Hace treinta y tres años, mi ahora fallecida compañera Chantal y yo, nos aventuramos en la edición de un periódico cuyo objetivo seria el de difundir tesis, opiniones, ideas y noticias de caracter anarquista. Tras tal objetivo anduvimos mas de un año antes de embarcarnos, de lleno, en tan ambicioso proyecto.
Viéndolo a la distancia, obviamente no eran aquellos los mejores tiempos para coronar con el éxito aquella iniciativa. En el terreno económico, el México de 1981 se encontraba a un paso del despeñadero; en el campo político privaba la confusión en todos los aspectos, y en el terreno propio del anarquismo mexicano eran tiempos aquellos de dolorosas e inevitables metamorfosis.
Las publicaciones, llamémoslas históricas, del anarquismo mexicano, hacian materialmente agua en aquellos días. Por una parte, el vocero Tierra y Libertad, una vez muerto Franco y reinstalada la Confederación Nacional del Trabajo en tierras hispanas, perdia uno de sus principales pilares durante los más de cuarenta años de existencia: el haber sido un órgano de enlace del exilio libertario español por el mundo, y particularmente en América. En efecto, el vocero Tierra y Libertad en mucho dependía de su caracter de herramienta de unión, de cohesión entre el medio libertario hispano que a raíz de la derrota republicana de 1939, terminó dispersándose por el mundo. Fue pues, en un muy alto porcentaje, un instrumento de cohesión entre los anarquistas españoles, por lo que una vez finiquitada la emergencia que le daba razón de ser, quedose a la deriva, e incluso, precisamente por aquellas fechas, en su propio seno, llegó a plantearse la conveniencia de desaparecer como tal, conformándose tan solo como un grupo de afinidad ideológica.
Por otra parte, el vocero Regeneración, órgano que fuera de la Federación Anarquista de México, vivía una situación muy particular debido a tensiones internas que prácticamente habia paralizado su publicación. Además, en los medios, llamémosles externos, publicaciones como Caos, enfrentaban, igualmente, graves tensiones en su interior que de hecho produjeron un rompimiento algo brusco, que desgraciadamente condujo a su finiquitación.
Pues bien, frente a todo este panorama, tuvimos, Chantal y yo, la desacertada ocurrencia de iniciar la edición de El Compita. Resultaba obvio que nuestra idea del periódico no iba a terminar por satisfacer las exigencias del público lector de Tierra y Libertad, Regeneración, ni de Caos. Los habituales lectores de estos medios de información definitivamente no iban, salvo un muy, pero muy reducido porcentaje, a adaptarse a nuestro particular concepto periodístico. Esto era a todas luces evidente, sin embargo, quizá nuestro máximo error fue el no haber delimitado claramente, desde un inicio, nuestras reales posibilidades.
Inmersos, por aquellos tiempos, dentro del cauce de relaciones del movimiento libertario mexicano, no nos era posible el imaginar otras posibilidades de desarrollo, y ello no obstante de que de manera desesperada éramos, quizá los únicos, que nos esforzábamos muchísimo por crear nuestro propio, y permítase el uso de la palabra, mercado de distribución. Sin embargo, en el caso de El Compita, nos dejamos llevar por la corriente y de esto, precisamente, una importante parte del debilitamiento mismo de aquel proyecto.
Recibimos, y es justo el precisarlo, todo el apoyo posible en el seno mismo del movimiento, pero igualmente hubimos de absorver el cúmulo de fricciones, amarguras y bronquillas que contaminaban el ambiente libertario de aquellos tiempos. Y para desgracia nuestra, el entorno económico no era, para nada, favorable para la expansión de nuestras pretensiones. En efecto, los años de 1981 y 1982 no fueron sino el antecedente del mayor descalabro económico que hasta esa fecha había enfrentado México desde la posguerra. El país, en lo económico, simple y sencillamente estalló ante el enorme cúmulo de aceleres, babosadas e increibles e infantiles errores por parte de la administración pública. 1982 representó el año del colapso, del derrumbe de los sueños guajiros de la entrada triunfal al primer mundo. Sin pecar de exagerados podemos afirmar que fue lo ocurrido en aquel año de 1982, el inicio del debacle económico que hasta la fecha, treinta y dos años después, México continúa experimentando.
Pues bien fue en aquellos años que llevamos a cabo el proyecto de nuestro periódico, y por más que hicimos, nos fue imposible el poder salvarlo de la hecatombe económica.
El Compita, no fue producto de un acelere, sino un proyecto pensado con bastante calma y que se inscribía en nuestro desarrollo como editores. Separar a El Compita de Ediciones Antorcha, es algo imposible. Sucedió que en el año de 1980, tomamos la decisión de dar un mayor impulso a nuestra actividad editorial. El plan fue el siguiente: para aquel año, habiamos editado ocho libros, un disco y un casete; esto es, de septiembre de 1975 fecha en la que Ediciones Antorcha publica el Epistolario revolucionario e íntimo de Ricardo Flores Magón, hasta finales de 1979, nuestra producción editorial habia sido muy, pero muy modesta, y ello no obstante que de los ocho libros publicados, cuatro de ellos habían alcanzado reediciones, además, y no esta de menos el señalarlo, eran tiempos aquellos en que nuestras ediciones constaban de un tiraje de tres mil ejemplares. Pues bien, en los últimos meses de 1979, diseñamos un plan para editar, al menos, un libro por mes. El plan era sumamente ambicioso y conllevaba, por lógica, un programa de trabajo bastante intenso por medio del cual buscábamos abarcar un mercado más amplio, lo que conllevaba a extender nuestra distribución a librerias fuera de la ciudad de México. Y dentro de ese programa nos planteamos que, en el caso de que tuviésemos el porcentaje de éxito que esperábamos, iniciariamos, de inmediato, nuestro proyecto de edición de un periódico. Pues bien, por fortuna y no sin antes sudar la gota gorda, logramos alcanzar el porcentaje de éxito que nos habiamos fijado, y de ello se desprendió el inicio de nuestra publicación El Compita El trabajo para la edición de El Compita fue, desde siempre, agobiador pero, paralelamente, muy satisfactorio. Recordar todo lo que hicimos para editar el periódico me llevaría muchísimo espacio, porque son muchos, pero muchos los bellos recuerdos que guardo de la labor que Chantal y yo realizamos para tal fin. Todo, absolutamente todo, lo haciamos juntos, entendiéndonos con sólo vernos los ojos, sin que fuera necesario cruzar siquiera una palabra.
Por supuesto que el contenido del periódico refleja, en cierto sentido, no sólo nuestra particular visión de lo que debería ser un vocero libertario en el México de principios de la década de 1980, sino también presenta una idea del ambiente político de aquellos días, particularmente en el proceso denominado de Unión de Izquierdas que por aquellos años permeo sensiblemente a la clase media de la ciudad de México, y mediante el cual buscábase consolidar un instituto político lo suficientemente amplio como para ofrecer alternativas viables a la población. Quizá, producto de aquel proceso lo sea el alto nivel de votación que los partidos de izquierda logran en la denominada zona metropolitana, e incluso es probable que sin el desarrollo de aquel proceso pro-unitario, dificilmente la izquierda mantendria el alto consenso que en la actualidad mantiene en la ciudad de México. Pues bien, existen en El Compita algunas reflexiones sobre este tema.
Otros asuntos muy sonados en aquella época lo fueron tanto los sucesos de la invasión soviética a Polonia asi como la invasión británica a las Islas Malvinas, asuntos que también feron tratados en El Compita.
Ahora bien, no obstante que desde antes de la aparición del primer número expedimos una circular pidiendo abiertamente colaboración mediante escritos o reportajes, la verdad fue que la respuesta recibida fue muy escasa, por lo que siempre estuvimos limitados en cuanto a material a publicar. Además, algunas colaboraciones nos llegaban en francés, otras en inglés y muy pocas en italiano. En cuanto al francés y al inglés, Chantal, que manejaba ambos idiomas a la perfección se encargaba de la traducción, colaborando yo en lo que a redacción de estilo se referia. En cuanto al italiano, entre los dos nos haciamos bolas y mal que bien lográbamos textos comprensibles.
La diagramación del periódico, corria en un altísimo porcentaje, a cargo de Chantal, y la corrección de galeras y pruebas finas las haciamos en conjunto.
Para la distribución, utilizábamos los canales propios de nuestra editorial, añadiendo las ayudas de algunos individuos que se acometian a distribuir el periódico en sus zonas de residencia, ya en el interior de la República Mexicana e incluso en otros países.
Sin embargo, y a pesar de todos nuestros esfuerzos, el proceso inflacionario que durante 1982 empezó a gestarse, nos hizo la vida imposible, ya que los gastos de producción de El Compita comenzaron a aumentar de manera harto considerable. Aguantamos hasta donde pudimos, porque cuando el déficit del periódico empezó a reflejarse en los resultados económicos de nuestra editorial Ediciones Antorcha, no dudamos ni un segundo en suspender su publicación. Habia que actuar de manera contudente, ya que de lo contrario, Ediciones Antorcha terminaria pagando los platos rotos, y eso definitivamente no lo íbamos a permitir. Asi que, con todo el dolor de nuestro corazón tomamos la decisión de suspender la edición de El Compita hasta bque las condiciones nos fuesen favorables. Por desgracia esto nunca sucedio ya que la crisis se profundizaría muchísimo mas.
He intentado en vano, revisar los archivos de El Compita, conformados básicamente por cientos -y no es exageración-, de cartas y circulares, así como de las respuestas que recibíamos. No he podido hacerlo porque el solo intentarlo me desmorona anímicamente, y no veo caso alguno en auto-torturarme. Si mas adelante llego a asimilar la pérdida de mi compañera y la revisión de esas cartas, circulares y sus respuestas no provoca en mi ese maldito nudo en la garganta que me impide respirar y hace que mis ojos se llenen de lágrimas, entonces veré la forma de dar a conocer esa experiencia que quizá pueda servir a alguien en la actualidad. Pero mientras eso sucede, si es que sucede, me concreto a colocar aquí, en la Hemeroteca Virtual Antorcha los archivos digitalizados de los seis números que Chantal y yo editamos de El Compita, advirtiendo que realmente se trata de archivos superpesados, y la razón de su exagerado peso radica en que son archivos PDF a color, porque cuando editamos El Compita, buscando distinguirlo de las demás publicaciones, optamos por imprimirlo con tinta color azul, aunque en un inicio hicimos pruebas con tinta color sepia y guinda, finalmente optamos por la tinta azul por considerarla mucho más legible. Asi, al digitalizar los periódicos, mi interés se centró en que la digitalización fuese fiel con el original, lo que conllevo al aumento de peso del archivo PDF. Además, también incluyo aqui el indice del contenido de cada uno de los números para que quien este interesado en leer o consultar algún tema en especial, pueda hacerlo directamente y de manera racional.
Vuelvo a externar mi llamamiento a evitar, en lo posible, a ponerse a bajar los archivos del periódico simplemente por bajarlos. La principal razón de elaboración del indice de contenido radica precisamente en facilitar a los posibles consultantes, los temas que quizá sean de su interés. No hay razón pues para hacer un bajadero a lo loco.
Agosto de 2014 N° 1
Julio-Agosto 1981
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N° 2
Septiembre-Octubre 1981
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N° 3
Noviembre-Diciembre 1981
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N° 4
Enero-Febrero 1982
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N° 5
Marzo-Abril 1982
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N° 6
Mayo-Junio 1982
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Omar Cortés
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