LOS GODOS
De una región conocida como Gotaland, la tierra de los godos, esta etnia originaria del sur de Suecia estaba formada por pueblos o tribus que inician sus migraciones hacia el interior de Europa en el siglo primero de la era cristiana y cuyos choques con las fuerzas imperiales romanas de Occidente, datan del año 214 cuando el entonces emperador romano, Marcus Aurelius Severus Antoninus Augustus, mejor conocido en textos de historia como el emperador de la capa larga (el emperador Caracalla), en alusión a la capa gala que llevaba, les dio una refriega en las primeras etapas de la llamada guerra goda. Pero, algunos años más tarde, los godos se cobrarían la afrenta derrotando a los romanos en la batalla de Attrio en el año 251. Los enfrentamientos, acercamientos y pactos federativos entre godos y romanos abarcaron tanto al Imperio Romano de Occidente como al de Oriente.
La etnia goda sufrirá una división en el momento de migrar. A los godos que se moverían rumbo a Oriente se les denominará ostrogodos, y a los que se dirigirán hacia Occidente se les llamará visigodos.
El documental que ahora colocamos en nuestra Videoteca Virtual Antorcha, perteneciente a la serie Los bárbaros, elaborada por History Channel y albergada en el sitio You Tube, abarca parte de la historia de los visigodos. Empieza en el momento en que la irrupción de los hunos provoca un enorme movimiento migratorio en toda Europa. La etnia visigoda que encontrábase asentada de tiempo atrás, gracias a un pacto de federación con el imperio romano occidental, en un amplio territorio en el que un consejo tribal encabezado por Fritigerno, Alteo y Safraco, hacía las veces de gobierno confederal, viose obligada a cambiar de residencia ante el arribo de los hunos, etnia muy tendiente al saqueo y a la depredación. Así las cosas, a los visigodos no les quedó más remedio que asentarse a las orillas del Danubio y solicitar protección al Imperio.
Valente era, en aquel entonces, emperador en Occidente, y con él hubieron de pactar los visigodos para obtener esa protección, misma que les es concedida pero pagando un enorme precio que de hecho les conduce a la esclavitud. Agobiados por la hambruna y el pésimo trato de las fuerzas militares del Imperio, los visigodos reciben el consuelo espiritual de un obispo arriano de nombre Ulfinas, quien logra su conversión al arrianismo, religión de la que por cierto era seguidor el emperador Valente, y su conversión al arrianismo facilítoles una comunicación más ágil y abierta con el propio emperador, quien les sugiere, que para mejorar sus condiciones y terminar con la hambruna que les diezma, se trasladen a Marcianópolis, ciudad romana ubicada en los Balcanes, a lo que de inmediato acceden.
Pero, ¿cuál no sería su desilusión cuando, después de un largo peregrinar, las fuerzas imperiales que controlaban Marcianópolis les impiden la entrada? E incluso, queriendo pasarse de vivos, los generales imperiales a cargo, Lucipino y Máximo, idean la manera de ponerle una trampa al, para ellos, latoso consejo tribal de Fritigerno, Alteo y Safraco. Tras tal objetivo invitáronlos a un convite en el que supuestamente iban a platicar para arreglar los problemas de los muertos de hambre de los visigodos. Por supuesto que la triada encabezada por Fritigerno ni de chiste se trago los cuentos de Lucipino y Máximo, por lo que, desconfiados y previendo que algo turbio iba a pasar, asistieron al convite aguzando sus sentidos y se percatan de que, efectivamente, Lucipino y Máximo pretendían esclavizar a toda la banda que les seguía.
La reacción de Fritigerno fue la de encabezar una verdadera rebelión, despanzurrando a la guardia imperial de Marcianópolis y saqueando la ciudad. Ante aquellos acontecimientos el emperador Valente enfureció y rápidamente colocose a la cabeza de un nutrido cuerpo de elite del ejército imperial, marchando a los Balcanes con el fin de desbaratar aquella rebelión goda. Y así fue que para el 9 de agosto del año 378, el ejército imperial encabezado por Valente, choca estrepitosamente con las tropas de Fritigerno en la batalla de Adrianópolis, de la cual los visigodos saldrían triunfantes y las tropas imperiales serían destrozadas, muriendo en la batalla el mismísimo emperador Valente. Cerca de quince mil sodados romanos morirían en aquel combate que representó un durísimo golpe al Imperio Romano de Occidente.
A raíz de aquel sonadísimo triunfo, la perspectiva imperial en torno a los visigodos cambiaría de manera radical. Ya no se les vería como una turba de muertos de hambre, a quienes en cualquier momento se les podía eliminar, sino como guerreros bragados con los cuales había que andarse con cuidado.
Cría fama y échate a dormir, reza un conocido refrán que cae de maravilla para entender la situación de los visigodos después de su victoria en Adrianópolis, pues, los emperadores romanos, tanto de Occidente como de Oriente, buscaron establecer con ellos pactos de federación con el objeto de intentar utilizar su potencialidad bélica en contra de los enemigos del Imperio como eran los hunos, los vándalos y los persas.
Sería en el año 395 que nuevamente los visigodos harían de las suyas en territorio griego, saqueando y depredando cuanta ciudad y poblado encontraban a su paso guiados por su nuevo jefe de nombre Alarico. Las razones de su bélico actuar volvían a recaer en la falta de atención imperial para honrar compromisos adquiridos, lo que una vez más obligó al emperador romano de Oriente, Arcadio, a volver a celebrar otro pacto de federación con los belicosos visigodos.
No satisfecho Alarico con la situación de su pueblo, decide emigrar. Así, conformando un poderoso ejército se traslada a Italia amedrentando al mismísimo emperador romano de Occidente, Honorio, sitiando, asaltando, tomando y saqueando en el año 410 a la mítica Roma.
Es de imaginar el impacto que aquel evento tuvo sobre los restos imperiales atrincherados en aquel entonces en Ravena.
Con la muerte de Alarico, a finales de aquel año de 410, de hecho termina el video que aquí ponemos a tu disposición, aunque la historia de los visigodos continuará extendiéndose por más de tres siglos.
Agosto del 2011
Chantal López y Omar Cortés
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