UN DÍA DESPUÉS
Quienes hemos tenido la mala fortuna de experimentar la pérdida de un ser querido, conocemos, en carne propia, lo que significa hablar de un día después; porque bien sabemos que las cosas jamás habrán de ser igual a como fueron. Pues bien, lo que sucede con los individuos pasa también con las colectividades, las sociedades, las naciones, conjuntos estos que también experimentan, de vez en vez, la dolorosa situación de tener que enfrentar el dia después, cuando se produce una pérdida que afecta a la colectividad entera. Los ejemplos al respecto abundan: una acción política desacertada, un desastre natural, un desbalance económico, una pérdida poblacional generada por alguna epidemia, una declaración de guerra, etc., etc.
En la actualidad, la República mexicana se acerca, a pasos agigantados, a enfrentar, precisamente, ese dia después, ya que con la aprobación, a finales del pasado año, de los cambios constitucionales referentes al aspecto energético, entrose en un proceso de desintegración republicana, y ahora, con la discusión de la denominada legislación secundaria en materia energética, se está a un paso de que la República perezca y todos enfrentemos lo que habrá de acontecer el día después de que eso suceda.
Resulta más que obvio que los cambios aprobados a los artículos 27 y 28 constitucionales marcan el fin de un periodo, el fin de una República, lo que no forzosamente querrá significar que lo que siga será nefasto. ¡No! Yo no pienso eso. Lo único que puntualizo es que corresponderá a otro ciclo, a otra República. Probablemente lo que está por nacer pueda, y pienso que ello todos lo esperamos, ser algo mejor que lo que hasta el presente como sociedad los mexicanos hemos vivido, pero de que será algo diferente, no cabe la menor duda.
La República mexicana tal y como la hemos conocido, experimentado y vivido, ha dado de sí, y los estertores de su fin están ya próximos. Quienes somos ya viejos, no habremos de preocuparnos mucho, puesto que lo más probable es que nuestra tendencia será a refugiarnos en un pasado que sentiremos nuestro y del cual no deseemos separarnos, pero los jóvenes y los no viejos, definitivamente sí tienen mucho de que preocuparse, ya que habrán de ganarse su lugar dentro de esa nueva República, en el seno mismo de ese nuevo orden de cosas.
Si nos atenemos a lo que día a día va develándose ante nosotros como producto directo del proceso de extinción republicano, eriza los cabellos, porque nada halagüeño augura.
Ahora resulta que no sólo el petróleo, el gas y sus derivados están en juego, sino que lo están grandes territorios que terminarán siendo arrebatados a sus, hasta hoy, legítimos propietarios ya individuales o colectivos. La nueva República, la República que está configurándose tras ese enmarañado jurídico de las famosas leyes secundarias en materia energética, así lo está definiendo, poniendo en entredicho la propiedad social y mandando al carambas a comunidades y pueblos.
¿Qué sucederá el día después de que todo este proceso haya terminado? México, de seguro, no volverá a ser el mismo, pero ... ¿hay esperanzas de que sea mejor?
Sin el menor deseo de echar la sal, ni de lanzar improperios a diestra y siniestra denostando a políticos y autoridades, es de temerse que no; que no obtante el cúmulo de auténticos cantos de sirena que como disco rayado cotidianamente los encargados de la administración pública se empeñan en repetir un millón de veces, la realidad nos va demostrando que desgraciadamente no es así, que la situación en los planos económico, político y social sigue deteriorándose. Que la situación mundial, que lo que sucede en Estados Unidos, que esto, que lo otro, que aquello ... Búscase justificar el negativo panorama de mil y una maneras, y quizá se tenga algo de razón en tales justificaciones, sin embargo, es evidente que ello no cambia la realidad, que las cosas son como son y no como desean hacernos creer que son.
¿Qué pasará, pues, el dia después de que se finiquite este proceso, de que se desintegre la República actual? ¿Cómo será la nueva República? ¿Tendrá la oportunidad de nacer o abortará entre los dimes y diretes, las acusaciones y contra-acusaciones de partidos y cúpulas, de comunidades y organismos profesionales? ¿Habrá de enfrentarse el peligro de la balkanización de la neo República? ¿Terminará México escindiéndose, reventando su unidad territorial?
Nadie, con tres dedos de frente, desea que esto suceda, sin embargo son posibilidades que pueden materializarse de seguir el proceso de finiquitación de la actual República bajo el lamentable sesgo en que está desarrollándose.
Dia con dia surgen innumerables dudas en torno a todo este proceso que no son puntualmente atendidas por las instancias indicadas, quedando en el desamparo amplísimas capaz sociales. Por otra parte, los institutos políticos que supuestamente debiéran clarificar el panorama, se han encerrado en un obtuso discurso que ni ellos mismos entienden. En su decir existe el camino institucional de convocar a un referendum en torno a lo que llaman proceso privatizador del petróleo, gas y derivados, pero paralelamente no exponen un plan b en el caso de que si por x o z motivos el susodicho referendum no llegue a realizarse. ¿Qué pasará, pues, el dia después?
Además no debemos dejar de lado el hecho de que la campaña de recolección de firmas a favor del susodicho referendum enfrenta, acéptenlo o no los partidos y organizaciones inmersos en esa lucha, la desconfianza de considerables sectores poblacionales que sin estar de acuerdo con lo que hasta el momento se ha decidido en el Congreso de la Unión, tampoco están dispuestos a otorgar un cheque en blanco a partidos y organizaciones cuya imagen esta por los suelos. En pocas palabras, no quieren dar su firma a quienes no tienen confianza. Entonces, ¿qué pasará el día después?
Sin duda el asunto es bastante complicado y de ello, precisamente, el alto riesgo que representa. Está creándose un ambiente muy poco propicio para la reflexión y el análisis y, en cambio, altamente favorable para la toma de decisiones precipitadas, cuando no atropelladas. Un caldo de cultivo muy favorable para el surgimiento de violentas provocaciones que pudiesen llegar a incendiar al pais entero. Y ello, acéptese o no, es un riesgo que todos estamos enfrentando, aunque, como se dice comunmente, no tengamos vela en el entierro.
Llamar a la reflexión serena, al análisis meditado, exhortar por todos los medios que nos sea posible a que todos y cada uno de quienes habitamos en México mantengamos la calma y colaboremos para el sostenimiento de un clima de tranquilidad en el que podamos controlar y dirigir la situación a los objetivos que deseamos, sin caer en un panorama explosivo de total descontrol que de seguro nos rebasaría en menos que canta un gallo, constituye, a mi modo de ver, el accionar del momento.
Ciertamente los momentos actuales lo son de agobio, de incertidumbre, de desorientación, por lo que habremos de doblar esfuerzos para intentar superarlos, con la clara idea de que, si lo logramos, nuestro accionar habrá de ser concluyente para nuestra inserción en la República que emerja de ese día después.
Julio de 2014.
Omar Cortés