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A Avante
Queridos camaradas de Avante:
Después de más de siete largos meses de encierro arbitrario por orden de los esbirros del capitalismo, enfermo y sometido a toda clase de humillaciones y torturas, tengo el gusto de poner en conocimiento de los compañeros que publican esa hoja libertaria, así como a todos los camaradas y amigos que tomaron algún interés por conseguir mi libertad, que desde el día cuatro del presente mes de noviembre, se dio la orden para ponerme en completa libertad.
Aunque el proceso iniciado en mi contra, así como en contra de los compañeros Florentino Ibarra y Francisco Flores, fue por injurias al primer magistrado de la República, cuya sentencia dictada por el juez federal la cumplimos el mismo día que nos fue comunicada, sin embargo, el hipócrita discípulo de Loyola no contento con ese castigo que dictó en contra nuestra, se declaró dizque incompetente para seguirnos juzgando bajo el mismo cargo, y nos consignó a manos de los jueces del orden común que ya tenían la consigna de que me fastidiaran otro poco.
Estando los acusados a disposición del nuevo agente del Ministerio Público, fueron puestos en inmediata libertad Francisco Flores y Florentino Ibarra, cosa que debía haberse hecho desde el primer día en que fueron detenidos y conducidos a presidio.
Pero se trataba de infundir el terror entre los trabajadores de México con el perverso fin de aislar a los procesados de la necesaria defensa para arrancarlos de las garras malditas de sus furiosos enemigos. Por esta causa inicié yo mismo la campaña desde la prisión.
El nuevo agente representante de la autoridad me abrió un nuevo proceso, basado en los mismos artículos denunciados anteriormente y publicados en el número 35 de Sagitario, haciéndome los siguientes cargos: por incitar al pueblo a la anarquía y haber hecho la apología del anarquismo. Hechos que no niego, porque a eso dedico todos mis esfuerzos desde hace muchos años.
Siempre he considerado las ideas anarquistas como las verdaderamente lógicas y humanas, y las únicas que podrán resolver los actuales conflictos sociales que han llevado a todos los pueblos de la tierra al más grande desbarajuste social, el odio, la desolación y la muerte. Vivimos en un completo caos de donde el presente régimen burgués no nos sacará jamás.
En mis declaraciones hice, en efecto, la apología del anarquismo, porque son esas ideas de amor y libertad las que más se armonizan con las necesidades del hombre y de la mujer en sus íntimas relaciones con la naturaleza, propia conservación y bienestar.
Dijo un bien conocido pensador:
El anarquismo tiende al establecimiento de un orden social basado en la fraternidad y el amor, al contrario de la presente forma social, fundada en la violencia, el odio y la rivalidad de una clase contra otra y entre los miembros de una misma clase. El anarquismo aspira establecer una paz para siempre entre todas las razas de la Tierra, por medio de la supresión de esta fuente de todo mal: el derecho de propiedad privada.
Esto mismo repetí yo frente a los representantes de la ley; pero esas ideas tan sanas y humanitarias como son, fueron consideradas como criminales por el referido lacayo de la burguesía.
Como la agitación mundial iniciada por Cultura Proletaria de Nueva York y en varias regiones de los Estados Unidos norteamericanos, así como por los camaradas de la Argentina, Francia y otros países, produjo al mismo tiempo una avalancha de enérgicas protestas a favor de mi libertad, el gobierno procuro evitar mayor escándalo y detener esa ola de desprestigio e ignominia en que ya había caído, y dio orden para que se me pusiera en completa libertad. Orden que obedecieron sin vacilar los jueces verdugos, azotes del pobre y lacayos serviles del poderoso.
A pesar de estar los cargos referidos expuestos con toda claridad en la forma que ya quedan explicados, mi orden de libertad fue escrita de modo que todo el mundo entendiera que el gobierno desistía de seguirme persiguiendo por el primer cargo de injurias al primer magistrado de la República, con el fin premeditado sin duda, de poner una trampa al compañero Pedro Gudino que fungía como director de Sagitario y a quien todavía persiguen los sabuesos de burguesía.
Como nunca acepté una libertad condicional que coartara mi libertad de pensar, se encontró, al fin, la fórmula única que podría yo aceptar: desistir de los cargos que se me imputaron; lo que en términos jurídicos se llama sobreseimiento.
Los últimos seis compañeros detenidos desde el día doce de agosto, por suponerlos autores intelectuales de otra hoja en la que los esbirros del capitalismo encontraron más injurias al primer magistrado de la República, todavía están en manos del juez primero del distrito federal. Como nada se les ha comprobado, esos obreros que forman parte del Cuadro Dramático Obrero fundado por el grupo Hermanos Rojos, aceptaron salir con libertad bajo fianza de mil a mil quinientos pesos cada uno.
Librado Rivera
Del periódico Avante, Noviembre 19 de 1927
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