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El paro del día 23
El día 23 de agosto conmemoraron los trabajadores de esta región petrolera el primer aniversario del asesinato de Nicolás Sacco y Bartolomé Vanzetti por la burguesía norteamericana, llevando a cabo un paro general. Y a pesar del propósito que tenían las compañías petroleras para desbaratar el movimiento iniciado por los trabajadores, distinguiéndose entre ellas la compañía El Águila que tuvo el descaro de anunciar a sus obreros que si faltaban ese día a sus labores lo consideraría como una violación al contrato, pero los explotados no se amedrentaron con la ridícula amenaza, ni tampoco hicieron caso de las gestiones de sus mismos líderes quienes cuidan más por los intereses de sus propios verdugos que por los intereses de sus compañeros explotados.
Por la noche nuestra conmemoración consistió en discursos alusivos al crimen, terminando todo con la representación del hermoso drama revolucionario Tierra y Libertad, escrito por el inolvidable camarada Ricardo Flores Magón, en el que se describen los hechos tal como pasan todavía en México bajo la actual guardiana del gobierno laborista amigo del obrero.
La manifestación de Tampico
La manifestación en Tampico se efectuó de un modo que da pena referirlo. Los trabajadores fueron víctimas de una trama vilmente preparada por los enemigos de los mismos camaradas carbonizados por la burguesía norteamericana.
Ya con alguna anticipación se había hecho circular una hoja invitando al público a formar parte de la manifestación de protesta contra el crimen llevado a cabo hace un año en Boston, y como para que nadie lo sospechara, terminaba la hoja con frases tan enérgicas como las siguientes:
El trabajador que falte a los actos de protesta traiciona a su clase.
¡Todos a pasar lista de presentes!.
Frente Único Obrero y Campesino pro Sacco y Vanzetti.
Como era natural y lógico que sucediera, concurrió a la manifestación una multitud heterogénea de obreros deseosos de cooperar con su presencia a la conmemoración de un acto de tan trascendental importancia para la propia liberación y completo bienestar de todos los oprimidos y explotados de la Tierra. Y es natural que entre los manifestantes que más obligados están a asistir a esta clase de manifestaciones obreras, no han de ser los frailes, ni los burgueses, ni mucho menos los gobernantes, puesto que contra toda esa clase de zánganos sociales van dirigidas esas demostraciones populares de rebeldía; sino que los indicados son los anarquistas, porque anarquistas fueron Nicolás Sacco y Bartolomé Vanzetti, a quienes se les sacrificó por predicar esas bellas ideas humanitarias.
Pero sucedió que no fueron los partidarios de esas ideas redentoras los organizadores de aquella manifestación, sino sus propios enemigos los que la efectuaron, con el fin perverso de castrar y traicionar a las masas ávidas de justicia, sometiéndolas más y más al yugo maldito de su propia esclavitud.
Para el efecto ya se contaba con oradores bien aleccionados y disciplinados, no deberían hacer uso de la palabra otras personas que no fueran las ya amaestradas.
Pero sucedió que algunos obreros justamente indignados por la odiosa censura a que los quería someter la llamada Comisión Organizadora, subieron a la tribuna para dar mejor orientación al movimiento de protesta, desenmascarando no sólo al Juez Thayer, al Gobernador Fuller y al verdugo Elliot, sino a todos los que se ocultan tras esas monstruosas figuras que sólo sirvieron de instrumentos, así como a todos los tiranos de la Tierra.
Esas monstruosas figuras norteamericanas tienen mucho de común con los Machado, los Mussolini, los Primo de Rivera y los Juan Vicente Gómez, cuyos crímenes hacen estremecer a las fieras más insensibles. Estas frases y otras muchas verdades referidas a los explotadores mexicanos, pusieron los pelos de punta a los judas obreros organizadores de aquel vergonzoso simulacro de protesta. Estos judas acudieron desde luego a la fuerza federal para que fueran arrestados nuestros compañeros, a pesar de las enérgicas protestas de hombres y mujeres que gustosos escuchaban a los oradores. Y aunque uno de ellos, José Mier, logró ser puesto en libertad poco después, quedó, sin embargo, en las garras de los esbirros del capitalismo el compañero Gabriel Pecina, sobre quien descargaron toda su ira y su ponzoña, no sólo los esbirros de uniforme, sino los que con el ropaje de obreros ordenaron el arresto de Pecina.
Una demostración del infame proceder de estos hipócritas discípulos de Lenin o de San Ignacio de Loyola, es el documento que enseguida reproducimos para eterno baldón de los que con el ropaje de obreros, sirven a los intereses de la burguesía en contra de los intereses obreros. Hay que hacer mención también de que el Mundo es el órgano al servicio de los millonarios petroleros en este puerto.
Tampico a 23 de agosto de 1928,
Señor Vicente Villasana, director del diario El Mundo.
La Federación Obrera de Tampico encarece a Ud. que inserte en las columnas de su eficiente publicación, la siguiente declaración:
La manifestación de ayer ha sido una protesta por la electrocución de Sacco y Vanzetti, en su primer aniversario. En consecuencia, la inoportunidad e imprudencia de los oradores anarquistas ha sido notoria y más parecieron agentes provocadores que luchadores de buena fe.
Esta Federación no puede hacerse solidaria de la actitud de los oradores detenidos y lo hace constar; pero pide su libertad (¡¡¡Hipócritas!!!) en virtud de que su prisión es violatoria de los artículos 7, 14 y 16 constitucionales. Esperamos que será escuchada esta solicitud que por nuestro conducto formularon los trabajadores de la región petrolera.
De Ud. atentamente.
Secretario General, Eduardo García.
Y como si todo lo expuesto no dejara satisfechos a los encapuchados discípulos de Loyola, una Comisión de ellos mismos se presentó ante el Jefe de la Guarnición, General Benignos, para protestar enérgicamente de la conducta poco digna de su compañero Gabriel Vecina y que aprobaran el procedimiento de las autoridades militares.
¡Los mismos restos de los camaradas sacrificados, Sacco y Vanzetti, han de estremecerse de indignación al verse ultrajados por estos Judas que se sirven de sus nombres para traicionar a sus hermanos!
Del periódico Avante, 1º de septiembre de 1928.
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