PRESENTACIÓN
Recién empezado el año de 1925, en Italia, Benito Mussolini y sus camisas negras instauraban en Italia el unipartidismo al colocar fuera de la ley a todo partido de oposición, dejando el campo libre a su querido Partido Nacional Fascista, hecho que por sí solo auguraba funestos resultados para Europa y el mundo. Dos días después de aquella manifestación dictatorial y bárbara, aparecía, en Buenos Aires, Argentina, el N° 155 del, ya en aquel momento, famoso e importante vocero anarquista, Suplemento de La Protesta en el que, entre otros artículos, incluíase la sexta parte de un amplio escrito de Hugo Trene, titulado Ojeada general sobre el movimiento revolucionario y anarquista de Italia desde 1914 hasta hoy, en el que se abordaba el asunto de los acontecimientos de junio de 1920 en Ancona. Curiosamente este interesante artículo del que, si nos atenemos a lo que se señala en el final, suponíase iba a haber una continuación, nos deja en ascuas porque durante todo aquel 1925, jamás se publicaría la continuación anunciada, las razones de ello las desconozco por completo.
En marzo de 1921, terminaba el referido artículo, tuvimos el trágico atentado en el Teatro Diana, -señala Trene- y la terrible reacción que siguió inmediatamente y que deshizo todo el movimiento anarquista. Pero sobre ese trágico período del movimiento italiano se hablará en un próximo artículo.
Pero ... ese artículo, por lo menos durante el año de 1925 no fue publicado en el Suplemento de La Protesta, e incluso ignoro si el mismo llegó a ser escrito, pero independientemente de la o las razones por las que tal continuación no fue publicada, resalta el hecho de que el Suplemento se encontraba realmente al día en cuanto a los acontecimientos.
En aquel ya muy lejano 1925, cuando el ritmo del Charleston, interpretado por Paul Whitman y su orquesta, al igual que la no menos famosa Sweet Georgia Brown, de Ben Bernie y su orquesta, y la no menos simpática Yes sir! That´s my baby, de Gene Austin, implantaban records en el hit parade, celebróse, en la ciudad de Amsterdam, Holanda, el Segundo Congreso de la Asociación Internacional de los Trabajadores, en su versión sindicalista revolucionaria, congreso del que puntualmente informose de su desarrollo en los números 179, 180, 181, 182, 183, 184, 185, 186 y 188, del Suplemento, constituyendo tales documentos un auténtico tesoro de información.
Es de notar la presencia de Diego Abad de Santillán en dicho congreso en cuanto representante de la Confederación General del Trabajo de México.
Santillán informa -se lee en la reseña de lo acaecido el primer día de labores del congreso, incertada en el N° 179,- por la comisión examinadora de credenciales, según la cual están presentes en el congreso representaciones de 12 países:
Argentina: Federación Obrera Regional Argentina. Representantes: J. Díaz y D. A. de Santillán.
Alemania: Freie Arbeiter Union Deutschlands. Representtante: F. Kater.
Brasil: Federacao Operaria de Rio Grande do Sul. Representante: R. Rocker.
Dinamarca: Revolutionaert Arbejder-forbund. Representante: A. Jensen.
Holanda: Nederlandsch Syndikalislisch Vakverbond. Representantes: A. Rousseaus, B. Lansink jr., A.J.P. Hooze, G. Blanken, A. v.d. Berg, O. Dekker, H. Have, O, Vonk, C. Wolff.
Italia: Unione Sindicale Italiana. Representante: A. Borghi.
México: Confederación General de Trabajadores. Representante: D. A. de Santillán.
Noruega: Norsk Sybdikalistissk Federation. Representante: M. Silva Campos.
España: Confederación Nacional del Trabajo. Representante: E. C. Carbó.
Suecia: Sveriges Arbetaren Central organization. Representante: A. Jensen.
Uruguay: Federación Obrera Regional Uruguaya. Representante: Julio Díaz.
Encontrábanse igualmente presentes, representantes de varias publicaciones anarquistas de diferentes países, de entre las cuales me permito destacar La Protesta de Lima, Perú, de la cual también Santillán ostentaba la representación.
Los temas discutidos fueron bastante variados, pero lo interesante fueron los auténticos agarrones que como no queriendo la cosa se produjeron. Importante fue, sin duda, la crítica desarrollada en contra de la I.W.W., organización ésta a la que prácticamente le llovio en su milpita, al ser descalificada como un organismo corruptor que pretendía coptar al movimiento obrero de algunos países de latinoamérica, quedando al descubierto la enormes diferencias entre los conceptos del sindicalismo revolucionario que pretendían desarrollar tanto la A.I.T., como la I.W.W. Definitivamente no todo era miel y rosas en el mundo obrero partidario de la acción directa. Igualmente, las diferencias con algunas corrientes de cuño anarquista, evidenciáronse claramente en las discusiones del congreso, al grado de provocar enojos y reacciones encontradas.
¿Y qué decir de las diferencias de óptica de libertarios residentes en América y los residentes en Europa? Las pullas entre Carbó y Santillán evidencían claramente el enorme abismo que existía entre las tácticas y estrategias de América frente a las de Europa.
En aquel 1925, cuando en nuestro México lindo la Confederación General del Trabajo celebraba, durante el mes de mayo, su cuarto congreso en el que se incluiría una de las propuestas acordadas en Amsterdam: la lucha por la jornada de seis horas, propuesta que curiosamente sería duramente criticada por los voceros del régimen de Plutarco Elías Calles, a través de no pocos artículos periodísticos publicados en el influyente El Universal, en donde criticábase la supuesta falta de seriedad de tal propuesta, señalando, el llamado Gran Diario de México, que resultaba necedad el luchar por seis horas cuando apenas estaba consolidándose la jornada de ocho.
Otro tema de importancia abordado en el Congreso, lo fue el asunto de las repercusiones que para Alemania y Europa en general, estaba trayendo consigo el famoso Plan Dawes, el cual debía su nombre a Charles G. Dawes, quien, precisamente en aquel año de 1925, recibiría el premio nobel de la paz por su actividad en la configuración del dicho plan que buscaría, lográndolo de manera harto parcial, ofrecer una salida a la denominada ocupación del Ruhr, asunto bélico desarrollado en 1923, que implico la ocupación militar por parte de las armadas francesa y belga, de una extensión de territorio germano, que tenía como objeto prácticamente el cobrarse a lo chino las indemnizaciones de guerra por ambas naciones reclamadas, apropiándose de una zona rica en carbón, acero y hierro. Todo ese embrollo fue el resultado de una no muy acertada redacción en el famosísimo Tratado de Versalles.
La idea central del plan no era otra que la de ordenar las finanzas de la derrotada Alemania, buscando su equilibrio presupuestal, efectuando así los ajustes necesarios para lograr los pagos que por las indemnizaciones de guerra Alemania debería hacer. La intervención directa de los Estados Unidos de Norteamerica dio visos de garantía a las posibilidades especificadas por Charles Dawes, quien, por cierto, fungía como director de la Oficina del presupuesto de los Estados Unidos, y como es de suponer, nuestros vecinos del norte no realizarían tantos esfuerzos de manera gratuita, sino que, obviamente, buscaban también sacarle tajada a la situación, convirtiéndose, de hecho, en los prestamistas número uno de todo este embrollo, y así, como bien señala el dicho: el que da y reparte se queda con la mejor parte.
Finalmente, tanto Francia como Bélgica se acogerían a lo estipulado en el famoso Plan Dawes desocupando la extensión territorial y ajustándose a las formas y tiempos señalados en el susodicho plan, que, finalmente, tampoco lograrían el objetivo del pago de la indemnización de guerra por parte de Alemania, al no tomar en cuenta la pavorosa situación económica por la que el país teutón atravesaba, lo que prácticamente le impedía ajustarse a los acuerdos del plan. De todas maneras, mientras eran peras o manzanas, Francia y Bélgica intentaban cobrarse sus respectivas indemnizaciones, y Alemania hacia circo, maroma y teatro buscando salvar la situación mediante una serie de chapuzas y trampas inimaginables, que lo único que traían como consecuencia era acrecentar la ya de por si pésima situación de su población, y, como si eso fuera poca cosa, poner en entredicho prácticamente a toda la economía europea, la cual, prácticamente, se encontraba prendida de alfileres, esperando que sucediera lo inevitable: que Alemania suspendiera sus pagos y Europa entera se hundiera irremediablemente.
El interés por abordar, en este congreso, lo relativo al Plan Dawes provendría de una moción de la delegación argentina.
Así, en aquel 1925, cuando en México acababa de fundarse el Banco de México, los congresistas reunidos en Amsterdam abordaban asuntos económicos tan delicados como el referente al Plan Dawes.
Hemos señalado las discusiones que en el congreso de la A.I.T., celebrado en Amsterdam, se generaron en torno a la diversas opiniones de los delegados europeos y americanos en torno a las tácticas y estrategias para consolidar logros y avances del movimiento libertario y anarquista. Pues bien, en el número 159 del Suplemento de La Protesta, encontramos un interesante artículo de Diego Abad de Santillán titulado, Consideraciones sobre la propaganda revolucionaria en América, en el que, entre otras cosas, señala:
Deseariamos equivocarnos en nuestra apreciación general del movimiento anarquista europeo, desearíamos cordialmente que los hechos desmintiesen nuestros puntos de vista y que el porvenir hiciera rectificar nuestros sentimientos actuales. Porque un examen desapasionado de nuestras cosas en Europa nos produce un profundo desaliento y un poco de temor por el futuro. Si no cerramos los ojos a la realidad, no podremos menos de percibir síntomas de decadencia efectiva de la virtualidad de nuestras ideas en el viejo continente. Si no diera un poco de esperanza el movimiento sindical libertario de algunos países, nuestros augurios serían más tristes aún. Infinidad de defectos se revelan al observador imparcial; el anarquismo europeo pretende ascender a los dominios de la metafísica pura; desdeña la animación y la solidaridad con todo movimiento humano y social o expresa sus simpatías desde lo alto de ciertas tribunas consagradas o desde las torres de marfil demasiado inaccesibles para los simples mortales. No es ninguna exageración: el anarquismo europeo se resiste a ser un elemento de rebelión popular y de elevación de la mentalidad proletaria; nos parece advertir una cierta tendencia en él a preferir la exposición de nuestras ideas desde una cátedra universitaria o desde un ateneo en lugar de llevar los gérmenes del anarquismo al crisol de las luchas sociales modernas.
Sin duda que las opiniones de Santillán han de haber enchilado a más de un compañero de allende el charco, y por supuesto que en mucho explican los jaloneos y tiranteces generados por sus particulares opiniones, en particular lo referente a las diferencias con Eusebio Carbó en el seno de las sesiones congresales. No sé, porque no cuento con documentación que pueda confirmármelo, cómo o de qué manera Santillán obtuvo la representación de la C.G.T. de México para acudir al Congreso en su nombre y representación. Es de suponerse que debio haber sido producto de algún acuerdo tomado por la central sindical mexicana, sin embargo, ante la carencia de fuentes documentales que lo patenticen no me es posible afirmarlo, ya que de lo único que tengo certeza es que participó en el Congreso y lo hizo como delegado de la Confederación General del Trabajo de México.
Ahora, volviendo a su artículo, veamos su afirmación en torno a las causas o razones que él veía daban realce al anarquismo europeo:
Está demás decir que lo que en Europa atrae nuestras vivas simpatías no es el movimiento anarquista, cuyas deficiencias y debilidades son innegables, sino la existencia de algunas personalidades de valores morales e intelectuales extraordinarios y que mientras existan y actúen dán a nuestro movimiento la apariencia de una vitalidad que en el fondo le falta. Si nos imaginamos la muerte de una media docena de hombres de grandes méritos que actúan en los diversos países europeos, tendremos la medida del desastre del anarquismo en Europa. Los Reclus, los Tolstoi, los Kropotkin han desaparecido y su puesto no ha vuelto a ser ocupado por nadie; cuando desaparezcan los otros hombres que dan cuanto tienen y cuanto valen a nuestra causa desde hace treinta, cuarenta o cincuenta años, ¿cuál será el porvenir de nuestras ideas?
Curiosamente este tipo de opinión se encontraba bastante extendida en los círculos no precisamente anarquistas, en donde se consideraba que el anarquismo representaba una actitud propia de ciertos individuos, pero de ninguna manera de multitudes, siendo de tal interpretación de donde emergió la idea de situar las bases del anarquismo en un criterio aristocrático. Uno de los, llamémosles, divulgadores de tal concepción, lo fue el filósofo Bertrand Russell quien, por aquellas fechas de la década de 1920, militaba o formaba parte del llamado movimiento guildista, una particularidad sindicalista a la británica.
Diego Abad de Santillán afirma que es en América en donde el anarquismo tenía, por aquellos años, muchas más posibilidades de desarrollo. A este respecto señalaba:
Nuestro movimiento en América, afirma, es más sano, porque está más cerca del pueblo; es atraído más por las injusticias sociales que por la metafísica de las ideas. Por eso tiene más vitalidad interna, más posibilidades de un vasto desarrollo. Y nuestro movimiento americano arraigará tanto más cuanto más se independice espiritualmente del anarquismo de importación, etiquetado en Milán, en Barcelona o en París. Hay camaradas que solo viven una vida de reflejo, que solo piensan de acuerdo al cartabón de lo que se piensa o no se piensa en París o en otras partes, y eso les imposibilita para una labor fecunda y personal.
Aparte de las excepciones inevitables de compañeros que se proponen obrar en los países de lengua española de América, que tienen una personalidad política, económica y social específica, -de acuerdo a los I.W.W. de Estados Unidos, o según los sindicalistas de Barcelona, o según los anarquistas de París, y hasta según los bolchevistas rusos, podemos señalar dos países en donde la casi totalidad del movimiento procura desenvolverse según sus fuerzas íntimas y el medio ambiente circundante: esos países son Argentina y México. En la Argentina y en México se elabora poco a poco una independización espiritual del movimiento anarquista de los países de lengua española de América con respecto al movimiento del viejo mundo.
Curiosa e interesante opinión la de Santillán que, en parte, anclaría la importancia del Suplemento de La Protesta en cuanto un órgano difusor a disposición de tal interpretación libertaria.
México en especial, precisa Diego Abad, ha sido un país muy poco influenciado directamente por el movimiento europeo; diversas circunstancias motivaron un desenvolvimiento hasta cierto punto autónomo de nuestras ideas en aquél; según las investigaciones del camarada Valadés, la Primera Internacional tuvo ya en México numerosos adeptos, pero esos se ocuparon poco de comunicar su adhesión a Europa; en Europa, aparte de la agitación revolucionaria de Ricardo Flores Magón, desde 1910 en adelante, el México proletario y revolucionario ha sido siempre un enigma; recién estos últimos años se comienza a saber algo en el exterior de nuestro movimiento en México y en México se comienza a saber algo también del movimiento anarquista en el exterior. Pero eso no significa de ningún modo que el movimiento libertario de México se ponga a remolque del movimiento de otros países; todo lo contrario, se evidencia la necesidad de afirmar las propias características y de hacer valer las propias experiencias.
De que el anarquismo mexicano fue muy bien valorado en el segundo congreso de la A.I.T., ni duda cupo, ya que inclusive se le llego a tener en mucha más estima que al propio movimiento sindicalista libertario ruso cuando, no Diego Abad de Santillán, sino Eusebio Carbó, llegó a afirmar que si el anarquismo sindicalista ruso hubiese tenido la estructura y originalidad de la Confederación General del Trabajo de México, otro gallo hubiera cantado. Y es que, efectivamente, en aquel año de 1925 la central sindicalista libertaria mexicana estaba que no creía en nadie. Su cuarto congreso obtuvo un notorio éxito, además había logrado consolidar un sindicato de trabajadores domésticos que permitíale avizorar un futuro de grandes posibilidades en las ciudades, particularmente en las grandes ciudades. Y por si ello fuera poco, llegó a celebrar, en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, el Primer Congreso Campesino de México, actividad que le colocaba en la vanguardia del sindicalismo mexicano. Definitivamente los avances alcanzados en 1925 por la C.G.T. de México eran innegables.
En cuanto instrumento de difusión libertaria, el Suplemento de La Protesta, cumplía, de manera excelente su cometido. Artículos de opinión sobre infinidad de temas; artículos teóricos de las plumas más consagradas del anarquismo internacional; ensayos sobre diversas manifestaciones artísticas, informaciones sobre el acontecer internacional, en fin, todo un mundo de actividad, trasmitía este vocero no solo en la Argentina, sino que su influencia irradiaba muchos países de latinoamérica. Y así, en aquel 1925, cuando la selección de futbol de Argentina coronábase campeona del noveno Campeonato Sudamericano de Selecciones, antecedente de la hoy famosa Copa América, al quedar en primerísimo lugar del triangular celebrado con las selecciones de Brasil y Paraguay, el Suplemento de La Protesta, crecía en influencia y su importancia, en el seno del anarquismo internacional, alcanzaba insospechadas alturas.
He incluido el índice temático de cada uno de los números de los periódicos con el claro objeto de que pueda servir de guía a quienes se adentren en la lectura o consulta de tan importante vocero.
Espero que esta pequeña contribucion a la difusión de la historia del ideal libertario, sea bien recibida por quienes utilicen la información aquí vertida.
Junio de 2016
Omar Cortés
INDICE SUPLEMENTO DE LA PROTESTA
Suplemento semanal anarquista editado en Buenos Aires, Argentina
N° 155
5 de enero de 1925
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N° 156
12 de enero de 1925
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N° 157
19 de enero de 1925
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N° 158
26 de enero de 1925
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N° 159
2 de febrero de 1925
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N° 160
9 de febrero de 1925
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N° 161
16 de febrero de 1925
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N° 162
23 de febrero de 1925
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N° 163
2 de marzo de 1925
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N° 164
9 de marzo de 1925
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N° 165
16 de marzo de 1925
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N° 166
23 de marzo de 1925
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N° 167
30 de marzo de 1925
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N° 168
6 de abril de 1925
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N° 169
13 de abril de 1925
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N° 170
20 de abril de 1925
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N° 171
1° de mayo de 1925
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N° 172
11 de mayo de 1925
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N° 173
18 de mayo de 1925
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N° 174
25 de mayo de 1925
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N° 175
1° de junio de 1925
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N° 176
8 de junio de 1925
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N° 177
15 de junio de 1925
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N° 178
22 de junio de 1925
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N° 179
29 de junio de 1925
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N° 180
6 de julio de 1925
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N° 181
13 de julio de 1925
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N° 182