LA PROPUESTA
De pronto, a los encargados de los dineros en la administración pública federal, se les fue el avión, les patinó el coco y entraron en una etapa de locura que quien sabe si sólo sea de caracter pasajero o de plano haya llegado para quedarse.
El asunto es que en plena Convención Bancaria, al mero mero encargado de los dineros públicos, le dió un patatús, y ... ¡sopas!, se aventó el rollo de que el presupuesto federal para el próximo año de 2016 se realizará partiendo del criterio base cero, lo que en cristiano significa un rediseño completo de los gastos de la Nación, sin tomar en cuenta lo que para las diversas dependencias federales y estatales se haya podido canalizar en pasados presupuestos.
Y para que no quedara la menor duda de que lo expresado por el encargado de la lana pública, iba en serio, el mismísimo jefe del Poder Ejecutivo Federal se encargo de reafirmarlo.
Cabe el preguntarnos si los encargados de los dineros de la República tendrán la capacidad para llevar a buen puerto semejante proyecto, cosa que, sin la menor intención de menospreciar, despreciar o sobajar sus capacidades, sinceramente lo dudamos. De estar nuestra apreciación en lo correcto, el asunto se complica porque evidencía la participación de manos negras en el famoso rediseño presupuestal, esto es, la presencia de organismos internacionales asesorando a las autoridades mexicanas, lo que verdaderamente resulta inaceptable.
Existen concretamente dos importantes datos que parecen dar la razón a nuestro planteamiento. En primer lugar, hablar de presupuestos en base cero en lo referente a presupuestos públicos es, más que un contrasentido, una soberana estupidez. La razón es obvia: hay gastos que la Nación forzósamente debe de ejecutar y que simple y sencillamente no pueden suprimirse a gusto de los encargados de la elaboración presupuestal. Gastos relativos a salud, a pensiones, salarios, educación, e incluso los pagos de servicio de deuda tanto interna como externa. Por lo tanto resulta imposible el hablar, de manera seria, de la elaboración de un presupuesto público en base cero; por otra parte, sucede que, de llevarse a cabo esa nueva metodología para el diseño presupuestal, y habida cuenta de que en este año habrá de instalarse una nueva legislatura, sucedería que cuando el Poder Ejecutivo Federal, presentara su proyecto de presupuesto a la consideración del Congreso, ni tan siquiera estarían instaladas las debidas comisiones legislativas. Asi pues, resulta francamente inexplicable como, de repente, ante un Congreso del cual muy dificil resulta el adelantar su composición política debido al proceso electoral que sin duda será competido, se llegue al absurdo de comprometer el futuro de la República en aras de un experimento que quizá, solo quizá, en otras circunstancias y por supuesto, bajo otros parámetros, podría traer efectos positivos, pero que en las circunstancias actuales definitivamente no los va a traer, es más, bien podría adelantarse que más que efectos positivos, generaría un verdadero desgarriate.
Recordemos que el asunto este de los famosos presupuestos en base cero, por lo general acarrean consecuencias terribles, porque constituyen verdaderas patadas de ahogado para tratar de salvar proyectos o situaciones sumamente comprometidas.
En el sector privado se hace uso de ellos cuando el corporativo o la empresa tiene, como comunmente se dice, el agua hasta el cuello, esto es, están a punto de truene. Ahora bien, siendo los objetivos de las empresas privadas muy diferentes a los que deben de existir en las empresas públicas, las consecuencias de tales acciones se mantienen dentro de la esfera propia de ese corporativo o empresa; pero en el terreno público, los efectos son francamente terribles, porque afectan a la Nación en su conjunto.
Implementar el presupuesto de la Federación, con el criterio de la base cero, es, quiérase o no, mandar el mensaje de que la Federación no tiene recursos para afrontar sus responsabilidades. En pocas palabras, es enviar a la sociedad muy malas noticias.
Asi pues, si las autoridades consideran que con lo anunciado están mandando un mensaje positivo a inversionistas ya nacionales o extranjeros, permítasenos opinar lo contrario. Lo que realmente están haciendo es aceptar que están frente a una situación de emergencia nacional, y ello no es tranquilizante para nadie.
Ahora bien, dadas las características de la conformación política del Estado mexicano, las consecuencias que la implementación de este tipo de medidas generarían, serían, a no dudar, las de un mayúsculo descontrol, porque las lógicas resistencias surgirían por doquier, generándose una situación francamente de ingobernabilidad.
En resumen: las cosas no están como para andarse con vaciladas, y si ese mensaje de lo de la elaboración del presupuesto en base cero, se hizo con el fin de conchabarse al gremio de los banqueros, dudamos muchísimo que se haya logrado tal propósito, porque definitivamente no es posible considerar que los banqueros sean tan idiotas como para no darse cuenta de lo que encierra esa propuesta.
La situación que enfrenta la República verdaderamente es complicadísima, y en nada ayuda el andarse con babosadas como la expresada con ese rollo, que más bien pareciese una provocación descarada que hay que evitar.
Calma, prudencia y paciencia, deben ser las normas de nuestra conducta. ¡Nada de aceleres, pues!
Por supuesto que hay que reaccionar ante la dificilísima situación que enfrenta hoy por hoy la República, principalmente a consecuencia del desbarajuste internacional por el precio del petróleo, pero ello no significa que tal reacción conduzca a confrontaciones en las que, de seguro, vendriamos pagando los platos rotos, la población en general.
Asi pues, la recomendación más sana sería la expresada en la sabiduria popular que versa: a palabras necias, oidos sordos.
Se tiene que tener mucho cuidado y sobre todo mucha responsabilidad, para no andarse con locuras y aceleres que a nada positivo pueden actualmente conducir, y de cuyas consecuencias nos podemos todos arrepentir.
Abril 2015
Omar Cortés