DE CONSEJOS FISCALES Y OTROS TERRORES
De pronto, desde la dirigencia de un conocidísimo organismo internacional, surgió la recomendación de que a nuestro México lindo quizá le viniera bien la creación o conformación de un Consejo Fiscal que se encargase de vigilar, emitiendo comentarios y sugerencias profesionales, el gasto y la deuda federales.
Por supuesto que ante tan desinteresada opinión, la administración federal pegó el brinco y al unísono deshecho la tal sugerencia, argumentando que eso no era necesario puesto que en nuestro México lindo se contaba con la madurez suficiente como para enfrentar retos y adversidades. Y de aquí devinieron multitud de comentarios, unos apoyando la sugerencia y otros rechazándola.
El asunto, por supuesto, no es ni intrascendente, ni mucho menos una sugerencia desinteresada. Su trascendencia e importancia es más que evidente, sobre todo si tomamos en cuenta la terrible adicción a las deudas por la administración actual, la que le ha dado vuelo a la hilacha pidiendo lana a diestra y siniestra, aunado ello a la innegable opacidad en muchos de los gastos realizados.
El temor es que al paso que se lleva, en pocos años, nuestro México lindo va a deber hasta la camisa, y si las cosas se complican, pues no va a haber lana para pagar, y entonces sí que nos cargaría la tiznada. Entiéndase: se busca prevenir una catástrofe a futuro, lo que no significa que estemos en la antesala de un crac. Esto es muy importante que lo tengamos en cuenta porque, como las clases dirigentes nos traen por la calle de la amargura con sus miedos y temores, pasándonos las facturas de todo, absolutamente de todo, y hundiendo nuestra cotidianidad en el miedo y el terror, debemos de sobreponernos a este tipo de atróz amarillismo, y en defensa de nuestra salud y equilibrio emocional, buscar enfocar este tipo de asuntos de manera racional, y no guiándonos por chismes, murmullos y rumores.
¡Sí!, efectivamente se puede estar incubando un problema muy serio a futuro, si no detenemos ese voraz apetito por las deudas de parte de la administración pública, y mucho peor si los créditos obtenidos no tienen por objeto preciso generar condiciones favorables para que en el futuro sean capaces de pagarse a sí mismos. Y este problema tiende a acrecentarse por la proximidad de muy importantes elecciones locales y, por supuesto, de la próxima elección presidencial del 2018.
Para nadie es un secreto que en tiempo de elecciones, y acercándose el denominado año de Hidalgo, todo este asunto se complica sobremanera, máxime si tomamos en consideración la nefasta y muy triste actitud de algunos de los gobernadores que recién dejaron sus puestos, abandonando a sus Estados en paupérrimas condiciones, y en algunos casos habiendo realizado latrocinios de escandalosas proporciones.
Por supuesto que ante tan desastroso panorama, la sugerencia del Consejo Fiscal, en cuanto organismo hasta cierto punto encargado de vigilar la adquisición de deuda y gasto por parte de la administración pública, suena bastante sensata, pero ... ¡nunca faltan los peros!, bajo la inmundicia de la politiquería en donde priva la deshonestidad e impunidad más espantosa, ¿quién podría garantizar que ese organismo, ese famoso Consejo Fiscal no terminaría resultando un elefantote blanco que no sirviera ni para maldita la cosa, salvo, quizá, para encubrir a una nueva banda de malhechores? ¡Este es realmente el asunto que hay que enfrentar! Porque, aunque nos duela hasta el alma el reconocerlo, la realidad es que en nuestro México lindo, la deshonestidad, el latrocinio y la impunidad parecen haber sentado sus reales. Instituciones existen en el seno de la administración pública que bien pudieran, si se les permitiera y, sobre todo, si caso se les hiciera, realizar la labor que algunos interesadotes, quizá en conseguir hueso o chamba estatal, proponen con su famoso elefantote blanco del cacareado Consejo Fiscal.
Por supuesto que no nos oponemos simplemente por oponernos a la conformación del mentado Consejo, pero francamente vemos un contrasentido muy evidente en la tal propuesta. Expliquémonos: búscase evitar el dispendio en el gasto y la voracidad por el préstamo, sin embargo conviene que nos preguntemos: ¿acaso ese cacareado Consejo Fiscal, le va a salir gratis a la República? ¿Realmente existen los economistas profesionales dispuestos a trabajar sin sueldo por el bien de la República? ¿Y la estructura material para que ese Consejo realice su labor, quién o quienes van a ser los guapos que la van, desinteresadamente, a donar por el bien de México?
Ya basta de hacernos tontos o de buscar hacer tontos a otros. Mucho mejor resulta que los institutos que ya existen y que cuentan con el presupuesto y el personal conveniente, sean los que se encarguen de tal labor, bajo el lógico supuesto de que se les va a hacer caso y que sus actuaciones van a ser tomadas muy, pero muy en serio. Nos referimos, por ejemplo, a la Auditoria Superior de la Federación, la cual, si bien no es tirada a lurias, si se tiende mucho a colocar en la congeladora su labor.
En fin, que cada quien saque sus conclusiones y apoye lo que considere digno de que sea apoyado pero ... por favor, basta ya de esa tortura emocional cotidiana a la que se nos somete como si fuésemos ratones de laboratorio. Eso de estar creando temores y temores y temores, verdaderamente que es patológico.
Noviembre de 2016
Omar Cortés