PRESENTACIÓN De entre las publicaciones libertarias y/o anarquistas editadas en el continente americano, el periódico anarquista argentino La Protesta, ocupa un destacadísimo sitio.
Su inicio se remonta a finales del siglo XIX -1897-, cuando surgió con el nombre de La Protesta Humana, el que, con el paso de los años, -1903-, cambió por el de La Protesta.
Y cuentan los que de la historia de este periódico saben, que fue allá, en 1904, cuando se presentaron condiciones idóneas para que la publicación experimentara un avance formidable, al transformarse en diario, y llegar a editar la friolera de cien mil ejemplares.
Tiempos aquellos eran en los que la dirección de la publicación recaía en la responsabilidad de Alberto Ghiraldo. Sin embargo, al siguiente año -1905-, las condiciones en la Argentina obligaron a la momentánea suspensión de la publicación por motivos políticos, cuando instalóse una especie de estado de sitio, a raíz del movimiento insurreccional conocido bajo el nombre de la revolución radical, encabezada por Hipólito Yrigoyen, que pretendía mandar a volar al gobierno del Partido Autonomista Nacional, encabezado por Manuel Quintana.
Como consecuencia de todo aquello, los editores de este diario, recibieron su respectiva dosis de represión, enfrentando deportaciones, encarcelamientos y, por supuesto, la clausura del periódico.
Para 1908, nuevamente saldría a la brega para enfrentar un ambiente de represión constante, que conllevaba al hostigamiento, persecución y detención de sus redactores, al igual que al secuestro policiaco de no pocas de sus ediciones. Ya en 1910, los editores son capaces de sacar, además de La Protesta, la cual en sí devendría en publicación matutina, una vespertina, titulada La Batalla.
Nuevamente serían allanados sus talleres por la represión gobiernista, y salvajemente atacada, por las bandas ultraderechistas, la redacción, lo que obligaría a los editores a pasar a la clandestinidad, deviniendo en semanario con una edición de diez mil ejemplares, e incluso, dícese, que fue en aquella época durante la cual el vocero La Protesta, hubo de imprimirse en Uruguay.
Vendrían después los tiempos de los conflictos y desaveniencias internas, que en cierto sentido desdibujarían el hasta ese entonces límpido proceso que ante la sociedad toda había caracterizado a esa admirable publicación.
El desarrollo de La Protesta, correría paralelamente al avance del movimiento obrero argentino, particularmente de las corrientes anarquistas y anarquistas sindicalistas que se desenvolvían en su interior. Así, por ejemplo, la historia misma de la Federación Obrera Regional Argentina, la legendaria F.O.R.A., sería crucial en el devenir histórico de La Protesta, siendo harto dificil el separar sus sendas. Los problemas y conflictos que enfrentaba la F.O.R.A., de una u otra manera terminaban afectando a La Protesta, y viceversa.
Por supuesto que al ser la Federación Regional Obrera Argentina un organismo multitudinario nacional, sucedíanse en su seno disputas y enfrentamientos de diversa índole, ya de caracter teórico o práctico, en los que intervenían cientos, si no es que miles, de individuos, al igual que agrupamientos y organismos locales, cuyos efectos, de inmediato, sentíanse en la prensa libertaria y/o anarquista argentina en general y, muy particularmente, en el seno mismo de La Protesta. Y aunque existía un sano principio autonomista que hasta cierto punto garantizaba la continuidad de la publicación con relativa independencia a las grillas, desavenencias y agarrones que sucedían en la F.O.R.A., la íntima relación que existía entre la publicación y el organismo sindical, impedían en sí la sana puesta en práctica de la dicha autonomía. Porque, por ejemplo, la masiva distribución de La Protesta, era consecuencia de la multitudinaria presencia de la F.O.R.A.
Ahora bien, durante la década de 1920, el anarquismo, al igual que otras corrientes del pensamiento social, tuvieron un inusitado auge, en mucho debido al proceso revolucionario que en Rusia se estaba desarrollando, y a la intensa polémica que entre las diversas corrientes del pensamiento social desencadenó.
A causa, o como consecuencia del entronamiento de la tendencia bolchevique en el referido proceso y, sobre todo, a su actitud para con las otras fuerzas o corrientes revolucionarias inmiscuidas igualmente, los anarquistas reflexionaran de manera bastante seria sobre el cúmulo de acontecimientos que se sucedían, y en la Argentina, los editores de La Protesta, consideran oportuno la edición de un suplemento a su órgano de difusión, que en aquel entonces era un diario, pretendiendo con ello clarificar la situación, y enfocando, de manera decidida, su crítica al bolchevismo.
Claramente establecen los objetivos que pretenden alcanzar con la edición de su suplemento al señalar, en su primer número:
Al publicar -especifican-, este suplememto de La Protesta, no nos guía otro propósito que el de extender el radio de la propaganda escrita, complementando la labor del diario y supliendo en parte sus deficiencias en lo que se refiere a su carácter doctrinario. La índole de un órgano de combate, de crítica y de información, que trata las cosas del día en lo que tienen de interesante para los obreros conscientes. impide que llene a satisfacción el cometido para que originalmente fue creado. Y La Protesta, lógicamente, por necesidades ineludibles, refleja más bien lo que tiene de episódico esa lucha de los obreros con los patrones, que el fondo filosófico de las ideas que los anarquistas tratamos de inculcar en el cerebro del hombre, para convertirlas en motor de sus rebeldías.
(...)
En estos momentos de confusión y de duda, frente a la propaganda oportunista y desorientadora de los políticos de la nueva escuela, se impone la afirmación de nuestras ideas. Además, ese sistema calumnioso empleado por los bolcheviquis para ocultar la verdad de lo que pasa en Rusia, presentando a los anarquistas como bandidos y contrarrevolucionarios -buscando por esos medios el desprestigio de nuestras ideas y el término de nuestra influencias en el movimiento obrero-, nos obliga a mantener una interminable guerrilla doctrinaria con nuestros detractores, poniendo en evidencia la trágica farsa que envuelve al poder bolcheviqui y las transgresiones de los que se amparan tras los nombres de soviet y dictadura del proletariado para imponer su dominio personal a la clase trabajadora.
El suplemento semanal de La Protesta se ocupará de los problemas que más interesan al proletariado en estos momentos, dedicando especial atención al estudio de los acontecimientos sociales que se desarrollan en Rusia y reflejando esa inquietud universal que se mantiene en torno de ese enorme astro que camina hacia su ocaso.
Ya anteriormente habia contado este diario con un suplemento. Concretamente en su época de 1904, por muchos considerada como la más brillante, cuando era Alberto Ghiraldo su editor. En aquel tiempo, el suplemento llamóse Martín Fierro, fue editado entre marzo de 1904 y febrero de 1905, su tiraje fue semanal, llegándose a sacar cuarenta y ocho números, y, quienes le han consultado, lo consideran como una excelente muestra de visión cultural y artística que en mucho enalteció a sus editores.
En lo que aqui abordamos, el suplemento, que también trata de manera harto satisfactoria diferentes campos de la actividad artística, encaminaba sus acciones más bien a polemizar en torno al proceso de endurecimiento bolcheviqui en el interior del devenir revolucionario no sólo en Rusia, sino en el campo de acción europeo. Los conceptos como dictadura del proletariado, sindicalismo, comunismo, materialismo histórico, materialismo dialéctico, burocracia, e incluso, revolución, son prácticamente desmenuzados, pensados y reflexionados desde diversos ángulos.
El rabioso antibolchevismo del que hicieron gala los editores del Suplemento, marcaría, de hecho, el futuro mismo del anarquismo. Fue, en efecto, a partir de aquella década de 1920, cuando el anarquismo rompería lanzas con los bolcheviquis-comunistas, convirtiéndose en su sempiterno crítico.
Y asi, por ejemplo, argumentaban:
Los realistas, empapados hasta la médula del materialismo histórico, han emprendido la improba tarea de armonizar la concepción libertaria y federalista del anarquismo, con la práctica del socialismo de Estado, que tiene por campo experimental el ex-imperio moscovita. Para estos teóricos del marxismo apolítico -que difieren de los políticos en la forma de apreciar el dolor de la masa obrera y el medio de disciplinarla-, sin dictadura no es posible defender las conquistas de la revolución. Y entienden por dictadura, aun cuando la califiquen de proletaria, las formas clásicas del despotismo: predominio de una clase social, de una burocracia, de policías y ejércitos, con códigos, cárceles, trasformados todos estos instrumentos en sagradas instituciones revolucionarias.
La polémica desarrolada desde las editoriales del suplemento de La Protesta, no cejaban en señalar constantemente las diferencias existentes entre la visión anarquista y las demás concepciones socialistas.
Y así, en el N° 23, en la editorial titulada Estado y capitalismo, leemos:
Los socialistas que se clasifican en reformistas y revolucionarios, tienen un concepto hermético de la libertad. Mejor dicho, no conciben la libertad fuera de su constreñimiento a la ley (como una manifestación propia del individuo y un producto de su cultura), porque para ellos la sociedad lo es todo y a ese conjunto de errores, de mentiras y de supersticiones deben de sacrificar su libertad los que no están conformes con lo que impone todo ese cúmulo de arbitrariedades y de ciegos egoismos. Se explica, pues, que para los llamados comunistas (que no son más que reformadores disfrazados de revolucionarios), el Estado sea la única consecuencia de la revolución rusa y la suprema concreción del ideal de justicia y de igualdad sociales. Si el súmum del perfeccionamiento humano, para ellos, reside en esa vuelta al despotismo (que en vez de teológico es ateo, pero igualmente arbitrario), al super-Estado, que elimina los poderes secundarios para crear un poder omnímodo e infalible ¿cómo no van a sostener que la revolución rusa ha culminado una de las más grandes conquistas del pensamiento humano?
Temas como el del antimilitarismo, no escaparon a la agudeza de visión de los editores de La Protesta, quienes, en la editorial titulada Dos militarismos, correspondiente al N° 9 del Suplemento, especificaban:
Hasta antes de la guerra europea -obviamente se refieren a la denominada primera guerra mundial-, y de la revolución rusa, el socialismo y el anarquismo eran antimilitaristas por principios. Combatían la organización militar en su significación histórica, en su espíritu de disciplina, por lo que representaba como entidad al servicio de la imposición, la arbitrariedad y el poder. Y a nadie se le hubiera ocurrido hacer distingos entre un ejército monárquico o republicano, ni mucho menos aceptar como bueno el militarismo si éste se ponía al servicio de la clase trabajadora. Se combatia al militarismo en su esencia, como hecho de fuerza, como expresión brutal y violenta de los más bajos y sanguinarios instintos del hombre.
Durante la guerra, los distintos partidos socialistas de los países en conflicto hicieron profesión de fe nacionalista, basando en las armas la defensa de una causa que no era del socialismo y de la humanidad. Y ese espíritu militarista culminó en Rusia con la creación del Ejército Rojo, uno de los más disciplinados del mundo y el que más inconscientemente ejecuta los planes de su jefe: ese genio de la guerra parido por la revolución bolcheviqui: Totsky.
Igualmente, en el Suplemento abordose lo relativo al impacto de la revolución rusa en el mundo sindical. Bajo el título Todo el poder a los sindicatos, publicose en el N° 36 del Suplemento, un alegato en torno al sindicalismo, especificándose:
Para los leninistas, la dictadura del proletariado debe ser ejercida por el partido bolcheviqui y una vez conquistado el poder político. El Estado pasa así a manos de los representantes de la clase trabajadora, sin que por ello esa clase cambie de posición en lo que respecta a sus condiciones económicas: sigue siendo la clase explotada y sometida a la ley del salario y expuesta a todas las contingencias de la falta de trabajo. No desaparece ese fenómeno capitalista de la oferta y la demanda, de la carestia y la producción excesiva ... y en consecuencia los trabajadores continúan soportando el peso de todas las miserias sociales.
Si el poder es, para los comunistas autoritarios, la aspiración suprema de todas sus luchas, para conquistar el poder quieren organizar a los trabajadores los marxistas apolíticos.
Naturalmente que los que reclaman todo el poder para los sindicatos y basan en las organizaciones económicas del proletariado la realización de toda conquista revolucionaria, tienen una concepción igualmente dictatorial de los hechos históricos y de las conclusiones sociales a que debe arribar la humanidad en las luchas liberadoras.
(...)
Si los sindicatos se convierten en órganos del poder, en células del Estado Obrero, quiere decir que los trabajadores seguirán manteniendo en pié la estructura de la sociedad capitalista. El sindicato es una arma defensiva que sólo tiene su razón de ser mientras exista el capitalismo. Y pretender transformar esa arma en la base de una organización social una vez vencida la burguesía, significa perpetuar el régimen burgués y dar nacimiento a una nueva clase parasitaria y explotadora: la clase de los funcionarios, de los burócratas y de los jefes sindicales.
Los trabajadores no deben aspirar a ejercer poderes políticos y económicos. Por el contrario, deben aspirar a destruir toda clase de poder, porque su emancipación -la emancipación de toda esta humanidad sufriente-, sólo será posible cuando desaparezcan las diferencias políticas y económicas que dividen a los hombres en clases poseedoras y desposeídas; en pobres y ricos, en gobernantes y gobernados.
No obstante el desmedido interés de parte de los editores del suplemento de La Protesta por abordar el asunto del encumbramiento bolcheviqui, ello no los cegó como para no entender el peligrosísimo fenómeno que se estaba engendrando en el seno mismo de los paises europeos, a través de un movimiento contrarrevolucionario, obviamente de caracter internacional. Tal fue, en aquel entonces, el caso del fascismo
Bajo el título de La contrarrevolución burguesa, los editores del Suplemento precisaban, en el N° 39:
Bajo diversos aspectos la reacción burguesa se manifiesta en todos los países. En nombre de la patria, del orden y hasta de la misma salud corporal y espiritual del pueblo, operando en los campos de la actividad los agentes provocadores del capitalismo apelan a las medidas más represivas, los pretorianos encargados de velar por el mantenimiento de las actuales instituciones sociales.
El fascismo italiano, que encarna la contrarrevolución preventiva y el espíritu egoista del capitalismo disfrazado con la careta del patriotismo no es único como movimiento de reacción que tiene su base en el mismo pueblo y se fortalece con energías populares a costa de los ideales de libertad y de justicia que parecían haber abierto una enorme brecha en la secular muralla del prejuicio. De distintas maneras, creyendo que sirven a la causa de su emancipación, las masas obreras ejecutan movimientos de retroceso y consolidan las posiciones de la burguesía dominante.
(...)
Ni el fascismo es un fenómeno fatal, ni la reacción burguesa se limita a determinados países. Los procedimientos brutales del fascismo son la consecuencia del estado moral y material del pueblo italiano; pero también las persecuciones del bolcheviquismo y de la social democracia alemana, responden a ese grado de brutalidad alcanzado por los hombres deseosos de dominio o colocados en el poder por imprevistos acontecimientos.
Blanca o roja, jurídica o incivil, la reacción de las clases dominantes tiende a asegurar el dominio del capitalismo. Por esos medios brutales y opresivos, la burguesía busca un nuevo equilibrio social. Y se sirve de los mercenarios fascistas, o de los mismos trabajadores que creen encontrar en el poder la realización del socialismo.
En fin, en este primer año del Suplemento semanal de La Protesta, publicáronse muchísimos ensayos, artículos y escritos sobre una enorme variedad de temas. Las plumas más prestigiadas del anarquismo internacional diéronse cita en las páginas del Suplemento, conformando un riquísimo acervo para el fortalecimiento del movimiento libertario argentino.
Ahora, noventa y tres años después, en el 2015 actual, me aventuro, aquí, en México, a poner a disposición de cualquier interesado, este riquísimo acervo. Quizá no falten quienes se pregunten acerca del por qué un individuo residente en México, se preste a realizar una acción quizá entendible si se tratase de un argentino, o bien, mucho más comprensible si la misma fuese desarrollada por una organización anarquista.
La respuesta a tal interrogante no es muy complicada. Siempre he mantenido la tesis de que las cosas las hacen los interesados, y no obstante que esto llega a suplirse en el sistema político, económico y social actual por la desagradable y fétida presencia del mercenarismo, en el caso que aquí se trata, no ha habido, ni tan siquiera, él o los interesados en contratar mercenarios intelectuales para que realicen esta tarea. Por otra parte, en el estricto terreno del anarquismo, todo indica que otros son los intereses y objetivos de compañeras, compañeros y simpatizantes. Asi pues, nada de extraño tiene que si hoy por hoy soy el único interesado en llevar a la práctica la difusión de los números del Suplemento semanal de La Protesta, editados en el año de 1922, me corresponda realizar tal acción.
Desgraciadamente de los cuarenta y nueve números que en 1922 se editaron del Suplemento, faltan, en la colección que aquí coloco a disposición de cualquier interesado, tres números, el 25, 34 y 45; además, es conveniente el que advierta que hay algunos ejemplares de dificil consulta puesto que no obstante todo el empeño puesto en su digitalización, resulta que desde el origen -en el microfilm-, habia errores imposibles de subsanar. De todas maneras, salvo contadísimos casos, ello no es motivo de peso para el correcto aprovechamiento del contenido de los suplementos.
En un inicio pensé en colocar, de golpe, como ya lo he hecho con el semanario anarquista argentino La Antorcha, la digitalización de todo el material que poseo de esta publicación, sin embargo dos factores obligáronme a modificar mi objetivo.
En primer lugar, tengo extraviados dos rollos de microfilm correspondientes a los años 1927 y 1928. Por más que los he buscado, simple y sencillamente no los encuentro, aunque debo de confesar que mis búsquedas están siempre acotadas tratando de mantener el equilibrio en mi salud, ya que a raíz del fallecimiento de mi compañera Chantal, definitivamente no he estado bien en el plano anímico, lo que me conlleva a sumirme en asfixiantes depresiones. Así, el andar buscando esos rollos de microfilms, necesariamente me conduce a mover papeles, topándome continuamente con recuerdos que me hunden en situaciones emocionales que debo, si no quiero derrumbarme, evitar. Por tal motivo es, hasta cierto punto positivo, dar, como dice la canción, tiempo al tiempo y no acelerarme. Esos microfilms han de estar en algún lado y espero que algún día me topare con ellos.
Por otra parte, la experiencia que extraje de la colocación íntegra de los ejemplares de La Antorcha, me llevó a la conclusión de que muy probablemente no haya sido lo más óptimo, que tal vez lo mejor hubiese sido el ir colocandolos por año, como pretendo ir haciéndolo con el Suplemento semanal de La Protesta, y no de golpe y porrazo.
En fin, espero que el camino que he decidido seguir sea el correcto.
Igual que lo hice con La Antorcha, he colocado un índice de contenido a cada número, con el objeto de que el interesado sepa lo que cada ejemplar contiene y evite el bajar a lo loco los números.
Continúo manteniendo mi sugerencia a que la riqueza documental contenida en esta publicación sea aprovechada racionalmente por todo aquel interesado, evitando su burda comercialización.
Enero de 2015
Omar Cortés
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SUPLEMENTO DE LA PROTESTA
Suplemento semanal anarquista editado en Buenos Aires, Argentina
N° 1
9 de enero de 1922
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N° 2
16 de enero de 1922
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N° 3
23 de enero de 1922
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N° 4
30 de enero de 1922
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N° 5
6 de febrero de 1922
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N° 6
13 de febrero de 1922
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N° 7
19 de febrero de 1922
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N° 8
27 de febrero de 1922
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N° 9
6 de marzo de 1922
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N° 10
18 de marzo de 1922
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N° 11
20 de marzo de 1922
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N° 12
27 de marzo de 1922
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N° 13
8 de abril de 1922
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N° 14
10 de abril de 1922
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N° 15
17 de abril de 1922
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N° 16
1° de mayo de 1922
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N° 17
8 de mayo de 1922
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N° 18
15 de mayo de 1922
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N° 19
22 de mayo de 1922
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N° 20
29 de mayo de 1922
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N° 21
5 de junio de 1922
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N° 22
12 de junio de 1922
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N° 23
19 de junio de 1922
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N° 24
26 de junio de 1922
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N° 25
(FALTA ESTE NÚMERO) N° 26
10 de julio de 1922
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N° 27
17 de julio de 1922
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N° 28
24 de julio de 1922
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N° 29