La guerra contra Roma
La epopeya de Arminio, el caudillo querusco
La encarnizada lucha de los pueblos mal llamados bárbaros en contra del dominio imperial romano, se extendio a lo largo de varios siglos, y uno de sus episodios culminantes sin duda se escribio en la derrota que las legiones romanas experimentaron en la batalla del bosque de Teutoburgo, en donde un legendario héroe de origen querusco, encabezando una confederación de tribus germánicas, fue capaz de derrotar a tres legiones romanas comandadas por Publio Quintilio Varo, en el año nueve de la era cristiana.
Cuenta la historia que Arminio, hijo de Segimerus, un caudillo de la tribu germana de los queruscos, fue trasladado a Roma, producto de un pacto establecido entre la tribu germana y los romanos, para ser educado en la capital imperial, en donde adquiriría los conocimientos y las costumbres propias de la civilización romana, habiendo servido en el ejército imperial destacándose, según se cuenta, por sus especiales dotes militares.
Se dice que una vez terminada su educación y cumplido su servicio militar en pro del imperio, Arminio regresaría a su terruño natal acompañando a quien fuese nombrado gobernador de la zona, Publio Quintilio Varo, un senador romano de colmillo retorcido en lo que a someter y explotar pueblos se refiere, quien contaba en su curriculum el haber despadazado una rebelión judia en los dominios romanos de Medio Oriente. De vuelta en su natal terruño, Armino percibiría la diferencia entre la vida que llevaban sus compatriotas con la que se gozaba en Roma. Percatose también, dicen, de la esclavitud a que eran sometidos sus compatriotas y de la despiadada forma en que practicamente se les exprimía. Tocole ver como Publio Quintilio oprimía a mas no poder a los queruscos, estableciendo elevados impuestos e imponiendo juicios y penas contrarias a las milenarias costumbres queruscas.
Ante tan caótica como desventurada situación de su pueblo, Armenio fue ideando la manera de revertir la situación y colocar a sus compatriotas en situación más ventajosa que les permitiese desarrollarse de manera libre. Para ello, midio las fuerzas reales de combate de los queruscos llegando a la conclusión de que solos, ni de chiste podrían derrotar al opresivo invasor, por lo que la unión con otras tribus, era no solo necesaria sino imprescindible si queríase realmente mandar al carambas a los romanos. Asi las cosas, fue tejiendo acuerdos con otras tribus como los bructerios y los marsios, labor nada sencilla puesto que los jefes de esas tribus además de brutos eran sumamente tercos. Sin embargo, bajo la consigna de que no hay peor lucha que la que no se hace, Arminio logro, finalmente su objetivo.
Ahora necesitábase establecer una estrategia coherente capaz de conducir al triunfo a aquellas tribus, lo que se constituyo en un auténtico reto dadas las condiciones reales de correlación de fuerzas. Por supuesto que el complot que Armenio iba armando era secreto, ya que él seguía aparentando lealdad a Roma e incluso sirviendo al ejército romano de ocupación, lo que le colocaba en inmejorable situación al estar al tanto de los movimientos y planes de las fuerzas romanas. Como perrillo faldero se le pegaba a Publio Quintilio con la intención de andar espiando, haciendo circo, maroma y teatro con el objeto de ganarse su confianza e informarse de todos sus planes. Así, actuando como un auténtico traidor, Arminio fue estructurando sus planes para vencer a los romanos.
Finalmente el plan de combate quedo establecido al igual que el sitio en dónde llevarlo a cabo. Aprovechando la movilización de las legiones romanas hacia los campamentos que tenían establecidos a orillas del rio Rhin, para pasar en ellos el invierno, Arminio vio llegado el momento de la culminación de su traición. Conocedor del poderío romano y de las deficiencias bélicas de las tribus germánicas, ideo la manera de combatir a las legiones pero no a campo abierto, sino mediante una guerra de guerrillas, única táctica que él veía exitosa. Así, para atraer a las legiones al interior de los bosques de la zona, esparcio el rumor de una rebelión tribal entre las legiones romanas, por lo que a Publio Quintilo Varo se le hizo facil desviarse de su habitual camino para penetrar en los bosques con el objeto de aplastar a los rebeldes muertos de hambre. Labor que considero pan comido.
Asi, sin percatarse del error que estaba cometiendo al ordenar el abandono de la ruta tradicional para desplazarse a perseguir y castigar a los miembros de la tribu rebelde, Publio Quintilio prácticamente se metio en la boca del lobo. El plan de Arminio comenzó a desarrollarse sin contratiempos, mediante oleadas de ataques relámpago en contra de las indefensas legiones romanas, las cuales debido a la condición del terreno boscoso, eran incapaces de maniobrar como estaban acostumbradas a hacerlo, convirtiéndose sus movimientos defensivos en acciones sumamente lentas e inoperantes. Publio Quintilio Varo, en vez de retroceder volviendo al camino habitual, entercose en perseguir a sus atacantes, penetrando aún más en las zonas boscosas y siendo, por ello, cada vez más vulnerable a la táctica de guerra de guerrillas que utilizaban.
Finalmente sucedería lo que tenía que suceder. Una vez desgastadas las fuerzas legionarias, Arminio ordenaría el ataque final, mismo que se desarrollaría en el bosque de Teutoburgo, en donde la confederación de tribus germánicas harían picadillo a los restos de las, en otra hora poderosísimas legiones romanas. La pambiza fue de tal magnitud que de los cerca de veinte mil soldados romanos que originalmente integraban las tres legiones, sólo unos cuantos cientos lograron salir con vida. El triunfo de la confederación de tribus germanas encabezadas por Arminio fue apabullante.
A raíz de aquella victoria la amplia zona territorial conocida bajo el nombre de la germania quedaría, definitivamente, fuera de los dominios territoriales imperiales, no volviendo a establecerse población romana ahí. El trágico destino de Arminio, al haber terminado sus días envenenado, según se dice por miembros de su propia familia, puso en evidencia el poco tacto prevaleciente en aquellos conglomerados humanos que según parece gozaban el andar guerreando entre ellos. Sin duda que el video que aquí ponemos a disposición de los interesados es lo suficientemente divertido como para apreciarlo.
Julio de 2012
Chantal López y Omar Cortés
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