ese progreso exigen enormes sacrificios, y la Humanidad y la Sociedad comunista del porvenir deberán tenerlos en cuenta.
El aprendizaje de que tiene necesidad un animal para preparar su albergue no iguala en modo alguno al que necesita el hombre para la construcción de las casas y de los monumentos. Las innumerables variaciones en la Arquitectura humana en el curso de los siglos son las consecuencias de admirables esfuerzos realizados por seres superiores a todos los demás en la Naturaleza. La misma verdad se aplica a cualquier otro arte humano y a cualquier ciencia.
En todos los dominios, siempre y en todas partes, por medio del roce constante de los espíritus y mediante una larga educación del hombre, desde su primera juventud hasta la edad madura, es como se desarrollan lentamente los sentimientos estéticos y la afición por las indagaciones científicas.
Aíslese completamente a un niño que presente los más altos dones naturales y, una vez llegado a la edad madura, será atolondrado, corto de entendimiento y torpe como el semicivilizado. Los niños de corta edad se embrutecen de un modo terriblemente rápido en el aislamiento, y si se descuida o se abandona su educación.
En los diversos dominios de las artes y de las ciencias, se comprueba mejor que en otro sitio que todo individuo es en suma el producto de su medio y de su época, y que el individuo más privilegiado por dones naturales debe también la mayor parte a aquellos sobre cuyos hombros puede elevarse para desplegar su talento y su genio.
Por todas estas razones, la Sociedad comunista del porvenir tendrá el derecho de pretender, lo mismo que las sociedades precedentes, que los talentos y los genios surgidos en sus medios son sus propias criaturas y que tiene derechos sobre ellos. Pero también tendrá deberes para con ellos y deberá tratarles mejor de lo que lo han hecho las generaciones anteriores.
Los verdaderos artistas, los verdaderos sabios son de ordinario indolentes y gran número de ellos son muy poco prácticos. Tan sólo la vida les mueve al trabajo, y el estado de entusiasmo, de embriaguez o de distracción a que pueden llegar con tanta frecuencia y que se cuentan para ellos entre los momentos más sublimes de su existencia, es poco apto para enseñarles a mirar por sus intereses materiales. Preciso es, por tanto, que la Sociedad, que la Comunidad mire por ellos muy particularmente.
El verdadero artista y el verdadero sabio crean sus trabajos lo mismo que crece la planta o como canta el pájaro, por la naturaleza de su ser, de sus aptitudes y de su potencia.
Talento y genio se imponen al Hombre de la misma manera que el desarrollo moral del alma. Le hacen el servidor e incluso el esclavo de sus cualidades, de sus capacidades para crear y para realizar ensueños estéticos o invenciones técnicas y científicas.
El Talento y el Genio son con frecuencia amos duros y difíciles de contentar, verdaderos torturadores.
Las civilizaciones anteriores, hasta nuestros días inclusive, han dejado con mucha frecuencia a los verdaderos talentos y genios en Arte o en Ciencia, vivir en la mayor miseria, apropiándose después de su muerte sus preciosas obras.
O bien se les condenaba a vivir en la servidumbre de un magnate de la autoridad secular o eclesiástica; al servicio de un convento, de un obispo, de un papa, de un duque o de un rey cualquíera. Y se les condenaba a hacer, en sus obras, el elogio del que les sustentaba y del cual tenían que ser los cortesanos y los lisonjeadores.
La sociedad capitalista actual es particularmente dura para los que trabajan el Arte o las ciencias movidos tan sólo por el afán de su entusiasmo y de sus dones naturales. Los industriales, comerciantes y financieros, apenas poseen el gusto y la delicadeza de espíritu de la antigua aristocracia. Todo lo miran demasiado exclusivamente desde el punto de vista del dinero y de su propio interés material, para ser mecenas de gran envergadura.
En nuestra época, en la que se encuentran fondos en abundancia para organizar combates de boxeo, falta el dinero para la construcción y la conservación de los laboratorios.
La sociedad comunista habrá de cambiar, por tanto, de manera absoluta la situación en que se encuentran actualmente artistas y sabios.
Deberá exigir, ante todo, tanto a unos como a otros, sinceridad y la ruptura con todos los fines interesados que no conduzcan a la Belleza ni a la Verdad.
Pues la Historia es severa: los artistas y los sabios que han sobrevivido más tiempo a su época y que han continuado interesándonos hasta nuestros dias son los que sabían dar a la Humanidad el fondo de su alma. En las ciencias, son los que han sabido servir a la verdad a pesar del odio de los clérigos, del despotismo de los reyes o de la incomprensión de sus contemporáneos.
Los comunistas libertarios pagan a todos esos genios el tributo de su admiración y de su gratitud por todo lo que han hecho y sufrido en beneficio de la Civilización y del progreso de las Ideas.
Pero ese tributo póstumo y esa admiración tardía para las grandes figuras del pasado, no bastan. Los comunistas libertarios se hallan convencidos de que el porvenir tiene que ser cambiado, de que la vida social tendrá que ser profundamente modificada, de suerte que los artistas y los sabios de todas las categorías hallen en lo sucesivo más fácil la existencia de lo que lo ha sido para sus colegas del pasado.
En primer lugar: todos los talentos y los genios ocultos en lo profundo de las poblaciones, deben de tener ocasión de manifestarse y de desplegar la plenitud de sus dones naturales.
El hombre que siente en sí talentos especiales para el Arte o para la Ciencia, pero que se halla condenado a un trabajo largo y asiduo de todos los días a fin de ganar el pan cotidiano para si y para los suyos, experimenta la amargura de una vida perdida, y su existencia es para la sociedad una verdadera pérdida.
El talento y el genio tienen necesidad de exteriorizarse, y si no encuentran la posibilidad de ello, si las dotes naturales permanecen embrionarias en el alma humana, el sufrimiento moral es incurable.
Los comunistas libertarios defienden por todas estas razones el principio del sostenimiento pecuniario de las Artes y de las Ciencias por los municipios, los departamentos o provincias y las naciones.
Establecerán ante todo la enseñanza gratuita en todos los grados, enseñanza especial para las Artes y Oficios y las diversas ramas de la Ciencia. Velarán además para que se concedan becas de estudios, incluyendo la manutención del alumno, a todos los que se distingan de un modo sensible por sus dones naturales.
Toda obra de Arte o de Ciencia digna de interés debe ser sostenida de la misma manera por la iniciativa comunal, provincial o nacional.
Los comunistas libertarios se hallan convencidos de la importancia esencial que las Artes y las Ciencias han tenido bajo las diversas formas de civilización del pasado, y que tendrán, en más alto grado aun, en el porvenir.
Desde el momento en que las religiones pierden más y más verdadero influjo sobre el comportamiento de los hombres en todos los países modernos, sólo quedan las artes y las ciencias para trazar a las gentes de distintas profesiones y de distintos caracteres y gustos el camino a seguir en la vida de todos los días; para depurar y elevar sus sentimientos y sus aspiraciones; para inculcarles un ideal digno de una sociedad nueva.
El duro trabajo diario no puede satisfacer tan sólo los gustos y las aspiraciones de los hombres, en sociedad comunista menos aún que en sociedad capitalista. Realizado el trabajo diario, el sencillo espíritu ha de poder hallar en el cinema, en el Canto, en el Juego o en el Deporte, el goce necesario a la vida, del propio modo que las personas más refinadas lo hallan en los Conciertos sinfónicos, en las galerías de cuadros, en el Teatro o en la Ópera o también en la lectura.
Los jóvenes que tengan sed del Saber les complacerá siempre enfrascarse en el estudio de un artículo de revista o de un libro instructivo.
La sociedad comunista libertaria deberá tener en cuenta todos los gustos y todas las tendencias.
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